- “Siempre hemos sido apoyados por los bares, nacimos en los bares e incluso durante casi una década, la distribución solo se daba en los bares”. Pero en marzo de 2020 esa estrecha relación se cortó. La pandemia hizo acto de presencia y todo se paralizó. Ahora, más de un año después, TMEO regresa a sus queridas tabernas con su número 161, y a ellas les ha dedicado cada página de esta nueva entrega, así como un cartel bajo el lema Tabernak Bai. Eskerrik asko, sin perder de vista tampoco a todos esos pequeños comercios, desde peluquerías hasta locales de tatuajes, que también forman parte del proyecto.
“Pensábamos que iba a ser más desastre, pero parece ser que nuestro bares han aguantado bastante. Hemos perdido muchos menos compañeros de lo que preveíamos”, apunta Iñaki Larrimbe, que forma parte de la asamblea de creadores que está detrás de la revista editada en la capital alavesa. “Pensábamos que íbamos a ir a los bares y a los comercios pequeños que nos suelen recibir y que, con todo lo que están pasando, nos iban a tirar el TMEO a la cabeza, pero resulta que no está siendo así”.
No solo estos espacios son necesarios para la distribución sino también para la financiación del proyecto cultural. “Fuimos pioneros hace muchos años en meter pequeña publicidad. No se estilaba por entonces. Siempre anuncios pequeños de pequeños sitios. Del TMEO no vive nadie. Es una revista que es de los dibujantes. Con esos pequeños apoyos, con ese casi micromecenazgo, podemos tener la libertad para hacer lo que nosotros queremos”. Se dejan a un lado así a grandes marcas, cosa que no hacen otras publicaciones similares, y a los ayudas institucionales. “Si el TMEO tiene que seguir adelante será con la ayuda de quienes nos leen y con el apoyo de los pequeños comerciantes y hosteleros”. Así van ya 34 años.
Eso sí, la pandemia ha hecho que muchos de esos negocios hayan tenido que estar cerrados durante bastante tiempo. Por ello, no se ha cobrado la publicidad, aunque ha habido pequeños negocios que sí han podido abrir más que los bares, por ejemplo. “Es un pequeño lastre que les hemos querido quitar, aunque con todo lo que les ha llovido...”. Esa decisión ha tenido sus consecuencias claro, unido a que con el cierre de los locales hosteleros también llegó quedarse sin una parte importante de la red de distribución. Aún así, se encontraron fórmulas en Internet y también se hizo un especial bajo el título de Puto Virus que ayudó mucho. De hecho, esta creación tuvo más de 6.000 descargas. En el mundo virtual se va a seguir trabajando de cara a futuro, “aunque ahora mismo es más un instrumento complementario porque la gente ya nos puede encontrar de otras formas; está siendo muy interesante sobre todo de cara a quienes viven fuera y no tienen otra forma de conseguir la revista”.
Pero “es el momento de volver a los bares porque el colchón que teníamos nos lo hemos comido. Y claro, podemos parecer unos descerebrados, pero somos previsores”. Eso sí, a pesar de la situación, se ha ampliado la tirada, se han abierto nuevas sendas de distribución en Burgos y La Rioja, y se sigue creando. Todo ello sin olvidar que “somos un proyecto cultural, no un negocio o una empresa”.
A lo largo de este tiempo, la revista de humor ha mantenido a sus pequeños anunciantes pero sin cobrarles por ello
“Pensábamos que la vuelta iba a ser más desastre, pero parece ser que nuestras tabernas han aguantado bastante esta situación”