- Daniel Broncano (Orcera, Jaén, 1986), director del festival Música en Segura -que desde 2013 acoge a miles de visitantes-, confiesa a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el buen sabor de boca que le ha dejado su visita por Araba, un territorio que -reconoce- le ha sorprendido y maravillado a partes iguales.

¿Cómo descubrió que se había abierto un concurso público para hacerse con la dirección artística de la Semana de Música Antigua de Araba?

-Tuvo bastante difusión, sobre todo en medios de música clásica. Y luego me enteré por FestClásica, la asociación española de festivales de música clásica, que fueron los que me mandaron la convocatoria.

¿Qué fue lo que le animó a participar?

-Por una parte, mi trabajo como gestión cultural cada vez va más hacia la organización de festivales. Es algo que empezó con Música en Segura en 2013, después con Wavelength, un festival de música y ciencia en Holanda. También Resonancia Íbera en Jaén. Esta parte de festivales con un nicho concreto es hacia donde más va mi tarea profesional. Y luego, además, que un lugar como Álava es un sinfín de escenarios maravillosos donde celebrar conciertos.

La parte de creador musical sigue manteniéndola activa también, ¿verdad?

-Yo sigo tocando el clarinete. Como para muchos artistas, 2020 fue fatídico en cuanto a que se cayeron todos los conciertos. A la vez, como cada vez mi trabajo se encamina más hacia la gestión cultural, también me gusta organizar actuaciones para otros.

¿Esperaba ganar este concurso público, el que le ha llevado a ser director artístico de la Semana de música Antigua?

-Creo que es la primera vez en mi vida que gano un concurso público [ríe]. Sobre todo porque normalmente he sido más de montar las cosas desde el principio yo, y otras cosas han surgido por una colaboración directa. Fue una gran alegría, eso sin duda.

Durante la presentación ha comentado que es capaz de hacer conciertos “hasta debajo de las piedras”, y para muestra un botón.

-Aquí hay una parte fundamental de un festival, que tiene que tener un componente extraordinario de presentar también la música en lugares no obvios, y una de las partes más bonitas de este trabajo es la de imaginar cuál es el efecto que produce presentar estos conciertos en lugares insospechados. Sé que es un poco hermético, porque hasta finales de julio no se puede aventurar nada, pero creo que es una parte maravillosa de todo esto, el aumentar el contenido musical con el escenario en el que se hace.

¿Cuál cree que fue una de las notas distintivas de su propuesta?

-Creo que una de las cosas que tuvieron aceptación es la apuesta por el medio rural, por presentar conciertos en núcleos a veces muy pequeñitos, en plena naturaleza... Hay otra parte que tiene que ver con la vocación social del proyecto, con hacer conciertos en residencias de mayores, para grupos vulnerables... Y luego hay otra que tiene que ver con la modernización de la comunicación, cómo se conecta con la comunidad que viene a escuchar la Semana y cómo atraer más visitantes.

¿Concibe la música como una herramienta accesible para todos?

-Tiene que serlo. Y si no, es que como gestores estamos poniendo un obstáculo nosotros y creando un problema. Cuanta más gente se tope con la música, mejor.

Durante su recorrido por Araba ha pasado por Salinas de Añana, Vitoria, Laguardia... Todas posibles ubicaciones para la Semana de música Antigua.

-Hay algunos lugares, que igual no son los obvios, pero que tiene que haber conciertos. Y también pequeños pueblos y bosques.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido del territorio?

-Hay una parte que me encanta; el cambio de ladera hacia Rioja Alavesa. Estaría haciendo este cruce de caminos sin parar. Yo vengo de una zona de España bastante despoblada y vaciada, y aquí me resulta fascinante la cantidad de recursos y paisajes cambiantes en un espacio geográfico no tan grande.

¿Cómo se gestiona un festival con restricciones sanitarias?

-No es lo mismo el Primavera Sound que la Semana de Música Antigua de Araba, donde son conciertos en su mayoría con público sentado, con unos números que no son monstruosos. Eso quiere decir que la música fuera del mainstream (tendencia dominante) es una oportunidad en cuanto a que hay que controlar la separación, etc. No tenemos que alterar completamente el festival y el salto que tenemos que hacer no es tan grande. Eso es una ventaja.

Cuando habla de música fuera del ‘mainstream’, supongo que no habla solo de música antigua.

-Bueno, es que la cuestión es que el 1% de la música copa el 99% del espacio. Es una metáfora, pero es un poco así. La música antigua es una parte, que es la música pre 1750, y normalmente con música antigua nos referimos a la tradición europea, pero están las músicas históricas en un sentido más amplio. Y creo que esta es la función de un proyecto así, dar lugar y poder presentar esta diversidad musical que normalmente se queda fuera de los espacios de exposición.

2022 es la 40ª edición de la Semana. ¿Le gustaría organizarla?

-Por supuestísimo que sí. El contrato es de un año prorrogable por otros tres, y aún así creo que cada Semana tiene que ser como si fuese la primera y la última. Hay que plantearla como que tiene que funcionar en sí misma y cada Semana tiene que ser una celebración. Si este año cuaja y estoy en la 40ª edición, perfecto. En cualquier caso, el trabajo se hace en una súper semana este año.