n condiciones normales, en este final de agosto las diferentes salas de conciertos y escenarios que son la referencia para la música en directo tanto en Vitoria como en otros puntos del territorio estarían dando los últimos coletazos al periodo vacacional para afrontar una de las temporadas más importantes del año. Pero en este 2020 nada es como solía ser. Todo está en el aire y aunque desde junio se han podido hacer algunas actuaciones en las tablas de Jimmy Jazz o Urban Rock Concept, contando con la presencia de público, la aparición del covid-19 dibuja un panorama muy complicado.
La situación, de hecho, es tan extraña en estos momentos que el viernes sí se pudo llevar a cabo el concierto que estaba previsto en la sala de la calle Coronación para ser retransmitido en streaming pero ayer el espacio de Portal de Gamarra tuvo que aplazar la cita que tenía prevista hasta el próximo día 12, en ambos casos, además, contando con la colaboración del Ayuntamiento de Gasteiz, bajo cuyo paraguas también Helldorado iba a desarrollar una programación especial a lo largo de septiembre que ahora mismo está en suspenso y que ni siquiera se ha podido llegar a presentar. Todo está previsto pero al mismo tiempo todo está como en una especie de limbo a la espera de las normativas y decisiones que se vayan tomando por parte de las autoridades. Mientras tanto, como en tantos otros sectores, los ERTE se han convertido en la tónica habitual, afectando a trabajadores de distintas áreas. Y la amenaza de cierre, no hay que engañarse, está ahí.
Sin que se hayan producido problemas con la enfermedad en ninguna de las pocas actuaciones que se han podido realizar hasta ahora, estos conciertos se han desarrollado adaptados a la llamada nueva normalidad, es decir, con reducción de aforos, mascarillas, entradas y salidas escalonadas, geles, distancias..., más allá de que, como los propios responsables de las salas han expresado en distintas entrevistas publicadas por este periódico, sería necesario contar con protocolos claros y específicos, así como con el acompañamiento de las instituciones para comprobar que las medidas se implementan como se debe. Aún así, con las decisiones que se están adoptando en estos momentos sobre la actividad de locales con determinadas licencias de apertura, las programaciones han quedado paralizadas, dándose la situación de que un grupo de música podría actuar en, por ejemplo, un teatro o salón de actos de la ciudad pero no en una sala de conciertos, aunque la banda, la hora y el aforo fueran los mismos.
Hace pocos días, la asociación de salas privadas de música en directo de Euskal Herria, Kultura Live, se hizo eco del manifiesto que estos espacios a nivel de todo el Estado han elaborado ante este panorama, un escrito en el que se recuerda que “las salas de conciertos son espacios culturales seguros, que cumpliendo con las medidas, no lo son menos que cualquier establecimiento de hostelería. Además, en las salas de conciertos la trazabilidad está garantizada ya que cualquier persona que compre una entrada está identificada con sus datos de contacto”. Es una de las reflexiones de un sector que admite estar “ante una situación que puede ser irreversible”. En este sentido, cabe recordar las movilizaciones que se siguen llevando a cabo, por ejemplo, por parte de los trabajadores vascos de espectáculos y eventos a través del colectivo Teknikariok o la protesta que para el próximo 17 de septiembre ha convocado MUTE (Movilización Unida de Trabajadores del Espectáculo). Esto mientras se espera que se cierre de manera definitiva la guía sanitaria que la Federación de la Música en España está elaborando para “frenar la inseguridad jurídica” del sector, un escrito con recomendaciones que incluyen, entre otras, referencias a las distancias mínimas para artistas y público.
Con todo, hay otros dos factores importantes que nadie pierde de vista. Por un lado, el posible miedo del público a volver a las salas, una cuestión fundamental y que va a requerir de no pocos esfuerzos, también por parte de las administraciones. Por otro, la propia movilidad de las bandas y artistas. Cualquiera que conozca un poco la agenda anual de una ciudad como Vitoria sabe que no son pocos los grupos que acuden de forma regular desde distintas partes de Europa -incluyendo el Reino Unido del brexit-, de Estados Unidos o de países más lejanos como Australia, por ejemplo. Y aquí, las fronteras levantas por el covid-19 parecen infranqueables a corto y medio plazo, con todo lo que ello supone.
Ante este panorama, y más allá de apoyos puntuales como el mencionado programa de colaboración del Consistorio gasteiztarra o el convenio de Burubio con el Ayuntamiento de Amurrio, un eje fundamental para la supervivencia está en la acción institucional, aspecto en el que, además tras varios contactos con las salas locales, la Diputación alavesa ha querido dar pasos hacia delante con la convocatoria de ayudas que ahora mismo tiene abierta para, entre otras cuestiones, colaborar en el pago de gastos corrientes y en la adaptación a la nueva situación. El 14 de septiembre se cierra el plazo y será el momento de calibrar si se ha conseguido dar en el clavo, más allá de que son varios los responsables de estos espacios -y no es muy habitual- los que han querido poner en valor la predisposición y la acción foral.
Aún así, habrá que ver qué es lo que sucede en las próximas semanas y meses. De momento, Helldorado, por ejemplo, ha optado por no hacer pública ninguna programación ni sacar entradas a la venta. O está el caso de The Garage, que, tras varios problemas, cerró hace tiempo sus puertas a pesar de que, en teoría, el 12 de septiembre debería acoger el concierto de Julia Medina que ya fue aplazado en su día por el coronavirus. Tampoco Burubio, Le Coup (que justo al cierre de todo en marzo aplazó un concierto de Messura a mayo que nunca se llegó a celebrar) o La Perdición (que terminó de arreglar su sede tras un incendio poco antes de la aparición de la pandemia) están dando noticias de cuándo podrían volver a la carga y con qué oferta.
Sin embargo, hay quien sí tiene agenda adelantada, con pases disponibles a la venta, más allá de que los interrogantes no desaparezcan. Es el caso de Jimmy Jazz, Kubik y Urban, todos con actuaciones previstas en septiembre y con fechas adelantadas para lo que resta de año e incluso principios del próximo. Lo que es seguro es que no hay una forma de acertar, más allá de que todas las salas y espacios asociativos quieren volver a sentir la música en directo, incluso sin descartar en algunos casos que, como han probado estos meses las tablas de Coronación y General Álava, haya que acudir a fórmulas mixtas de actuaciones con público que son también retransmitidas en streaming. Sin embargo, esta última herramienta está muy lejos de ser rentable desde un punto de vista económico, más allá de que no convence a todos los programadores.