o que más le gusta a un crío ver en la tele son los programas de mayores y poder participar un día en ellos, pero a poder ser sin esperar a ser mayor de edad, que es mucha espera. Y así el mítico Un, dos, tres... les cedía su espacio en Navidad, como después harían tantos otros concursos adaptando el formato a los más peques: La ruleta de la fortuna, ¡Ahora caigo! o Masterchef.
En el verano de 1993, TVE dio vacaciones a Cifras y letras, el concurso más exitoso de La 2, y todavía hoy el más recordado -que luego tendría una segunda vida en las televisiones autonómicas-, y creó una versión junior con la misma presentadora, la siempre exquisita Elisenda Roca, rejuvenenciendo a los profes de mates y lengua que daban las claves de las cifras y las palabras que se podían formar, y llenándolo todo de niños de entre 10 y 17 años que, por fin, concursaban en el espacio de televisión más imitado en las escuelas de la época.
El programa gustó tanto que el verano siguiente repitieron, bueno en realidad no repitieron porque hicieron nuevos programas, cuando repitieron fue un año después, que optaron por el camino fácil de la repetición. Luego, el programa desapareció de la pantalla y buscó refugio en las cadenas autonómicas, aunque algunos pudimos seguir viendo el original francés (evidentemente, en francés) que se emite desde el año 1965 en el país vecino, primero en Antenne 2 y hoy en France 3, que vienen a ser como La 1 y La 2 de la tele pública francesa.
Cifras y letras, en sus dos versiones, era un magnífico concurso, de los que hoy ya no se hacen, que hacía mover las neuronas y que ya fascinaba desde la sintonía de su cabecera. De primeras, te sacaban seis números y una cifra al azar que debías obtener, o acercarte lo máximo posible, realizando operaciones matemáticas (sin calculadora) durante 45 segundos en los que te ponían un pasaje de música clásica. En la prueba de las letras, sacaban nueve letras (se podían elegir consonantes o vocales) y disponías de otros 45 segundos para lograr la palabra más larga sin ayuda del diccionario. Los concursantes ganaban pasta; los chavales, regalos; el público el juego del programa (o un diccionario, según la época) y los espectadores el orgullo de saber que esa fanfarria que te piropeaba con un "uauhhhh" también iba para ti.
Para que se distraigan hoy, que estamos en verano y hay más tiempo, ahí van dos pruebas tomadas del programa: M-E-R-O-C-A-T-E-F (se puede obtener al menos una de otro letras) y 1-1-25-5-100-2 para obtener el número 147. ¡Tiempo!