- Es el quinto libro que publica, aunque hasta ahora nunca había sentido la necesidad de presentar los títulos precedentes de manera oficial. Con Wabi sabi “sentía que quería hacerlo”, aunque la situación de confinamiento obligó a que el acto -celebrado la semana pasada- se tuviera que llevar a cabo de manera virtual a través de la red social Facebook. “La verdad es que la experiencia fue divertida. Me gustó el formato, fue todo bastante bien y además sentí una interacción con los asistentes que fue muy provechosa” recuerda el escritor vitoriano Jesús Mariano Palomo.

Fue el momento de empezar a dar a conocer este nuevo poemario que, de momento, se puede conseguir en su formato virtual, a la espera de que las condiciones generadas por el covid-19 permitan la distribución de la versión física. De una manera u otra, quienes se acerquen hasta este nuevo título se encontrarán con una veintena de poemas que toman como punto de partida el término japonés que sirve para bautizar al conjunto, un concepto que describe un tipo de visión estética basada en la belleza de la imperfección. En esa línea, el libro “habla de las cosas que no son perfectas, del degradarse, de la ambigüedad en sí... de cómo hay que ir aceptando que esa imperfección nos puede ir llevando a la felicidad. En este sentido, los poemas se centran en el detalle. Por ejemplo, hay uno que habla sobre la madera para llevarnos a los sentimientos, pero a través de mirar a cosas pequeñas como puede ser la veta, la cicatriz en la madera… ese tipo de cosas”.

En este sentido, el poemario ahonda en que “nada dura, nada está completo, nada es perfecto. Y aun así, todo es susceptible de provocarnos una emoción, de provocar magia. Y a la vez, todo es infinito y la capacidad de emocionarse es la capacidad de vivir. Porque, al final, los poemas hablan de uno, de sus emociones, pensamientos y vivencias. Y no hay cosa más imperfectamente bella que el ser humano”. Así, el autor explica que “cuando empiezo a escribir lo hago como respuesta a una necesidad propia, no lo hago pensando en las personas que me vayan a leer después. Es evidente que no edito todo lo que escribo y a la hora de reunir y ordenar los poemas, sí que tengo en mente al lector, a cómo quiero que le llegue. Sobre todo, es una cosa de sentirse acompañado tanto yo como autor, como quien lo lea”.

Para ello, presenta una veintena de poemas realizados a lo largo de los dos últimos años, escritos que no están solos, eso sí. En el poemario también hay imágenes, tanto ilustraciones como fotografías. “Es la forma que tengo yo a la hora de editar los libros, entendiendo que luego los lectores hacen sus propias interpretaciones. Es una manera de ir contando una historia, mi historia, a través de los poemas y de las imágenes evocadoras” describe el también educador infantil, al tiempo que reconoce que estas semanas de reclusión en casa están siendo productivas en lo que a la escritura se refiere. De hecho, “alguno de los poemas que aparecen en el libro están hechos justo al principio del confinamiento”, comenta, mientras sigue aprovechando este paréntesis para seguir escribiendo.

Acompañando a la palabra escrita, el autor también incluye en su última obra una serie de fotografías e ilustraciones

Una veintena de poemas, algunos de ellos realizados en el inicio del confinamiento, dan forma al libro