l matemático y filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662) es conocido mundialmente por enunciar el Principio de Pascal. Un teorema que la mayoría hemos estudiado en la escuela y que dice: “El aumento de presión producido en un líquido en equilibrio se transmite integralmente a todos los puntos del líquido”. En su honor, la unidad estándar de presión y la tensión se llama Pascal. Pero también Pascal escribía una máxima bastante célebre -aunque poco entendida- que podemos aplicar a estos días de confinamiento que estamos viviendo: “La infelicidad del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación”. ¿Qué quería decir con ella? Pascal explicaba su sentido: los hombres son incapaces de quedarse en sus casas porque el tedio les asalta y para escapar de él, salen al exterior a la búsqueda de divertimentos. Es en ese proceso de exploración cuando se meten en embrollos, complicaciones, jaleos… que pueden materializarse en crímenes, guerras y todo tipo de desgracias para propios y semejantes.

¿Por qué nos aburrimos en casa?, sería la pregunta del millón. El propio Pascal también contestaba: es del todo comprensible que el hombre no logre estar a gusto en su habitación sin nada que hacer porque empezaría a meditar sobre su vida, sobre la muerte y sobre la nada. Como se suele decir: rumiaría. O “se comería el coco”. La realidad es que antaño y, sobre todo, hoy en día nuestras habitaciones, nuestras casas, nos ofrecen un increíble abanico de ocupaciones que nos alejan de esas funestas meditaciones a las que se refiere el filósofo. Pero Pascal opinaba que el divertimento es “la única cosa que nos consuela de nuestras miserias... y, sin embargo, es la más grande de nuestras miserias”. Pues el filósofo defendía que el hombre es hombre porque piensa. Y en ese pensar se puede conocer a sí mismo. Las distracciones, por lo tanto, le alejan de ese conocimiento.

Hay que ser un tanto osado para contradecir a Pascal, pero, ¿qué sucede cuando en vez de distraernos nos instruimos, educamos, cultivamos? Es decir, cuando ocupamos nuestro tiempo en adquirir conocimiento y no en evadirnos. Hablamos de cultura. Hablamos del arte. Pues desde nuestras casas podemos leer, visionar películas, documentales, obras de teatro… Podemos elegir una gran diversidad de fuentes de conocimiento de las que beber. En nuestra mano está que lo que sorbamos tenga cierta enjundia o sea una vana distracción.

Estamos confinados en nuestras casas, esa es la realidad. Pero también es una oportunidad para encontrarnos con la cultura y el arte. Aprovéchenosla. Hagamos algo de caso a Pascal. Busquemos un equilibrio en nuestras vidas: no está mal evadirnos de vez en cuando, pero no siempre. Como dice la sabiduría popular “en el término medio está la virtud”. Aunque, realmente, es a Sócrates al que hay que atribuirle ese aforismo. Lo que no sabemos es si lo acuñó… sin salir de casa.