Vitoria - No deja de sorprender, para quienes ya tienen un recorrido vital, escuchar a una actriz joven como Haizea Baiges hablar de la situación de violencia vivida en las últimas décadas en Euskal Herria desde una cierta distancia, desde esa mirada externa que genera no haber vivido determinadas situaciones. "No voy a engañar, la verdad es que cuando empecé a afrontar este proyecto sentía que lo que contaba lo veía desde fuera, como algo que no es propio de mí". De hecho, como reconoce la dramaturga y directora María Goiricelaya, "muchos menores de 35 años, no tienen el conflicto dentro de sí". Es una de las razones, aunque no la primera, por las que afrontó el reto de crear Harri, orri ar/El patio de mi casa, obra de teatro que lleva a escena la compañía gasteiztarra Pez Limbo y que se estrena la próxima semana en el Principal. En concreto, el miércoles 19 será en euskera y el 20 en castellano, quedando todavía entradas disponibles para ambas sesiones, que arrancarán a las 20.30 horas.

Iñake Irastorza, Nagore González, Josune Vélez de Mendizabal, Martxelo Rubio, Jontxu Martínez, Egoitz Sánchez y la propia Baiges dan vida a un montaje que tras su puesta de largo en la capital alavesa seguirá camino por Bilbao (26 y 27 de este mes), Durango (29), Donostia (12, 13 y 14 de marzo), Basauri (27), Ordizia (24 de abril), Ermua (8 de mayo), Sestao (15) y Amorebieta (22). Éste es solo el principio del camino de un proyecto que Pez Limbo afronta tras ser seleccionado el texto de Goiricelaya dentro del programa de apoyo a las nuevas dramaturgias que coordinan el Principal vitoriano, el Arriaga bilbaíno y el Victoria Eugenia donostiarra.

Como pasa de manera habitual en toda creación, la obra parte de un momento de pregunta, recuerda la dramaturga y directora. En su caso, la duda se planteó cuando vio que, en realidad, no podía decir con seguridad a quién votan sus padres, o su hermana, o sus amigos... porque durante tantos años hablar de política en esta tierra ha sido algo a evitar. "Durante muchos años hemos estado en una espiral de silencio. Hemos llegado a modificar nuestra expresión o nuestra forma de hablar dependiendo de quién hemos tenido delante para no tener problemas o abrir conflictos".

Esa situación y la antes mencionada con respecto a las nuevas generaciones marcan la senda de un montaje que se sirve de los juegos de los más pequeños en el patio de la escuela para hablar del futuro, de la convivencia, de la parte humana. "ETA ya no está pero la sangre sigue presente" y, por eso, es necesario abordar el futuro sin violencia "desde la memoria; tenemos que cicatrizar desde la memoria y asumir los diversos dolores. Y hacerlo con honestidad".

En este sentido, Goiricelaya espera abrir entre el público un espacio y un momento para la reflexión, sabiendo que "hay personajes con los que te sentirás más identificado y otros a los que querrás ver lejos". Son esos distintos discursos los que busca llevar a escena y provocar entre los asistentes, consciente de que desde la diversidad se pueden encontrar los puntos de unión.