Pantalla activa. El estreno en salas comerciales de Errementari (nominada a los Goya por sus efectos especiales) o en el Zinemaldia de Vitoria, 3 de Marzo son sólo dos de los ejemplos de un sector audiovisual que está en un momento de mucha actividad en un territorio alavés que este año ha asistido, entre otros, a los rodajes de los largos La pequeña Suiza y El silencio de la ciudad blanca. Foto: Pilar Barco
UN ARF imparable. La decimoséptima edición del Azkena Rock Festival volvió a reunir el pasado mes de julio a miles y miles de espectadores en el recinto de Mendizabala gracias a propuestas como la de Joan Jett & The Blackhearts. Eso sí, la rueda no para y el certamen ya tiene muy avanzada su oferta para el 21 y 22 de junio de 2019, con Stray Cats, The B52s y Wilco, entre otros reclamos. Foto: Josu Chavarri
El enfermo sigue en planta. No va a peor, incluso a veces se empeña en mostrar renovadas fuerzas, pero lo cierto es que ni sale del hospital ni en el horizonte cercano se presenta esa posibilidad. Con unos recursos económicos muy justos y variables, las partes privada y asociativa siguen dando pasos, poniendo en marcha iniciativas tan diversas como Talka Galería o el festival Harrikada, entre otros ejemplos. Pero con una parte pública con dificultades para traducir las palabras en hechos, es complicado poder ver, de verdad, la luz al final del túnel. No hay que perder de vista, además, que este 2019 que llama a la puerta es año de elecciones municipales y forales, con el parón institucional que eso suele conllevar.
Tal vez el caso más paradigmático de esa situación sea lo que ha acontecido en este 2018 con la llamada Joven Compañía de Danza de Álava, una idea privada que se hizo realidad por los pactos presupuestarios y las urgencias políticas de unos partidos pero que tuvo que desaparecer en pocos meses al no mantenerse ese apoyo. Seis bailarinas se quedaron sin contrato y en la calle. Por no hablar de ese Plan Estratégico de Cultura de la capital alavesa del que nadie sabe nada y eso que lleva 12 meses en vigor. También se está notando la incidencia en Vitoria de la plicación un reglamento autonómico que aún no se ha materializado en lo relativo a la realización de conciertos en bares, y que va a hacer que 2019 empiece con unas tablas míticas dentro de la ciudad teniendo que reducir su cartel en un 50%. En el aire también el centro de fotografía Alberto Schommer, que aparece y desaparece como el Guadiana, como algunas otras propuestas aún sin activar como sucede con el centro multidisciplinar de creación artística Eratzen.
Dejando a un lado estas cuestiones -aunque es bastante probable que 2019 se inicie con una muy mala noticia para el sector escénico también motivada por inacción institucional-, este 2018 ha sido un año, por lo menos en apariencia, importante para el campo audiovisual alavés, más allá de que su desarrollo sigue demandando con urgencia una reforma en profundidad de la norma foral de mecenazgo, entre otras medidas. Mientras se sigue haciendo realidad la película documental sobre Bingen Mendizabal y se espera que en breve se concrete un proyecto de un largometraje colectivo con jóvenes realizadores locales, este año se cierra con el éxito de Errementari y el primer encuentro con el público de Vitoria, 3 de Marzo y del proyecto multidisciplinar Barrunbeko lurretan, así como los rodajes en Álava de El silencio de la ciudad blanca y La pequeña Suiza, que ya tienen fechas de estreno en un 2019 que con toda probabilidad asistirá a la grabación de Ane, el primer filme de larga duración de David P. Sañudo. Esto sin perder de vista la producción de cortos y webseries, ni tampoco el protagonismo de interpretes en las pantallas grande y pequeña como Karra Elejalde, Unax Ugalde, Gorka Aginagalde o Patricia López Arnaiz.
Ha sucedido así en un 2018 repleto de aniversarios: cinco años acaba de celebrar la sala Baratza; diez tanto la sala Jimmy Jazz como el proyecto estival para jóvenes Gazte Rock; 15, el Big Band Festival; 25, el Festival de Teatro de Humor de Araia, el programa escénico para escolares de Paraíso en el escenario del Beñat Etxepare, la Escuela de Música Luis Aramburu y la Sociedad Fotográfica Alavesa; 30, Magialdia y la librería Jakintza; 50, el Coro Araba y la Escolanía Samaniego; y 100 el Teatro Principal. Además, en la medida de las posibilidades de cada uno, se han conmemorado los 150 años del nacimiento del cantante José Mardones, y los 40 de la puesta en marcha de la primera escuela de teatro de Vitoria, el embrión del actual Taller de Artes Escénicas.
Es más, ha dado tiempo para que en Agurain nazca Toparte como nuevo evento referencial en el territorio para el mundo de los títeres; para que en Gasteiz, la feria Viphoto se transforme en festival; para el regreso de Jazzaharrean; para que el Lapuebla Rock se sobreponga de la cancelación por lluvia de su segunda edición; y para que tanto el Conservatorio Jesús Guridi como Artium estrenen directoras, mientras el Festival de Jazz se ha despedido de Iñaki Añúa. Eso sí, 2019 ya está llamando a la puerta.
Un Principal centenario. El pasado 18 de diciembre, el Principal cumplió cien años, un siglo de andadura que se celebró a lo largo de este 2018 con distintas propuestas y actividades, aunque fue, coincidiendo con la fecha del aniversario, cuando se concentró buena parte de la actividad. El nuevo estreno de Paraíso, la visita de Lola Herrera con Cinco horas con Mario o la gala Cienycientas fueron algunos de los regalos para un aniversario que, eso sí, no le ha servido al teatro para conocer de verdad cuál va a ser su futura reforma (si es que se hace, claro), cuánto va a costar, en qué plazos se va a ejecutar y qué alternativas se van a habilitar para paliar el tiempo que pueda estar cerrado. Por ahora, las ficciones ganan a las realidades. Foto: Josu Chavarri
Adiós tras 40 ediciones. El Festival de Jazz de Vitoria despidió entre aplausos el pasado mes de julio a la persona que durante 40 ediciones se ha encargado de llevar su timón, Iñaki Añúa. A la espera de definir su futuro y de recuperar sensaciones, puesto que el certamen parece estar distanciándose de los espectadores, no hay duda de que el festival ha llegado hasta este momento marcado de manera total por un Añúa que, en realidad, esperó hasta el último día para confirmar lo que él mismo venía insinuando desde hacía tiempo. Atrás queda una lista interminable de conciertos, artistas de todo el mundo, vivencias, sonidos... un bagaje que apenas se esbozó en un vídeo de homenaje y la cerrada ovación que le brindó el polideportivo. Foto: Josu Chavarri
Trabajo reconocido. La nominación a los Max de Iñaki Rikarte por su papel protagonista en la obra Soka, el Premio Euskadi de Ilustración a Yolanda Mosquera por su labor para La pequeña Roque o el Ondas a la mejor intérprete femenina en televisión para Patricia López Arnaiz por su trabajo en la serie La otra mirada han sido algunos de los reconocimientos obtenidos por el sector alavés en este 2018. Foto: Efe
Un relevo a la espera. De manera oficial, fue el pasado noviembre cuando Daniel Castillejo dejó de ser el director de Artium tras diez años llevando las riendas del centro-museo vasco de arte contemporáneo, volviendo a su puesto de máximo responsable de la colección. A principios de diciembre, fue Beatriz Herráez la que tomó el relevo, aunque poco se conoce aún de sus ideas y propuestas. Foto: A.L./J.C.