Laguardia - Clarinetista. Compositor. Director de la Escuela de Música de Laguardia y de la banda de la misma localidad. Investigador. Escritor. Eduardo Moreno parece no querer saber qué es el descanso.
¿Cómo es que existe tanto interés por la música en Rioja Alavesa?
-Hay un legado musical que viene desde muy lejos. Cada pueblo tiene su propia personalidad, pero en general, en Rioja Alavesa el mercado del vino, y esto es objetivo, ha tenido momentos muy álgidos en los que, por ejemplo, era fácil ver cómo en todas las poblaciones había órganos, con organistas profesionales al frente. Hay sitios como Páganos, Kripán y Yécora que los tenían.
Ésta es una materia sobre la que sigue realizando una investigación muy profunda, ¿verdad?
-En el próximo libro que quisiera acabar -aunque sea dentro de muchos años-, Órganos y organistas en Rioja Alavesa, cuento que en todas las poblaciones había músicos profesionales. Eso, en un ámbito rural como éste que parece que no tiene culturalmente nada, que solo tiene tractores, vinos y esas cosas, deja un poso. Esos músicos han estado totalmente integrados en la vida de Rioja Alavesa. Cambiaron de oficio en el siglo XIX, por necesidades, y con las guerras carlistas y las desamortizaciones se vieron obligados a salir a la calle a trabajar en otra cosa que no fuera la iglesia y se generaron las bandas civiles.
¿Cuáles son los orígenes de esas agrupaciones?
-En la década de 1880 surgieron tres bandas civiles: la de Laguardia, en primer lugar, la de Elciego y la de Labastida. Pocos años después aparecieron la de Oion y la de Lantziego. De todas ellas hay cuatro que existen todavía y dos que nunca han parado, que son la de Laguardia y la de Lantziego: es decir, ciento y pico años sin parar. Eso ha hecho que la gente tenga un gusto por la música muy importante. Por eso hay un gran pasado musical. Antes la música tenía un valor de oficio. Esto ha cambiado muchísimo, porque ahora pones Internet y parece que todo es suficiente. Las bandas surgieron porque los músicos se vieron abocados a salir a la calle, porque con las desamortizaciones fueron despedidos de las iglesias. Pero la música y los músicos no desaparecieron.
¿Y cómo se mantuvieron?
-Porque en un momento dado se decidió que todos los hijos del pueblo podían aprender música. Esto implicaba que o tu padre tenía dinero y te mandaba a aprender música con alguien, o eras muy, muy pobre, y te mandaban al seminario y allí aprendías órgano. De repente se dio el caso de que en Laguardia había cincuenta y tantas personas estudiando música. En Elciego pasaba algo parecido. Los habitantes ponían dinero para comprar instrumentos y todos los que querían podían aprender música. Como cualquier habitante sabía música y la música formaba parte de la vida del pueblo, se hacían necesarias las bandas.
¿Qué tiene Rioja Alavesa para que se mantenga esa actitud ante la música?
-Cada pueblo tiene un interés distinto. En general creo que hay una sensibilidad hacia la música en la comarca que no tienen otras zonas. Si vas a tocar a un pueblo de aquí, la gente disfruta de la música, algo que no ocurre en todos los lados. La música no es la fiesta y ya está. Aquí, en Laguardia por ejemplo, hay mucho interés por parte de los músicos, de la sociedad y también de las instituciones como el Ayuntamiento, para que esto siga.
Una buena muestra de ello son los numerosos conciertos que ofrece la banda de Laguardia, sobre todo durante el verano.
-Desde San José hasta vendimias no paramos. La banda de Laguardia hace entre 50 y 60 actuaciones al año, que para una banda aficionada es una cifra muy alta. Habría que buscar en el Estado un pueblo donde ocurra algo parecido. Y estamos hablando de una localidad de 1.500 habitantes.
Toda esa actividad tiene que tener un coste económico.
-La banda no es municipal aunque para algunos efectos lo sea, porque todo lo que se ve aquí -local e instrumentos- es municipal. La única banda que ha habido municipal en Rioja Alavesa ha sido la de Laguardia. Y me explico. Es la única que ha tenido un director de carrera por oposición desde los tiempos de la República. Incluso los músicos fueron músicos municipales, tenían que pasar examen y esas cuestiones. Todo aquello cambió cuando en los años 60 se creó la Seguridad Social. La creación de este sistema causó que, por ejemplo, en Gipuzkoa, desaparecieran casi todas las bandas porque no se podía pagar a la gente. Y en Laguardia, la agrupación dejó de ser banda municipal como tal, aunque el director si que era un trabajador del Ayuntamiento.
¿Qué pasó con los músicos de Laguardia?
-Con ellos se creó lo que se llamaba una agrupación musical. Lo que tenemos ahora es una banda que lleva 137 años tocando para el Ayuntamiento, con el que se relaciona a través de un convenio. Tenemos unas instalaciones y unas posibilidades económicas que son muy humildes, porque somos 1.500 habitantes, pero comparado con otros sitios estamos bien. Hay que tener en cuenta que aquí hay que estar todos los domingos, o en Semana Santa once días o en San Juan tocamos once, diez o doce días.
Mantener esa actividad no es posible si no hay un cierto liderazgo por parte del director?
-En su momento pude elegir entre trabajar en otros sitios o aquí, y me quedé. Tengo un arraigo. Para que esta banda funcione tiene que haber una persona que esté a jornada completa trabajando, especialmente en la Escuela de Música que es la clave del asunto. Yo trabajo, es cierto, pero la verdad es que puedo contar con todos los músicos en cualquier momento, menos en esta época de vendimias que son las únicas jornadas del año en las que no se ensaya. Hay pueblos donde hay músicos que dicen que no van a los ensayos de manera regular o que no quieren madrugar para ir a tocar. Los de Laguardia se ponen la camisa y el traje y a tocar. Eso ocurre porque hay una forma de educar desde niños, arrancan en la banda desde pequeños y empiezan a coger obligaciones. Entre nosotros se forma grupo, se crea amistad y el resultado es la suma de todos. Yo trabajo mucho y espero estar a la altura de los tiempos, pero si no están los demás, la batuta no se menea.
Esta relación ha permitido la creación de otros grupos dentro de la banda.
-Claro. No sólo buscamos hacer música de banda, sino ofrecer todo tipo de repertorios, desde zarzuela a sonidos actuales, pasando por música de cámara o... Este año, por ejemplo, hemos hecho una experiencia con un DJ, con el ánimo de ofrecer al público actuaciones distintas, dentro de las posibilidades técnicas y humanas que tenemos.
-¿Una de esas iniciativas fue la creación hace unos años de la banda joven?
-Esa es una de las cosas más importantes. Si lo que pasa en el aula funciona, hay una continuidad. La sociedad ha cambiado y las bandas, en general, de carácter amateur, están formadas por gente muy joven, personas muy bien formadas que, como sucede en el caso de Laguardia, no siempre se quedan aquí. Por eso la regeneración es muy importante.
En el resto de Rioja Alavesa también hay diferentes movimientos musicales.
-En el libro que he escrito sobre las bandas alavesas, que saldrá a finales de este año con la colaboración de la Diputación Foral de Álava, hablo de cada una de estas formaciones y de lo que ha sucedido en ellas. El nacimiento de cada una responde a distintas causas. Por ejemplo, las de Rioja Alavesa nacieron por el impulso que hubo a consecuencia de la filoxera en Francia. Ese fue el pico de riqueza más alto de la comarca y en esos años fue cuando los ayuntamientos de Elciego, Laguardia y Labastida tuvieron dinero para comprar instrumentos. Siempre hubo músicos y órganos en Rioja Alavesa y no hay más que ver fotos antiguas de bandas como las de las Juventudes Carlistas de Yécora o la banda de Oion o de pueblos como Leza o Navaridas. Hay un pasado que es analizable y por eso he escrito el libro, para que se vea lo que hemos tenido, para reflexionar hacia dónde vamos y pensemos qué vamos a hacer para que las bandas tengan valor ahora y sigan sirviendo a la música.
Dentro de su actividad, también está la faceta de compositor.
-Es parte de mi oficio. Me gano la vida como docente, llevando la banda y tengo mi parte como intérprete y otra como compositor. Ya son varios años y he grabado varios discos. Por ejemplo. el mes que viene presentaré en el Campos Elíseos de Bilbao un álbum que se ha grabado con temas míos. En el Euskalduna estaré el 13 de febrero de 2019 y siempre tengo varios encargos de distintas instituciones. Ahí sigo. Como interprete no sé si envejeceré bien, pero como compositor, si sigo aprendiendo, tendré años y seguiré haciendo un poco mejor las cosas. Soy un músico de formación clásica y estoy especializado en la música del siglo XVIII. Me gusta el mundo sinfónico, como es obvio, y tengo muchísima música para banda porque es un ámbito que he trabajado mucho. Ahora mismo me está interesando el jazz y creo que mi siguiente disco como compositor será con este tipo de música, una mezcla de jazz y música de cuerda. Pero me gusta todo. Lo último que me han encargado ha sido para txistu y cuarteto de jazz, que es lo que se presentará en el Euskalduna con la Banda de Txistularis de Bilbao, un contrabajo, una guitarra, una batería y yo con el clarinete. Tocaremos piezas que he hecho para ellos, mezclando la música tradicional con el jazz durante una hora. Cuando te hacen encargos, lo hacen sobre las cosas más variopintas, pero me gusta la música en general.
¿Qué proyectos baraja para el futuro?
-Además de los libros de las bandas y el de los órganos, he hecho otro sobre la música en Laguardia desde el siglo XII a la actualidad y ahora estoy acabando otro con un método digital para estudiar música con una aplicación. Tal y como están los tiempos, hay que acercar a la gente joven a la música de una manera cercana, sencilla. Se trata de un método de solfeo en soporte digital basado en mi experiencia de docente de estos años. También estoy ultimando la grabación de un disco, prevista para el 5 de noviembre, llamado Románticos Alaveses. Es un trabajo que está siendo posible tras investigar sobre compositores alaveses del XIX olvidados, uno de ellos de Lapuebla de Labarca. Grabaremos música para banda, de cámara y música de piano con la Banda Municipal de Bilbao.