Vitoria - Desde la puesta en marcha del proyecto bajo la batuta de Iker Sánchez, la Gasteizko Ganbara Orkestra ha afrontado proyectos bien diferentes entre sí, demostrando una versatilidad e inquietud que en esta cuadragésimo segunda edición del Festival de Jazz que está a punto de comenzar volverá a quedar patente. Junto al compositor y arreglista Miguel Blanco ha creado un concierto que este viernes abrirá la doble sesión de Mendizorroza contando, además, con la presencia de Perico Sambeat y su cuarteto.

¿Con qué se va a encontrar el público que acuda el viernes?

-Con un estreno absoluto. Miguel Blanco ha hecho un proyecto para que nosotros lo estrenemos junto al cuarteto de Perico en el Festival de Jazz de Vitoria, que creo que es algo que no ha ocurrido nunca. Me parece que esto, por sí solo, es algo muy potente.

¿Cómo surgió la idea?

-De la amistad que tengo con Miguel. Estudié en Musikene dirección de orquesta y cogí algunas asignaturas de jazz. Él fue mi profesor y de ahí nos hicimos amigos. Cuando dirigí la Gasteiz Big Band, le invité a hacer algún curso e interpretamos algunos temas suyos. Luego estuvimos años sin contacto, yo me metí en el mundo más clásico pero hace año y pico, volvimos a hablar y me comentó que tenía algunos temas con los que quería trabajar. Nos juntamos, hicimos el proyecto, fui donde Iñaki Añúa, le pareció buena idea y aquí estamos.

¿Y la presencia de Perico Sambeat?

-Yo le conocía, pero ha sido Miguel quien ha hecho ese papel de puente. ¡Qué mejor saxofonista que él, además con su cuarteto, para esta aventura!.

¿Hay un leitmotiv, una línea que una el repertorio?

-Realmente va a ser un repertorio bastante diverso. Uno de los puntos más interesantes para mí es que Miguel ha cogido música de Ravel y la ha latinizado, por así decirlo. Además, hay temas de Monk, del propio Perico... es decir, va a ser diverso. Y también curioso porque la orquesta va a tener también su protagonismo. Va a darse un diálogo entre la orquesta y el cuarteto.

¿Hasta qué punto hay ilusión, nervios, expectativas... o todo a la vez?

-Siempre, cuando trabajo con una orquesta sinfónica, hay un punto de tensión en el primer ensayo, una expectación por ver qué te vas a encontrar, cómo vienen los músicos... Pero una vez que empiezas a trabajar y a conectar, la cosa fluye. Por supuesto, me hace mucha ilusión. Poder estar en el cartel de un festival de jazz como es el de Gasteiz me parece muy ilusionante tanto para mí como para los músicos de la orquesta.

El público dirá pero ¿qué tiene que pasar para que usted se baje del escenario, como mínimo, contento?

-Uff, lo que pasa es que habría que analizar qué tipo de público va al festival, si son puristas o si es gente melómana en general. Claro que me pregunto cómo puede acoger una persona que es purista esa fusión entre cuarteto de jazz y la orquesta. Lo único que pediría al espectador es que se deje llevar, pero en este y en cualquier otro concierto. Creo que vamos a ofrecer unos recursos y unos colores muy especiales. Todo el aspecto tímbrico va a ser inusual en un festival de jazz. Imagina, 30 personas tocando un arreglo sinfónico con un cuarteto de jazz... creo que va a ser muy atractivo a nivel sonoro. Ahora, veremos cómo puede reaccionar ante eso un purista, un conservador del jazz. Es una apuesta que además hay que agradecer al Festival de Jazz de Vitoria. Y el futuro tiene que venir por ahí. Hay que fusionar, mezclar, sumar.

¿Habrá más posibilidades de encontrarse con este concierto?

-En principio, se va a limitar a la actuación en Vitoria. Es lo que nos ocurre siempre aquí. Hace un par de años estuve viviendo en Alemania y ves los recursos culturales que tienen y cómo la propia administración mueve. Aquí el esfuerzo es titánico y eso que tengo que agradecer muchísimo el contacto que estoy teniendo con la administración aquí en los últimos años. Nos faltan recursos, sobre todo humanos, pero con lo poco que tenemos, vamos tirando hacia adelante. Sin embargo, una de las situaciones que vivimos es que haces un gran trabajo para que algo ocurra una vez o dos a lo sumo.

A veces, además, el público es un poco reticente con lo que sabe que es local.

-Mi pelea personal siempre ha sido decir que aquí tenemos cultura y de calidad. Es verdad que tenemos la tendencia a valorar menos algo cuando vemos un nombre local o cercano. Pero eso no puede ser. Tenemos que empezar a valorar nuestro trabajo y el de nuestros compañeros de casa.

Ha estado sobre el escenario de Mendizorroza y ha sido espectador de muchos conciertos del certamen. ¿Son unas tablas complicadas?

-No es un escenario fácil. Tiene su encanto pero no es el mejor espacio ni para expresar ni para escuchar. Pero bueno, es el que tenemos y hay que sacarle chispas. Nos encantaría tener el auditorio que se presentó hace no sé cuántos años o el anterior, o contar con otro tipo de infraestructuras, pero... De todas formas, con un buen equipo técnico, es un lugar al que se le pueden sacar muchas chispas.

A lo largo de estos años se ha puesto frente a bandas y orquestas muy diversas y para hacer propuestas bien distintas. ¿Aún así, el trabajo del director, al fin y al cabo, es siempre el mismo?

-Para nada. De hecho, cada grupo es distinto en diferentes momentos. Si diriges a la Orquesta Sinfónica de Euskadi un mes y a los dos meses vuelves, te puedes encontrar otro grupo. Incluso te diría que cada día es diferente.

¿Le va a dar tiempo a poder ver algo del festival?

-Voy a tratar de escaparme (risas). Lo que no voy a poder es ir al Principal, que es un escenario en el que me parece que se hace una programación bastante interesante.

Puede que entre el público también se encuentren jóvenes músicos que están formándose. ¿Qué se les puede decir para que sigan apostando por la música?

-Lo que necesitan es ilusión y, por supuesto, disciplina. Estamos haciendo aquello que amamos. Evidentemente, hay que trabajar muchísimo y hay mucha labor individual, pero cuando llega ese momento de compartir con otros colegas, cuando aparece la energía, es algo indescriptible. Es muy orgásmico, muy bruto.

¿Tiene futuro el jazz en el siglo XXI?

-Sí. Cuando el veneno del jazz se te mete dentro, no te queda otra (risas). Es muy complicado vivir del jazz hoy y me parece que la gente que trata de tirar por ese camino tiene un mérito enorme.

La Gasteizko Ganbara Orkestra lleva ya unos cuantos años de recorrido. ¿Está donde quiere?

-Hombre, me gustaría que estuviese más asentada, que tuviese una temporada y esos recursos que nos faltan. Pero realmente creo que lo que hemos hecho hasta ahora es para estar muy contentos. Nadie nos ha regalado nada. Lo que hicimos, por ejemplo, con Asier Polo en el Principal fue uno de nuestros máximos a nivel artístico.

De bandas sonoras a jazz pasando por ópera, música clásica... ¿no le dice algún componente de la orquesta que esto es un poco esquizofrénico?

-(Risas) Un poco. Pero en esa variedad también hay un aliciente importante para los músicos. Estamos entre 40 y 60 personas cercanas al grupo y a todos nos ilusiona salir del Principal con Asier Polo a hacer ahora esto del Festival de Jazz. Te da vida. Igual que nos pasará en Navidad. Desde el Principal nos han invitado para tocar el 21 y el 22 de diciembre y vamos a intentar atraer a grupos corales de Vitoria y hacer un concierto al uso, igual que hacen, por ejemplo, el Orfeón Donostiarra y la Orquesta de Euskadi en la capital guipuzcoana. Se trata de inventarse todo el rato.