Con las manos vacías pero con un hambre insaciable. Así regresa el compositor y cantante vasco Marko Un-tzeta, una de las joyas escondidas de la música euskaldun, con Eguzki gorri bat (Gaztelupeko Hotsak), un quinto disco de Americana “más luminoso” que el anterior y que presentará el día 22 en Beikozini, el antiguo Kafe Antzokia de Ondarroa.
Eibarrés de nacimiento pero un auténtico trotamundos musical con la única compañía de su guitarra y el inglés en su periodo de formación en garitos y esquinas de Londres, Untzeta, que se definió a DNA como “kantu idazle outsiderra”, regresó a su tierra y fue tornando el inglés inicial por el euskera. A día de hoy ya es responsable de discos como Gaua basamortuan o el desolador y reciente Seinaleak, marcado por un fuerte carácter social (incluso político) y la aridez musical proyectada por el Nebraska de Springsteen, disco que, junto a Born in the USA, incluye en “la colección de discos más escuchados en mi periodo de formación”.
Cuatro años después de Seinaleak, Untzeta vuelve con Eguzki gorri bat, una colección de once canciones que surgieron de la lucha entre su pasión y la realidad cotidiana de su autor. Profesor de lengua y literatura, confiesa que “preferiría publicar a mayor ritmo” aunque las obligaciones laborales se lo impiden. “Sin lo primero, no hay segundo. Y funciona en sentido contrario también porque me resulta difícil entender la vida sin canciones; sin escucharlas, componerlas y tocarlas”, apostilla el artista euskaldun.
Eguzki gorri bat es su quinto disco en dos décadas, que el eibartarra ha grabado en los estudios Tio Pete de Urduliz, con Unai Mimenza como técnico y con “un sonido más básico y directo, de grupo tocando junto en una sala”. Y como curiosidad, es el primero en el que su grupo, denominado Esku Hutsik, aparece en la portada del disco. Giovanni Zanon (guitarra eléctrica), Anjel Ituarte (bajo) e Iñaki Belaustegi (batería) le acompañan desde hace años, pero es la primera vez que comparten con Untzeta estudio de grabación.
De Bruce a Petty y Young Tras el desolador mensaje de Seinaleak, crudo incluso en su formato musical, ya que el eibartarra lo grabó en solitario, el aire y el cierto positivismo entran en estas canciones, tal y como se evidencia desde el tema que da título y abre el álbum. “Un sol rojo naciendo en el horizonte/no os quedéis esperando al que nacerá mañana”, canta Markos siguiendo “el lenguaje directo del folk y del blues”, ya que, explica, “son las fuentes de las que he aprendido los secretos del oficio de escribir canciones”.
Y en esa cuna referencial está el legado de Springsteen, junto a los repertorios de Tom Petty, Bob Dylan, Neil Young, Steve Earle y Lucinda Wiliams. Todos ellos planean por las once canciones nuevas de Untzeta, volcadas en la música de raíz estadounidense, del folk al rock, pasando por el country y el blues, y con un papel destacado a la guitarra eléctrica y solista de Giovanni Zanon.
Aliado de gráciles y bonitas melodías, Untzeta firma baladas folk como Buhame erregina o Esku hutsik, que equilibra con temás más rítmicos y expansivos, caso de Oi denbora! (con ecos vocales del Ramoncín maduro) o la trotona y country Iraganeko lekuak. En Nire gaurko herriak saca a pasear la armónica, en Bada zerbait... remite a Balerdi Balerdi y en Haurtzaroaren hondartzak se arrodilla en un homenaje claro a One step up, de Springsteen.
Tiempo, amor y amistad El Untzeta de 2018 se sabe maduro y, por tanto, se entrega en varios temas al paso del tiempo y su consecuencia, la nostalgia. A la de su viejo Eibar, a ese ya sin fábricas y que le cuesta reconocer, en el caso de Nire gaurko herriak, tema en el que canta “nire herrian arrotz sentitzen naiz”; y a la de una niñez en la que compartía, feliz, playas con su familia.
A pesar de ese regreso brumoso al pasado, que comparte con visiones de su mirada a la amistad y al amor, Untzeta tiene los pies bien anclados en el presente. Y se muestra sin miedo al futuro, resistente a las desgracias (”oi bata eta bestea ametsen bidetik orian ere zorion edo gaitzean”) y positivo. En Esku hutsik canta “esku hutsik berriz ere baina gose ase ezin hau da bizirik egotea” y se despide con los versos “begira iezaiozu zeruari nire ondoan eserita, desio multzo eder multiplikatua”, con la esperanza en el siguiente paso.