Vitoria - Tras la ración de gospel de ayer por la noche, la cuadragésimo primera edición del Festival de Jazz de Gasteiz entra hoy en la normalidad de sus dobles sesiones en Mendizorroza, un polideportivo que los dos protagonistas del cartel preparado conocen bien. Para abrir boca, el guitarrista Larry Carlton. Para completar la propuesta, el bajista Stanley Clarke. De las seis a las cuatro cuerdas. No hay perdida.
Hay que recordar que, en principio, no era este el planteamiento inicial del certamen. En realidad, se había ideado una doble sesión con la guitarra como punto de referencia de principio a fin, siendo Carlton la guinda a una propuesta que debía abrir Robben Ford. Sin embargo, al poco tiempo de hacer el anuncio, este último, tras cambiar de manager, canceló todos los compromisos europeos del norteamericano, incluyendo el de la capital alavesa, al considerar que para su representado era más importante tocar al otro lado del Atlántico. Como curiosidad decir que esta hábil táctica empresarial se traduce en que sólo tiene dos conciertos en julio en Estados Unidos, uno que ya se ha producido y otro, este viernes, en Kalamazoo (Míchigan).
Más que la molestia de la sustitución, al festival le fastidió de manera importante este comportamiento porque la venta de abonos y entradas ya se había puesto en marcha cuando se conoció la noticia. Aún así, son muchos los que piensan que el evento ha terminado ganando con el cambio puesto que aunque se ha roto esa idea de la noche dedicada a las guitarras, no hay duda de que Stanley Clarke es un músico con mucha más categoría, calidad y empaque.
Situaciones previas a un lado, la cita de hoy en Mendizorroza comenzará a las 21.00 horas (el mismo horario que se repetirá hasta el sábado en todas las dobles sesiones), estando las entradas disponibles por un precio único de 30 euros. Y aunque, como se decía antes, Carlton tenía que haber marcado el cierre, será el guitarrista el primero en encontrarse con el personal.
De su anterior visita al viejo polideportivo han pasado siete años. Esta vez no repite compañía -qué buen trabajo hizo en aquella ocasión Travis Carlton al bajo- y la pena es que al final Ford se haya borrado del cartel, porque ambos tienen un disco en común editado no hace tanto que hacía presumir alguna colaboración especial en Gasteiz. Pero bueno, no hay que lamentarse por lo que podía haber sido. No está el tiempo para perderlo. Así que mejor pensar en lo que el guitarrista ofrecerá esta vez en formato de cuarteto y tras haber actuado ayer en Londres.
Como líder de su propio proyecto o trabajando para y con otros, el de California puede presumir de una larga y premiada trayectoria, aunque tampoco hay que ocultar que como le pasa a tantos músicos dentro de este género, el reconocimiento que tiene en Estados Unidos no se corresponde con el aprecio del gran público ni a este lado del Atlántico ni, en ocasiones, al otro. Con todo, y dejando a un lado algunos trabajos de estudio y algunas grabaciones de directo más que apreciables, cualquiera que haya visto al guitarrista en directo sabe que sus conciertos siempre tienen a dejar al personal con ganas de más. Una buena y cada vez más rara virtud.
Tras él será el momento de otro reencuentro para Mendizorroza. El turno será para Stanley Clarke, que vuelve al festival tras ocho años de su última visita, una actuación especial en la que se unieron tres bajistas de lujo en el panorama internacional: él, Marcus Miller y Victor Wooten. Casi nada.
Esta vez acude dentro de una intensa gira europea que a muchos con menos años les pondría de los nervios. Desde hoy en Gasteiz -el viernes estuvo tocando en Canadá- hasta el 3 de agosto, la agenda para en Holanda, Alemania, Inglaterra, Francia, Austria y Suiza, un tour en formato de cuarteto en el que el bajista de Filadelfia es, con diferencia, el más veterano con respecto a sus compañeros de viaje. Habrá que estar atentos, sobre todo, al trabajo de Beka Gochiashvili, joven apadrinado por Chick Corea (buen amigo y compañero de Clarke, con el que actuó en 2014 en Donostia).
Así, el también productor y compositor, que actuó en la capital alavesa por primera vez en 1984 junto a Miroslav Vitous, planteará un diálogo en el que bajo y batería tendrán que vérselas con los teclados tanto de Gochiashvili como de Cameron Graves. Eso sí, aunque sus tres compañeros de viaje (falta por mencionar a Mike Mitchell) son más jóvenes, eso no se tiene que llevar a pensar que son unos inexpertos. Ni mucho menos. Otra cosa es que en comparación con Clarke...