Cannes - Polémicas aparte -por ser una producción de Netflix-, la fábula anticapitalista del surcoreano Bong Jon Ho, Okja, recibió ayer una buena acogida en Cannes pese a sus excesos, mientras que la inmigración vista desde el surrealismo del húngaro Kornél Mundruczó se llevó los primeros abucheos.

Una jornada que empezó agitada para Okja en la proyección de prensa, en la que hubo pitada contra Netflix -por competir con películas que van directamente a la televisión- e interrupción por problemas técnicos, pero que acabó con una recepción positiva para una producción extravagante y muy cuidada.

Bong, conocido por películas como Memories of Murder (2003) y The Host (2006) llegó a Cannes junto al reparto hollywoodiense de su película -Paul Dano, Jake Gyllenhaal, Lily Collins y Tilda Swinton, además de la joven Seo-Hyun Ahn- para presentar una cinta en la que carga contra el capitalismo y defiende con vehemencia la naturaleza y los animales.

Y lo hace con ese estilo fantástico y difícilmente clasificable con el que suele rodar sus películas. En este caso todo gira alrededor de un cerdo super gigante (Okja), criado en las montañas coreanas por una niña (Seo-Hyun) y su abuelo. Una criatura creada de la nada por una compañía de alimentos, que hace creer al mundo que ha sido hallada en Chile. “Cuando miras en un globo, los países más opuestos a Corea son Uruguay y Chile. Siempre he querido ir pero no he podido, así que al menos así he ido cinematográficamente”, explicó.

Deudora de la animación de Hayao Miyazaki -“como realizador, si quieres hablar del hombre y la naturaleza, no te queda otra opción que estar bajo su sombra”, afirmó el coreano-, la historia enfrenta al espectador con la violencia que algunos sufren, tanto personas como animales, para que otros vivan en la abundancia.

“Vivimos en una época capitalista que nos hace felices por una parte, pero en la que nos resulta difícil sobrevivir, a nosotros y también a los animales. Nos hace sentir cansancio y sufrimiento”, explicó el realizador sobre una historia que utiliza una estética de cuento y un humor absurdo e histriónico para hacer más fácil de digerir la violencia de algunos momentos.

Una mezcla de realidad y metáfora, como lo describió Gyllenhaal, que aseguró que rodar este filme le ha hecho mirar de forma diferentes a los adultos, a los niños y “a lo que hacemos a los animales y al medioambiente”. El actor estadounidense interpreta a un presentador televisivo de un programa de naturaleza que no tiene ningún reparo en colaborar con la empresaria (Swinton) que ha creado los cerdos gigantes con el único objetivo de lucrarse. “Creo que este filme puede cambiar el punto de vista de la gente que lo vea”, opinó Gyllenhaal, mientras que Swinton aseguró que es una “lección para todos nosotros sobre cómo vivir”. Es, agregó, “un correctivo importante en un momento en el que el capitalismo encuentra trucos para meternos en el consumismo”.

Una película preciosista, con un tierno cerdo gigante como protagonista junto a una actriz de 13 años, Seo-Hyun Ahn, que es la más creíble de un reparto bastante sobreactuado -en especial Gyllenhaal- y que cuenta con unas preciosas imágenes que vale la pena ver en pantalla grande. Algo que solo se podrá hacer en Cannes, en Corea del Sur y en unos pocos países mas elegidos por esta producción que en el resto del mundo se verá solo en televisión.

AL ALMA DEL ESPECTADOR Kornél Mundruczó, que con su filme anterior, White God (2014), se llevó el premio principal de la sección Una cierta mirada, saltó a la competición oficial con Jupiter’s Moon, la historia de un inmigrante sirio en Budapest que, tras recibir un disparo de un policía, descubre que puede volar. “Para mí es más un ángel que un superhéroe”, dijo el realizador de una película complicada de entender y que fue abucheada tras su primera proyección de prensa en Cannes. “Se necesita tiempo para entender lo que hemos visto, decidir si lo creemos o no”, reconoció Mundruczó, que explicó que su intención es dirigirse “directamente al alma del espectador”.

Una película sobre el caos que reina en Europa y también sobre la posibilidad de encontrar algunas nuevas creencias que permitan resistir. Según apuntó el realizador, su película “pertenece” a la Europa actual, que no ha dado las respuestas adecuadas a los problemas existentes. “Debemos resolver la crisis juntos y plantearnos qué representa Europa para nosotros porque estamos en crisis y las ideologías actuales no aportan ninguna respuesta a los problemas que tenemos. Pero hay que perseverar”, reflexionó.