MADRID - El director artístico Manuel Gil Parrondo y Rico, ganador de dos Oscar por su trabajo en Patton (1970) y Nicolás y Alejandra (1971) y conocido por participar en películas como El Cid o Doctor Zhivago, falleció el sábado en Madrid a los 95 años. Gil Parrondo (Luarca, Asturias) murió en su domicilio, en el que vivía junto a su mujer, Gabi Insúa.
“No tenía otra enfermedad que la de ser mayor. Este año hemos estado rodando, a partir de una novela de Sánchez Piñol, una película -Cold Skin, aún sin estrenar- y seguía en activo”, ha detallado su sobrino Óscar. Con Carlos Saura estaba preparando desde hace tiempo un proyecto sobre Picasso y lo último que había estrenado era la película de José Luis Garci Holmes & Watson. Madrid Days (2012), ha explicado.
Nacido el 17 de junio en 1921 comenzó a trabajar como ayudante de decoración en 1939, con Amalio Martínez Gari, y en 1951 asumió la dirección artística de la película Día tras día, de Antonio del Amo, e inicia una etapa prolífica para luego empezar a trabajar en diversas producciones estadounidenses que se ruedan en España.
Era el responsable de decorados tan “impresionantes” como los de Lawrence de Arabia o Espartaco y trabajó con directores como George Cukor, Stanley Kubrick, Orson Welles o Anthony Mann. Fue el encargado de la dirección artística de casi todas las películas de José Luis Garci, desde Volver a empezar, y ha trabajado con otros directores españoles como Jaime Chávarri o Pilar Miró, además de en series de televisión de Mario Camus, Pedro Masó o Fernando Méndez Leite.
Aseguraba que él no había hecho películas “ni buenas ni malas” y achacaba su participación en películas como El retorno de los mosqueteros, de Richard Lester, y a su trabajo con actores de la talla de John Huston, Ava Gadner y Charlon Heston a su “buena suerte además de algo de trabajo”. El cine, decía, había sufrido un “gran cambio” en los últimos años lo que había supuesto “ganar algunas cosas y perder otras” como, citaba, “trabajar sobre un plató vacío y hacer en él tu propia montaña o tu selva” y no hacerlo todo mediante tecnología digital. Apostaba por el cine español, “a la altura de cualquier cine internacional”, y aseguraba que cuando él había comenzado en el mundo del cine “era impensable que las producciones españolas estuviesen donde están ahora”.
Su trayectoria estaba marcada por dos Óscar de la especialidad que obtuvo con las películas de Franklin Shaffner Patton y Nicolás y Alejandra además del cuarteto de premios Goya por las películas de José Luis Garci: Canción de cuna (1994), You’ re the one/Una historia de entonces (2001), Tiovivo c.1950 (2005) y Ninette (2006).
Siempre se sintió decorador de cine más que director artístico y decía que eso, a pesar de “las máquinas diabólicas”, como él se refería a la tecnología digital, no había variado. Le gustaba recordar la etapa de su trabajo con Sigfrido Burgmann, un hombre que le enseñó “todo” y con el que trabajó 14 años. Aquella, la de la célebre Cifesa, decía, fue una época dorada porque “se hacían muchas películas a la vez” y había que crear desde castillos medievales a ciudades enteras, aunque su ídolo era Cedric Gibbons, el director artístico de la Metro.
El realismo en el decorado era su seña de identidad ya que creía que la función del decorado era “copiar a la naturaleza” y que lo “falso” pasara “inadvertido” y a ello permaneció fiel toda la vida, como lo fue a su querido Real Madrid, al que iba a ver todos los domingos acompañado de su íntimo amigo Julián Mateos - Efe