bilbao - A días de cumplir 81 años y medio siglo después de su primer disco, Paco Ibáñez sigue en la carretera vendiendo compromiso, rebeldía, humanismo y poesía. Vivencias es el nombre de una gira que le acerca hoy al Arriaga, en la que repasa su carrera en diferentes idiomas, euskera incluido, con guiños a Mikel Laboa, Imanol y Xabier Lete. “El espíritu rebelde no me lo quita ni Dios”, asegura en esta entrevista.

Nunca había actuado tanto en Euskal Herria como últimamente.

-Tiene razón. Por interés de alguien o por casualidad, es así, de lo que me alegro mucho porque me permite practicar mi pequeño euskera con la prensa, con mi primo Iñaki y con la gente que va a verme. Así no lo olvido. Aquí, en Barcelona ¿con quién voy a hablarlo?

Vuelve a casa. A una de ellas, al menos, ¿verdad?

-Claro, a mi casa, mi caserío y mi infancia. Siempre revivo cosas. Hace poco volví a ver la fuente a la que acudía de niño cuando llevaba la comida al monte a mi tío y a quienes segaban la hierba. Me llevaba dos horas de camino, hacia arriba. Siempre recordaba esa agua pura y cristalina, la sensación de plenitud. Y ahora, hace dos años, descubrí el manantial. Fue una alegría inmensa.

Es que uno no se acaba de ir nunca de los sitios a los que ama.

-Así es, están siempre entre nosotros.

La gira se llama ‘Vivencias’.

-Es sobre lo que me ha tocado vivir. El nacer en Valencia, ir en pañales a Barcelona, donde pasé la Guerra Civil, marchar de refugiado a Francia, donde a mi padre lo detuvieron los nazis y mi madre se quedó sola con tres hijos? Acabé en el caserío, cerca de Andoain, con mis tíos y mi abuelo, hablando euskera hasta los 14 años.

Y se le canta a esas vivencias, claro.

-A esas que has vivido y las que te creas tú, las que te han visitado. Van contigo y obran dentro de ti. Me pasó tras salir de Euskal Herria e ir a Francia, donde viví casi dos décadas. Por eso digo que soy vasco-catalán-francés.

¿Se le canta también a lo que nos duele y a lo que perseguimos?

-Claro. Y a las ocasiones que te ofrece la vida. Es cuestión de suerte, como la que tuve yo en Francia, donde conocí a artistas, escritores, poetas, cantantes? Y luego en Catalunya, a la que quiero mucho. Será cuestión de carácter. Algo me habrá quedado de lo que me hicieron sentir y que guardo para cantarlo en esta gira.

El inicio de la gira fue en París. ¿Obligado?

-Exacto, en el Théâtre des Champs-Élysées. Casualidades de la vida. Yo iba allí con mi hermano Rogelio a ver los ballets españoles y flamenco. Hacía castañuelas para Antonio y Rosario, y se las entregábamos en el teatro. ¡Quién me iba a decir a mí que 50 años después cantaría allí! Los milagros de la vida.

Otro milagro es que pueda expresarse en tantos idiomas.

-Es fruto de mis vivencias, de vivir todos los idiomas de la península. Domino tres: catalán, euskera y castellano. El gallego no lo hablo, pero lo canto. En el Arriaga cantaré en todos ellos, pero también en italiano, porque en Italia he actuado muchísimo, de norte a sur, y en francés, claro. Me duele que en Bizkaia se hable tan poco euskera. Yo estaría dispuesto a colaborar porque el vasco que no habla euskera no es un vasco completo. Es tremendo y se debe a la carga imperialista de un idioma que se impone y desequilibra. El euskera debía hablarse con toda naturalidad en Euskal Herria. ¿Es español alguien que no habla castellano? Hay que poner voluntad y amor propio.

Le cantará a Laboa y a Lete.

-¡Cómo no! Y también a Imanol, que era otro grande. Imagino que cantaré Zure tristura, una obra maestra.

Rescató a Lorca para su primer disco y se siguen buscando sus restos. Cuánto dolor inconcluso ¿no?

-La de las víctimas del franquismo es una herida abierta, la de miles de asesinados en las cunetas y cuyos cadáveres no se han recuperado todavía. ¡Y se olvidan de ellas por el puto fútbol!

¿Cómo ve a Euskal Herria desde fuera?

-Como un pueblo con unas características y un idioma propio que tiene la tendencia de imitar a los demás. Ellos, los anglosajones, son los mejores siempre. No, hombre, no. Sabino Arana defendió su tierra y la identidad, aunque se pasó con algún tinte racista.

¿Y a Catalunya, se entienden fuera sus deseos?

-Solo quien vive su misma situación. En Francia, tan jacobinos, pues no. Ni es España, aunque no pudieron eliminar los cuatro idiomas de estas tierras. Los catalanes son, primero, catalanes, y después españoles? si ellos quieren. Yo he cantado por el derecho a decidir. Y si quiere ser independiente Asturias, pues bien. Es como con el divorcio. Pero es difícil que les dejen por cantidad de intereses y un orgullo puramente imperialista.

Sigue rebelde a los 80 años.

-Como cuando de pequeño no saludaba al modo militar en las cenas a mi abuelo carlista, que se creía Napoleón. Yo nunca lo hice. No tuve una educación antimilitarista ni política, pero era ya así, a pesar del miedo que existía en aquellos años. Y he seguido ese camino hasta hoy. Ese espíritu no me lo quita ni Dios, está dentro de mí, como la necesidad de respirar.

Rebeldía sinónimo de libertad.

-Sí, van juntas, dadas de la mano.

Jara decía que “no canto por cantar”.

-Tenía razón, aludía a no cantar a insustancialidades. Él tenía fondo y potencia, y cantaba para transmitir sus ideas a los demás.

‘Vivencias’ incluye un proyecto ligado a la poesía y llamado ‘Palabras con alas’.

-Es una manera de involucrar a los jóvenes en la poesía, a través de la enseñanza, con cursos didácticos. Funciona con éxito en Catalunya y los primeros interesados han sido los alumnos. Se enfrentan a la poesía en carne y hueso.

Sin la poesía?

-El mundo sería más atroz todavía, y ya lo es mucho. Basta con ver a los refugiados en Europa. Es cosa de esta sociedad materialista, que guarda un silencio horroroso ante el sufrimiento. Me identifico mucho con ellos porque yo también fui un refugiado. No aprendemos, no hay nada que hacer con esta sociedad egoísta. Tiene grandes estrategas detrás, como el imperialismo americano.