madrid - Antes de convertirse en una controvertida estrella mediática y no siempre explicable diana popular, Ramoncín fue un rockero de peso, con canciones y una presencia escénica solventes que le generaron decenas de miles de fans, especialmente en Euskal Herria, que le veneró en los años 80. El de Vallecas acaba de reeditar su mejor disco, el histórico Arañando la ciudad (Warner), en una edición especial con inéditos cuando se cumple su 35 aniversario. Paralelamente, Sony ha reeditado en vinilo los primeros discos de otros clásicos del rock en castellano como Moris, Tequila, Kaka de Luxe, Obús y Leño.
Umbral le llamó “ángel de cuero y fisonomía de navaja, rockanrolero lumpen boicoteado por el rock nenuco”. Se refería a Ramoncín, de quien Loquillo suele decir que sin él “no habría tenido los cojones de subirme nunca a un escenario”. Si tienes menos de 30 años quizás no entiendas nada, pero ese personaje hoy a punto de pasar por un juzgado tras su participación en la junta de la SGAE, fue una estrella del incipiente rock en castellano, a principios de los 80.
Tras un debut provocativo inspirado en el punk y un segundo disco que aguantó el tirón, Ramoncín editó en 1980 uno de los mejores discos de rock en castellano de la historia, Arañando la ciudad, con estética de cómic en su portada y un halo callejero a lo Springsteen, a quien el de Vallecas daba las gracias por entonces “por hacer tan buenas canciones”. Hoy, 35 años después y con su autor a punto de cumplir 60 castañas, el disco todavía late y exuda rock de barrio y asfalto, y canciones con olor y sabor a prostitutas, sexo, priva, pasma, juego, drogas, muerte y deseos de libertad.
“Una estancia prolongada en Londres” tuvo mucho que ver en la gestación del disco, así como “decenas de conciertos, el descubrimiento de Nick Drake, el nacimiento de mi segunda hija y la urgencia de grabar un tercer disco sin perder comba”, recuerda Ramoncín, que destaca el papel de su banda -“los músicos estaban acostumbrados a mí, y a mi manera de trabajar-, especialmente del guitarrista Fernando Murias, “guitarrista genial y enloquecido por las posibilidades del instrumento”.
Escuchar Arañando? es toparse, de entrada, con una de las mejores canciones rock en castellano: Hormigón, mujeres y alcohol, con su redoble de batería y su riff de armónica. Aún mejor es la urbanita Ángel de cuero, con saxo, piano y una clarísima atmósfera springstiniana. El resto se pasea por personajes que emulan a los de Lou Reed y algunos riffs stonianos en cortes como Mey, la lumi o Reina de la noche. Y aquel chaval que llevó el rombo en el ojo se hizo adulto con el aroma nocturno de cabaret de Flores negras, la mítica Putney Bridge (crónica del final del punk) o la crítica Un babe, en la que da un repaso irónico a la new wave con su canción? más nuevaolera.
otros pioneros Además de Arañando la ciudad, que se reedita con extras como Pasamos casi de ná, Hijos rebeldes y dos temas en vivo, también Sony ha rescatado 17 álbumes en vinilo de 11 bandas estatales capitales para entender el rock actual. La operación, que forma parte de una primera tanda del catálogo completo de Chapa Discos, el sello “del rollo” impulsado por Mariskal Romero, incluye varios debuts, caso de Matrícula de honor, de Tequila, Canciones malditas, de Kaka de Luxe, y Fiebre de vivir, de Moris, y los discos homónimos de Bloque, Asfalto, Leño y Topo.
Obús y Barón Rojo aportan el sonido más heavy del lote, que incluye también el rock urbano de Cucharada o el r&blues de Mermelada. “No todo era movida en los 80. Los discos editados por Chapa llevaban años enterrando al dictador. Desde mediados de la década anterior, Asfalto, Leño, Mermelada o Cucharada ponían una banda sonora alternativa a la Transición con su rock urbano, valiente y vitalista. Pero el tiempo impondría el relato de la movida, lo que condenó al ostracismo a aquellos pioneros del rock en español”, lamenta Romero. Esta revisión, realizada cuando se cumple el 40º aniversario de Chapa Discos, acaba con una injusticia histórica.