madrid - Hoy ya no lo podrá hacer. Hoy la noticia de su muerte es verdad y el divertido José Sazatornil, Saza, no podrá agradecer su “hermoso” obituario, que lo será, porque es parte del corazón de una profesión de la que sólo le apartó la pérdida de la memoria de la que, paradójicamente, siempre había presumido. Y es que, hace muchos años, falleció una persona con su mismo nombre y un periódico publicó una necrológica sobre el actor. Él mismo llamó al diario para agradecer el obituario publicado porque, recordaba en el homenaje que le tributaron los críticos en 2013, “les había quedado muy bien”.
Pero Saza falleció en la madrugada de ayer, a los 89 años, en la desmemoria, en el olvido de sí mismo, diagnosticado de una demencia senil que aconsejó su ingreso en la residencia en la que estaba, según explicó su nieta Cristina, desde que se hizo inviable su cuidado en su domicilio. Presente en muchas de las grandes películas del cine español, Saza hizo disfrutar durante décadas al público como eterno y genial actor secundario en multitud de papeles que le convirtieron en uno de los grandes cómicos del cine y el teatro. Desde que con 13 años subiera por primera vez a un escenario, este cómico catalán alternó durante su carrera el teatro y el cine pero también fue empresario de revista y autor de comedias.
Nacido en Barcelona el 13 de agosto de 1925, comenzó actuando en el teatro de aficionados, etapa en la que llegó a interpretar 280 comedias entre 1938 y 1945, pues cada domingo representaba una nueva obra. Tuvo que esperar a septiembre de 1946 para debutar en el Teatre Victoria de Barcelona. Más tarde pasó por las compañías de Paco Martínez Soria y la del madrileño Coliseo Benavente. La comedia musical fue su siguiente paso y, en 1953 desembarcó en el cine.
Fantasía española fue, en ese año, la primera del centenar de películas en las que actuó Saza, actor de reparto en las más destacadas comedias de los años 60 y 70. Entre ellas, la que le deparó un mayor éxito popular fue La escopeta nacional, donde encarna a un inolvidable empresario que organiza una cacería con la alta sociedad para mejorar su negocio de porteros automáticos, todo un homenaje al humor de lo absurdo. En contraste a personajes como el que encarnó en esta cinta, marciales, iracundos e intransigentes, el actor era “un amor” que siempre estaba bromeando, disciplinado y discreto “al máximo”, siempre junto a su esposa aunque no perdiera nunca la ocasión de requebrar “muy a la española”, como él tronaba, “a las féminas”.
A las órdenes de los principales directores de la época intervino en multitud de películas: Las que tienen que servir (1967), Los gamberros (1954), Las viudas (1966), Un millón en la basura (1967) o Fray torero (1966), y en películas de destape como El love feroz (1975), Colorín, colorado (1976) o El periscopio (1978). Fue en 1989 cuando recibió un Goya al mejor actor de reparto por Espérame en el cielo, de Antonio Mercero, al que se fueron uniendo otros reconocimientos por su trabajo. Además de intervenciones en La Colmena en 1982, o El Año de las Luces en 1986, son especialmente recordadas sus interpretaciones en la surrealista cinta de José Luis Cuerda Amanece que no es poco (1988), o en Todos a la cárcel, de Luis G. Berlanga (1993).
Su paso por el teatro no fue solo como actor sino que además fue director y productor, así como autor de comedias, de las que escribió cinco en colaboración con Armando Matías Llíu. El mundo del espectáculo y la sociedad española se quedan sin uno de sus grandes cómicos, ese actor que solía despedirse con un: “Felicidades mil les desea Sazatornil”.
“En esto, decía Fernán Gómez, hay que perdurar y llegado el momento hay que quedarse quietito y tranquilo y no estropear nada de lo que has hecho. Saza ha sido un ejemplo en esto. Uno está triste pero como mira hacia arriba y dice maestro, también tú has cumplido”, señaló ayer Imanol Arias, tras el fallecimiento del actor.
El presidente de la Academia de Cine, Antonio Resines, lamentó ayer la pérdida de Saza: “Es una pena, de verdad, es un grandísimo actor y para el cine es una lástima siempre que se marcha un actor importante”.
El director de cine Imanol Uribe calificó a Saza como una persona “entrañable y que ha estado en el corazón de todo el mundo”.
Para Velasco, Saza era “irrepetible”. La actriz afirmó ayer que ha tenido la “suerte inmensa” de haber trabajado con él. “Hicimos una gira inolvidable. Tengo muchos y muy buenos recuerdos”, señaló.
“Saza es de esas personas que por su propio carácter no era un hombre de prodigarse en los sitios y quizás pareciese que estaba en segundo plano, pero profesionalmente ha estado siempre en primer plano”, señaló ayer el productor y expresidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho.