Nunca he entendido el sentido de la celebración de cruentas batallas históricas. ¿Qué se celebra? Si en las guerras hay muertos, horror, sangre por doquier. ¿Qué se ha celebrado en el bicentenario de la Batalla de Vitoria? Más de doce mil personas, con nombres y apellidos, fueron asesinados en dicha batalla. Conmemorar, celebrar este hecho cruento recreándolo en vivo y en directo, pero desde una óptica teatral que banaliza la muerte, jugando a soldaditos, ¿qué sentido tiene? Si de lo que se trata es de sensibilizar a la ciudadanía sobre el espanto de las guerras, el camino no es ese. Convertir una batalla en un espectáculo, en un videojuego bélico llevado a la realidad, en un acontecimiento con pretendido tirón turístico, no es el camino para sensibilizar a nadie. Más bien es el camino para promover ciertos antivalores muy alejados de los valores que tendrían que difundir nuestras instituciones.
Hemos costeado una recreación bélica con dinero que surge de los departamentos de cultura. Se ha conmemorado la victoria sobre el ejército francés, dicen. ¿Quizá los franceses deberían conmemorar la invasión por parte de Napoleón de la península ibérica? Puede que a ellos les parezca un hecho glorioso. Un ejemplo: Napoleon: Total War - The Peninsular Campaign es un videojuego bélico que cualquiera puede adquirir por 6 euros. Pero no ha sido pagado por el Gobierno francés. Si alguien quiere divertirse jugando a soldaditos que lo pague con su bolsillo.
Es curioso que una ciudad, y un partido político en concreto, que hace pocos años quería eliminar el monumento que celebraba esa batalla ahora esté pensando en realizar un "monumento vivo", una recreación de dicho acontecimiento bélico, con carácter bienal. Y el argumento es el siguiente: van a venir turistas. Cualquier excusa no es buena para atraer turistas. Hay un turismo de sol y playa que degrada los entornos naturales. Y hay un turismo sexual de cuyos efectos mejor no hablar. Dos ejemplos claros de que todo turismo no es beneficioso para una comunidad.
De la misma manera que los pedagogos aconsejan que los niños no jueguen con armas de juguete, o vean ciertas películas bélicas, para que no vayan creciendo en base a unos antivalores, los mayores no deberíamos costear con dinero público esta especie de cómic de Hazañas bélicas desplegado sobre nuestra ciudad.
Hace años nuestro Ayuntamiento, en los 80, en tiempos de Cuerda, se declaró insumiso al servicio militar. El que escribe estas palabras fue insumiso. Y lo sigo siendo. De verdad: se podría haber aprovechado esta onomástica para haber incentivado la reflexión sobre el horror, sinsentido, de las guerras: charlas, debates, exposiciones? Pero claro, ahí no tendríamos "tirón turístico". Para finalizar: tirar del turismo bélico en una ciudad que dice llamarse capital verde no es nada coherente.