Donostia. "Estamos ante la gran obra de Arantzazu", afirmó ayer Iñaki Beristain, franciscano del santuario oñatiarra encargado de la relación con los medios. "Gran parte de esa magia que se respira en la iglesia es gracias al mural de Lucio Muñoz", aseguró. El retablo del artista madrileño cumple 50 años el 26 de octubre y Arantzazu lo celebrará el próximo sábado, en un acto que quiere homenajear y aplaudir tanto la figura de Lucio Muñoz como el retablo que se encuentra en el ábside la iglesia de Arantzazu.
"Dejó sin duda una de las cosas más bellas en el arte de Arantzazu", subrayó Beristain. El retablo, de 600 metros cuadrados, llegó a ser el mural pictórico más grande del mundo. "Sin duda es una de las obras de arte sacro más importantes del siglo XX", dijo el franciscano.
recuerdo La asociación Amigos de Arantzazu y Arantzazu Gaur Fundazioa han preparado los actos de conmemoración del retablo. La jornada del sábado empezará a las 10.30 horas con una mesa redonda en el centro cultural Gandiaga Topagunea en el que participarán los artistas Antonio López y Julio López Hernández y su hijo Rodrigo Muñoz. López Hernández fue el escultor que ayudó a Lucio Muñoz en la elaboración del mural y gran amigo suyo. Ambos artistas presentes en la mesa redonda, fueron compañeros desde los años que convivieron en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Después, a las 12.30 horas, el arquitecto navarro Miguel Ángel Alonso, creador del centro Gandiaga, realizará una lectura explicativa del ábside. El acto estará acompañado de una interpretación al órgano de varias piezas por parte de Esteban Elizondo, ya que Muñoz era "muy amante de la música".
Además de estas conferencias, se celebrará un certamen de pintura rápida. Habrá tres infantil, juvenil y adulto. Los ganadores de las dos primeras obtendrán un lote de material de pintura, mientras que los tres primeros clasificados en la categoría de adultos, recibirán 1.500 euros, 750 y 400, respectivamente. El concurso se desarrollará a lo largo de todo el día y el jurado estará formado por lo tres participantes en la mesa redonda de la mañana.
La revista Arantzazu, por su parte, ha elaborado un monográfico especial titulado Lucio Muñoz Arantzazun, que contiene una vasta documentación gráfica, una reseña biográfica, los testimonios de su hijo y su esposa, un escrito del propio Muñoz y dos lecturas posibles a la obra, una desde el punto de vista artístico, del crítico de arte Edorta Kortadi, y otra desde la espiritualidad y el simbolismo del franciscano Javier Garrido.
la obra El retablo se terminó a finales de octubre de 1962, sin embargo, su historia empieza mucho más atrás, en 1952, cuando Carlos Pascual ganó el primer concurso para pintar el ábside. En aquel momento "hubo muchos problemas con todo el arte de Arantzazu y se paralizaron las obras", relató Beristain. Pascual falleció tres años después de la prohibición y, cuando se levantó el veto, se tuvo que celebrar otro concurso, que ganó Muñoz.
El pintor madrileño presentó una maqueta de una obra abstracta que gustó al jurado. Para inspirarse acudió a Arantzazu y él aseguró luego que se había quedado tan impresionado por el entorno del santuario que su intención era "meter el paisaje dentro".
Así comienza el ábside. En la parte baja se intuye un tronco de espino (arantza), de un tono oscuro. A partir de allí, conforme el retablo sube en altitud, "la pintura se aclara", explicó Beristain. "El entorno de la Virgen coge otra luz, otro color, más sincero, es un ascender de lo oscuro a lo claro, de lo ocre a lo azul", indicó el franciscano.
Según Beristain "el ábside presenta, dentro de la sobriedad y una espiritualidad enorme, ese recogimiento y esa magia que tiene el mensaje de Arantzazu". Aunque Muñoz no fuera creyente, le marcó la Virgen de Arantzazu, y mediante su abstracción semi figurativa, consiguió "quitar la narración descriptiva y quedarse con el núcleo". Beristain también ofreció una interpretación simbólica del retablo, ya que dijo que allí se presenta la lucha del bien y el mal, de oñacinos y gamboinos, latente en la época en que apareció la Virgen.
Uno de los grandes aciertos del artista fue conseguir que, en una superfície colorista e impactante de 600 metros cuadrados, destacar la pequeña talla de Nuestra Señora de Arantzazu, de tan solo 36 centímetros.
El sábado, pues, se rendirá homenaje a uno de los grandes artistas que contribuyó a embellecer el santuario de Arantzazu.