Hay dudas -como siempre que pasa demasiado tiempo- en la atribución del comentario sobre la ardilla. Ése que cuenta que, en torno a la época romana, una ardilla podía cruzar la península de árbol en árbol sin necesidad de poner pie en tierra. Pues bien, la ardilla ha llegado al fin a tierras vascas, y ha establecido su madriguera en Gasteiz. Porque un colectivo creciente de gente la ha apadrinado al percatarse de que ya no puede saltar. De que el campo cultural es un erial recién devastado por los recortes -organizan su funeral, incluso- a pesar del omnipresente logotipo verde.

Hay dudas con la citada atribución de la anécdota. Pero poco importa. También esta Ardilla Ilustrada es una especie común que no busca personalizarse sino aglutinar personas. Visibilizar un sentimiento creciente huyendo de sellos políticos y proponiendo movimientos sobre los escaques. "Ponemos en marcha esto desde nuestra responsabilidad ciudadana".

Todo este cultivo comenzó, como tantas otras reivindicaciones recientes, desde las redes sociales. Pero no se quedó en un feedback de calentamiento mutuo. En simples cruces de lemas, juegos de palabras ingeniosos y quejas sin catarsis. "El cabreo virtual no sirve de nada, la palabra clave es acción". Así que esta ardilla clonada -la misma insatisfacción late en cada ejemplar del grupo- se decidió a montar una itinerante madriguera y pasar a esa acción que es sinónimo de pensamiento. De vida, al fin y al cabo.

La Ardilla Ilustrada está en la calle. Lo ejemplificó hace dos días cubriendo los muros y fachadas de la ciudad con la esquela de Doña Vida Cultural de Vitoria-Gasteiz, "herida de muerte a consecuencia de un fatal accidente político", ése que se ha llevado por delante, sin necesidad de patinazo por nieve, un montón de proyectos culturales amparando su tijeretazo en necesidades presupuestarias. Quienes quieran unirse a la conducción del cadáver, ésta tendrá lugar el domingo 12 a las 13.00 horas en Virgen Blanca. No sólo la sardina contará este mes con entierro.

Pero la cosa -aunque empieza- no acaba ahí. "Hartos del palo y la zanahoria", de una cultura "cosmética", de ver "cómo el tejido cultural se está mutilando" mientras se dilapida en macroproyectos y se musculan grandes eventos "en nombre de la cultura", la red de ardillas sigue poblando su árbol de ideas. Acciones de calle, audiovisuales, socialización de informes... Hay formas infinitas de socializar la labor de "maquillaje que ha llevado a cabo el gobierno municipal trasladando convenios y cantidades económicas de un sitio para otro".

Y no es cuestión de personalizar -aunque "el protagonismo es de la política del Ayuntamiento"- en partidos, ya que consideran que la dinámica popular es heredera de la anterior legislatura socialista, con connivencia del resto de representantes. "Y el ciudadano se abandona a las instituciones y acaba por no fiscalizar su trabajo", algo que, a la inversa, ejercita el gobierno.

Con esa actitud, la de fiscalizar, la del Watchmen que "vigila al vigilante" y se niega a caer en espirales burocráticas que desaniman cualquier intento de protesta, las ardillas denuncian el "cortoplacismo" y la búsqueda única del santo grial del "rendimiento político y económico, porque ven la cultura como un business".

La cultura, las políticas sociales, la educación... Porque los diferentes gabinetes "hacen y deshacen a su antojo", y estos roedores aseguran que en esos mismos equipos hay muchos técnicos "de perfil alto" desaprovechados y ninguneados, capaces de desarrollar proyectos más sensatos si contaran con capitanías más capacitadas y capaces.

Muchas metáforas y comentarios se han colado estos dos últimos días en su blog, con cerca de dos mil visitas en apenas unas horas. En torno a la del perro del hortelano viaja una muy ejemplificadora, "la del padre que le regala el tren eléctrico a su hijo pero no le deja jugar con él por si lo rompe". Una suerte de "todo para los vitorianos, pero sin los vitorianos".

Asociaciones, fiestas, ferias, jornadas, materiales, adquisiciones... O, lo que es lo mismo, libros que no se leen, actuaciones que no encuentran escenario, música que se silencia, proyecciones que no encuentran pantalla, proyectos que no llegan a nacer, encuentros sociales que nunca serán, pensamientos que se estancarán un poco más... Las ardillas quieren que se siembre -bellotas, claro- para poder recoger en un futuro, y que la cultura "no sólo pase por el centro de Gasteiz", que el domingo 12 sea un gran reflejo de la no sumisión. Por eso apostarían por un Consejo de la Cultura realmente activo. Por eso planean crear ellas mismas, "ya que no lo hay, un Departamento de Cultura" que asuma verdaderamente su trabajo y no sólo se muestre "muy guay y muy progre" repartiendo palmadas y delegando "en el arrojo y el empeño de la iniciativa privada", que es la que, en su opinión, esta asumiendo la verdadera programación cultural de la ciudad.

De la red forestal de aquella lejana ardilla a la red de redes que ha levantado la liebre. De esa interconexión a un bosque de personas que poblará en diez días la Virgen Blanca contribuyendo al espíritu green. Un bosque de árboles sin nombre propio, con la anónima fuerza colectiva, que es la que esperan sumar en una cita -presión para el cierre presupuestario- que buscará un toque lúdico. Ante el rebajón, ha llegado la ardilla, que al verse aislada en su árbol se niega al virus sedentario. Y comienza a explorar ramas encontrando a más de su especie. "La unión hace la fuerza"... "Sin cultura no hay futuro".