El naturalista cántabro Jesús Suso Garzón, pionero y referente del ecologismo español, impulsor del Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres) y fundador de la Asociación de la Trashumancia y Naturaleza, falleció el pasado 23 de diciembre.

Conocido como Suso “el de las trashumancias”, desde que en los noventa consiguió que miles de ovejas atravesaran el centro de Madrid en defensa de las cañadas, está considerado también, como digo, el padre del Parque Nacional de Monfragüe, por el que luchó y de cuyo consejo fue fundador y presidente.

Suso Garzón será recordado sobre todo por su lucha para recuperar las vías pecuarias, la ganadería extensiva y defender a los últimos trashumantes frente al modelo actual basado en una ganadería industrial, insostenible y falta de arraigo. Suso Garzón defendía a ultranza el pastoreo estacional como una pieza clave de nuestra cultura y nuestra historia que había que rescatar, y toda la red de vías pecuarias, desgraciadamente cada vez más en desuso, la consideraba como muy importante en la lucha contra el cambio climático, en su doble vertiente, de mitigación y adaptación a los impactos que ya se suceden y que vendrán, para producir alimentos, además de más calidad, reduciendo el consumo de agua, piensos y energía, y también de cara a combatir el abandono rural. Para ello fundó organizaciones conservacionistas enfocadas a este objetivo, como Concejo de la Mesta y Trashumancia y Naturaleza, y se convirtió en un pastor más que cada año se ponía en marcha al frente del rebaño de ovejas, cabras o vacas para trashumar en busca de nuevos pastos.

Le conocí hace muchos años. He hecho recorridos con él en la trashumancia. Estuvo en las Jornadas Zumardi, después se llamaron Naturaldia, de Tolosa (Gipuzkoa), mi pueblo natal, que organizamos durante muchos años.

La aventura comenzó de la mano del equipo del CIT De Tolosa, donde se impulsó, con Shole Martin a la cabeza, en 1990 el proyecto de divulgación medio ambiental Jornadas de Naturaleza Zumardi. En 2005 estas Jornadas continuaron con un nuevo rumbo, gracias al apoyo del Ayuntamiento de Tolosa y de la Diputación Foral de Gipuzkoa, que apostó por mantener esta forma de concienciación y difusión creando un nuevo marco de colaboración con GestoNatura e impulsando el nacimiento en 2006 de TolosaNaturaldia.

Desde sus comienzos, las Jornadas han querido promover el debate y divulgación del pensamiento y expresión de la cultura del medio ambiente y la ecología en la búsqueda de un aporte al desarrollo de una conciencia de sostenibilidad en nuestro entorno, reuniendo cada año un grupo destacado de expertos medioambientales a nivel nacional e internacional, entre ellos el gran Suso Garzón.

Precisamente, el pasado 6 de diciembre la trashumancia, a la que tantos años se dedicó de cuerpo y alma el amigo Suso Garzón, fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en su reunión celebrada en Kasane (Botsuana).

La trashumancia, presente a lo largo de todo el territorio del Estado español, de comunidades como la CAV y Navarra, entre otras, desarrolla su actividad –tal y como se recoge en una publicación del Ministerio de Cultura del Gobierno español– en dos marcos espaciales diferentes y complementarios. Se trata de los territorios donde el ganado permanece aprovechando los pastos a lo largo del ciclo anual, denominados agostadores e invernaderos.

En el Estado español, zonas que históricamente han sido utilizadas como agostadores están las de Sierra de Gredos, Montaña de León, Alto Macizo Ibérico, Pirineo Aragonés, Albarracín-Cuenca-Molina, Alcaraz-Cazorla-Segura, Sanabria, Sierra Nevada, Pirineo Catalán, Gúdar-Maestrazgo, Cordillera Cantábrica (Pernía-Páramos-Alto Campoo), Sierras Penibéticas, Pirineo Navarro, y Andía-Urbasa-Entzia.

En recuerdo de Suso Garzón, “el de las trashumancias”

En cuanto a las zonas tradicionales de invernada se pueden citar al Valle de Alcudia, La Serena, Sierra Morena Oriental, Los Pedroches, Extremadura, los Campos de Calatrava y Montiel, la costa mediterránea, las provincias de Segovia, Ávila y Salamanca, el bajo Guadalquivir y las Bardenas Reales, en Navarra.

A estos dos tipos de territorio de pastos se suman los rastrojos y barbechos presentes en terrenos agrícolas, así como toda la red de vías pecuarias, por la cual se produce el traslado del ganado entre ambos espacios, que en el caso de Navarra, están catalogados alrededor de 2.100 kilómetros de vías pecuarias que se dividen, según su anchura, en cañadas reales, pasadas y traviesas, existiendo 13 cañadas reales. La más oriental de las cañadas navarras y la de mayor longitud es la Cañada Real Roncalesa, que une los pastos pirenaicos roncaleses de verano con los páramos bardeneros pastoreados durante el resto del año.

En el caso de Euskadi, tenemos varias trashumancias, como la que se da entre los meses de mayo y noviembre, cuando los pastores y sus rebaños forman parte del paisaje que encontramos en las campas de Gorbeia.

Concretamente, en el conjunto del Estado español existen 125.000 kilómetros de vías pecuarias que cubre todo el territorio peninsular y de las islas, que ponen de manifiesto que la trashumancia es una práctica que estaba extendida por el actual recorrido de todas las comunidades autónomas.

Aún hoy, el desplazamiento estacional de rebaños sigue siendo un patrimonio vivo que ha originado una gran riqueza cultural y etnográfica. Esta actividad ha aunado históricamente el aprovechamiento de los recursos naturales y el ganado mediante la denominada cultural pastoril trashumante, produciendo interrelaciones familiares, sociales económicas, patrimoniales y biológicas y modelando y contribuyendo a la coherencia y vertebración del paisaje peninsular. l

Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente