La segunda estación de este ciclo electoral llega hoy, domingo 23 de julio; salvo que los resultados de esta nueva cita con las urnas condujeran a una repetición de elecciones (hipótesis no improbable caso de que ninguno de los dos bloques en presencia lograse sumar apoyos hasta lograr la cifra mágica de 176 diputados), el último eslabón llegará en junio de 2024, con las elecciones al Parlamento Vasco y al Europarlamento.
Estas elecciones no llegan en un buen momento para el nacionalismo institucional que representa el PNV; ni por el tipo de convocatoria, que invita a la polarización personalizada en las opciones de Sánchez versus Feijóo, ni por el escaso tiempo transcurrido desde las recientes elecciones forales y municipales; es probable que la tendencia de pérdida de apoyo electoral atisbada con nitidez en estas últimas no se invierta, pero tal vez se modere porque la abstención crítica que llevó a muchos votantes nacionalistas a no votar a las listas del PNV no llegará al mismo porcentaje y porque tampoco cabe prever un traspaso de votos desde el PNV a EH Bildu, fuerza que llega sin complejos y con el viento de cola a esta nueva cita electoral.
Del resultado de hoy domingo, de lo que decidamos los electores, que somos el auténtico contrapoder (no olvidemos que cada sociedad acaba teniendo el gobierno que se merece porque es el que elige con su voto o con su abstención, luego no cabe quejarse), va a depender el desarrollo de la política española en los próximos cuatro años, pero también a más corto plazo va a condicionar las estrategias de las respectivas fuerzas políticas vascas en Euskadi.
Si triunfara el bloque de la derecha, el PSOE mirará a corto plazo hacia Catalunya más que a Euskadi, confiando en que un previsible adelanto electoral en tierras catalanas confirme los buenos resultados de Salvador Illa; aquí, en Euskadi, el PSE comenzará a marcar distancias desde dentro del Gobierno vasco respecto al PNV, y todo ello en un momento clave de la legislatura y con leyes de gran trascendencia pendientes de tramitación y aprobación, como la ley de educación, la de empleo, la de la ciencia y la de transición energética y cambio climático. Ese previsible actuar del PSE en caso de triunfo de la derecha en Madrid lo hará para tratar de marcar perfil propio frente a su socio de gobierno en Lakua, y esperará así hasta analizar qué política de pactos adoptar a futuro.
El PP vasco, caso de resultar Feijóo vencedor en Madrid, apostará por mantener sin cambios la inercia victoriosa de una política que le dará réditos en España, sí, pero a cambio de mitigar su crecimiento en Euskadi. Respecto a otras fuerzas como Podemos o Sumar, es probable que, caso de no gobernar en Madrid, entren en un nuevo ciclo crítico, sin espacio electoral real en Euskadi para otra izquierda distinta a las que ya representan PSE y Bildu.
¿Y EH Bildu? si sus votos acabasen posibilitando la continuidad del Gobierno Sánchez en La Moncloa, es previsible que no haya un giro en una estrategia que les ha dado y les seguirá reportando buenos resultados. Pero su objetivo es Ajuria Enea, la vanguardia institucional que no han logrado en Gipuzkoa se tratará de lograr en 2024 con el Gobierno vasco. Y si en Madrid gobernara la derecha, si Feijóo acaba siendo investido presidente del Gobierno español, la estrategia de la izquierda abertzale será otra: la mirada hacia Euskadi y su futuro probablemente cambie y la agenda política vasca cobre un renovado protagonismo donde todo será posible y con una, tal vez, inédita hasta el momento política de pactos.
Desde la vertiente del PNV, sea cual sea el resultado electoral en Madrid hay mucho por hacer, por decidir, por reflexionar y por ejecutar. Tanto en el plano institucional como el de gestión y sobre todo en el ámbito más de partido, de pura ponencia política y de estrategia de reaproximación a la sociedad vasca.
El simple cambio de personas al frente de las instituciones no es suficiente para recobrar la confianza ciudadana y para fortalecer su capacidad para vertebrar Euskadi. Llegan meses intensos, interesantes y muy importantes para la política vasca. Llega la hora de la verdad, cuyo primer capítulo se dilucida hoy. Despejado el primer factor de la ecuación (quién gobernará en Madrid) se irán despejando las estrategias de cada opción política. Y la última palabra la tenemos siempre nosotros, los electores.