Tenemos que partir de la base que a estas alturas del Tour, los corredores que son capaces de entrar en las fugas son muy buenos. Además, en Saint-Étienne el ganador siempre ha salido de una escapada. La tradición se ha cumplido una vez más. La victoria se la ha llevado Mads Pedersen. Creo que era un corredor que merecía ganar una etapa en el Tour. Aquellos que calificaron el triunfo del Mundial de sorpresa y bluff, se quedan sin argumentos. Estamos ante un corredor que honra aquel Mundial. Hay que respetar a los corredores que vencen las buenas carreras. Tampoco es casualidad que sea un danés el que haya ganado la etapa y que con anterioridad también venciera Magnus Cort. Además de que el líder, Vingegaard, es danés. El ciclismo danés lleva trabajando la base muy bien en los últimos quince años. Si observamos los campeonatos de Europa o los Mundiales de categorías inferiores, ya sea en juveniles o en aficionados, los daneses obtienen muy buenos resultados. Nada es casualidad. Están trabajando de una manera silenciosa, con una federación comprometida con el ciclismo de base y obteniendo resultados. Como siempre solo nos acordamos cuando llegan los triunfos. El ciclismo, como todo deporte de élite, necesita una gran labor silenciosa detrás, con inversiones fuertes y mirando siempre al futuro. Generalmente los resultados no son nunca inmediatos y por eso tiene mucho mérito perseverar. El futuro siempre llega y se convierte en presente. Ahora el presente es danés. Nos debería hacer reflexionar. Los países que estaban en la cima han olvidado las bases y ahora pasan por malos momentos. La solución es ponerse a trabajar mirando a los países emergentes para mejorar. l El autor es exciclista de Once, Euskaltel-Euskadi y Liberty y director del Grupo Eulen.