n 5 de agosto de 1939, de madrugada, Antonia Torre escucha desde su celda en la cárcel de Las Ventas de Madrid el motor de una camioneta. En ella se llevan a sus 13 amigas, también encarceladas por ser rojas. Se las imagina abrazándose, unas a otras, sabiendo a dónde van. Las imagina bajándose del remolque; las arrastran hasta el paredón, dándose la mano unas a otras frente a los verdugos. Unos minutos después escucha la ráfaga de disparos. Puede imaginarse los cuerpos de sus 13 amigas de entre 18 y 29 años, cayendo abatidos, a oscuras, junto a la tapia de un cementerio de Madrid.
Que ella no hubiera estado en ese furgón se debió a un mero error registral: en el acta de la orden de ejecución, se había escrito Antonio en vez de Antonia. Pero la represión franquista no perdonaba. Llegado el momento, el 19 de febrero de 1940, fue transportada en un furgón y fue fusilada.
Sin embargo, este fusilamiento apenas trascendió. Nada que ver con el de sus trece amigas, a las que la Historia bautizó como Las Trece Rosas. La vida y la muerte de Antonia, la rosa número 14, quedó borrada prácticamente de los anales, hasta que una mirada histórica más centrada en los hechos secundarios, la rescató. Entre los nuevos historiadores, Carlos Fonseca escribió un libro titulado Trece rosas rojas y la rosa 14: la historia más conmovedora de la Guerra Civil.
Quince años después, un 1 de diciembre de 1955, volvía a ocurrir un borrado histórico similar, pero en Alabama (Estados Unidos). Corrían los tiempos de la segregación racial, que prohibía a las personas negras ir a los mismos colegios o a las mismas cafeterías que las personas blancas. Tampoco podían sentarse en el autobús en los asientos reservados para los blancos.
Pero aquel día, Rosa Parks, que volvía a casa en autobús después su trabajo agotador como costurera, se sentó en uno de estos asientos. Cuando el conductor le ordenó que se levantara, ella se negó. Fue arrestada por la policía y convertida, sin pretenderlo, en un icono del movimiento por los derechos civiles de las personas negras. Todo ello a pesar de que ya antes otra mujer negra, Claudette Colvin, un 2 de marzo de 1955, había protagonizado un incidente similar y también había sido encarcelada por negarse a ceder su asiento a un blanco en un autobús.
Para explicar por qué casos como el de Claudette, Antonia y otros quedan relegados de la Historia oficial, un grupo de 58 escritoras y escritores han participado en un libro coordinado por Milena Sanz, titulado A la sombra. Actores secundarios de la Historia. En el libro se recuerdan las vidas de 57 personajes cuyos nombres han sido solo recordados como acompañantes de quienes pasaron a la Historia oficial como protagonistas. Algunos ejemplos: Victoria Kent, llamada la yema de la clara de Clara Campoamor; la Malinche, consejera de Hernán Cortes; Camille Claudel, escultora que marcó una forma de cincelar que tanto influyó en su amante Auguste Rodin, aunque solo este pasara a la historia...
La reivindicación del lugar que merecen estos 57 personajes históricos es uno de los signos de nuestra era posmoderna. El posmodernismo, como corriente de pensamiento en la que nos encontramos, está caracterizado por una crisis de los grandes relatos. Ya no existe UNA Historia con mayúscula, sino muchas historias con minúsculas. Ya no existe UN Pensamiento único, sino muchos pensamientos. Ya no existe UN Personaje central en cada revolución, sino muchos personajes que hacen posibles las transformaciones colectivas.
Resulta curioso que esta reivindicación ya estuviera presente en los últimos deseos de las 13+1 Rosas, antes de morir. De hecho, una de ellas aprovechó la última carta que le permitieron escribir a su familia, antes de ser ejecutada, para pedir literalmente "que mi nombre no se borre de la historia".
Afortunadamente no se está borrando. Sirva este texto como reconocimiento a esa manera de relatar la historia de esas Antonias, Claudettes y otras rosas, para que no se marchiten en el olvido.
"Mamá, solo pido que mi nombre no se borre de la historia"
El libro 'A la sombra' recupera la historia de 57 personajes históricos secundarios, ensombrecidos por el renombre de parejas o amistades