MADRID. ¿Por qué ha invertido esa cuantiosa cantidad si ya contaba con su propio servicio de mensajería instantánea?

Whatsapp, compañía de origen estadounidense de 55 empleados, ha cosechado en cinco años 450 millones de usuarios -el 70 por ciento se conecta a diario al servicio-, registra un millón de descargas cada día y 50.000 millones de mensajes cruzan su plataforma cada 24 horas.

Su ritmo de crecimiento, su relevancia fuera de Estados Unidos, especialmente en Europa y América Latina, y la evolución en el uso de redes sociales -especialmente entre los jóvenes- desde un modelo más exhibicionista hacia otro más privado y personal en el que encaja la mensajería instantánea son algunas de las claves de esta transacción que sorprendía anoche a la industria tecnológica.

"Es un movimiento defensivo. No están diciendo 'Facebook es una plataforma maravillosa y con esto estamos mejorándola'. Están diciendo 'como compañía necesitamos hacer una cosa diferente y aquí está esa cosa distinta', ha indicado a Efe la responsable europea de análisis de la consultora IDC, Alys Woodward.

La experta ha explicado que todas las redes sociales tienen un ciclo de vida y que, una vez que empiezan a perder usuarios o a detectar que su uso decae, comienzan a desinflarse, de ahí la decisión de Facebook de adquirir Whatsapp.

"Facebook tiene esa paranoia de 'no quiero ser el chico del siglo pasado, el que se queda atrás, y el próximo Facebook lo voy a tener yo también' y ahí la frontera la dibuja muy claramente el móvil. (...) Intenta responder a todo", ha afirmado a Efe el cofundador del grupo editorial Weblogs SL, Antonio Ortiz.

Ortiz ha descartado que a Facebook le vaya mal tener una base de usuarios de edad avanzada, ya que éstos tienen mayor valor adquisitivo que los jóvenes, pero ha matizado que es una "alarma roja" el que la juventud comience a echar raíces en otro tipo de comunicación.

El responsable editorial de Weblogs SL ha aseverado que, para charlar en privado, Facebook ha empezado a percibirse como un sitio menos adecuado, menos personal y demasiado complejo. En la mensajería instantánea, ha añadido, la interactividad y la involucración son además más elevadas que en la red social.

Si en el ordenador la red social fundada por Mark Zuckerberg consiguió ser la reina, el móvil es harina de otro costal y Facebook hace hincapié en fortalecer su presencia en este ámbito.

De hecho, la red social se está convirtiendo en el núcleo de una serie de aplicaciones separadas que actúan como satélites, pero que mantienen cierta integración con ella (Messenger, Paper, Instagram). Ahora Whatsapp es el satélite más grande.

Ambas compañías han asegurado que el servicio continuará funcionando de forma independiente y mantendrá su política libre de anuncios.

Tanto Ortiz como Woodward se han mostrado cautos a la hora de vaticinar si Facebook cambiará de opinión -y recurrirá a la publicidad- en el futuro si comprueba que el negocio no es sostenible.

Ambos han coincidido en que la operación supone un desafío para la red social.

"Parece bastante difícil que Facebook en un momento dado no intente integrar los dos sistemas, cruzar mi cuenta de la red social con mi teléfono móvil para así poder acceder a mi agenda de contactos", ha dicho el responsable editorial de Weblogs SL.

El modelo de negocio de Whatsapp se cimenta en el pago anual por el uso de la aplicación de una suscripción que no llega a un euro.

Ortiz ha apuntado que, si Whatsapp consigue establecerse como servicio de mensajería universal y estándar en sustitución de los sms, la operación tendría sentido económico.

Facebook ha recalcado que Whatsapp está en la senda para alcanzar los mil millones de usuarios y desde el servicio de mensajería instantánea han subrayado que la adquisición les da flexibilidad para crecer y continuar su internacionalización.

"Necesitamos tiempo para comprobar lo que va a ocurrir", ha remachado la analista de IDC.

Ambos expertos han descartado que Facebook vaya a monitorizar las conversaciones de Whatsapp para conocer mejor a los usuarios, debido a los problemas de privacidad que esto conllevaría, si bien Woodward ha reconocido que la publicidad superpersonalizada es una idea tentadora.