¿Hasta cuándo esta pesadilla? Es la pregunta que se hace el baskonismo tras asistir al enésimo bochorno. Cuando uno piensa que el equipo ya ha tocado fondo y el cupo de batacazos hirientes está cubierto, todavía hay margen para la sorpresa. Aún es posible seguir despeñándose hacia el vacío en una temporada donde no se atisba algún punto de inflexión para revertir el caos. El Palau también asistió a otra versión lastimosa del Baskonia, incapaz de reaccionar o salir de su agujero negro. Llueva sobre mojado con un grupo muerto y desprovisto de alma.

El Baskonia regresa de nuevo a la UCI. El triunfo ante el Unicaja fue engañoso porque el cuadro alavés vivió otra noche de terror en la Ciudad Condal. Quien albergara alguna esperanza de reanimación para el paso a planta tras la última alegría vivida en el Buesa Arena estaba equivocado. Un rival de campanillas como el Barça se encargó nuevamente de destapar las numerosas vergüenzas de un proyecto inestable que recibió la enésima puñalada en el corazón.

No son de recibo ya tantos episodios oscuros en una misma campaña. Duele en el alma tropezar tantas veces en la misma piedra y verse vapuleado con tanta facilidad. El Baskonia siempre se ha distinguido por su voraz espíritu competitivo pero hoy en día se ha convertido en una especie de muñeco del pim pam pum. Demasiadas afrentas en tan poco tiempo.

La visita al Palau -un fortín inexpugnable en la presente temporada entre las dos competiciones- se antojaba como un termómetro ideal para conocer el estado de sus constantes vitales. Pues bien, el Baskonia volvió a defraudar con otra actuación fantasmagórica que volvió a dejar señalados tanto en la cancha como en el banquillo con un Ivanovic incapaz de hallar soluciones ante el desbarajuste en todas las facetas. La derrota podía entrar en los pronósticos ante un dragón de tantas cabezas como el blaugrana que ni siquiera añoró a su rutilante estrella del perímetro (Higgins), no así las feas formas del enésimo desencanto.

Enoch, uno de los señalados tras la última victoria liguera, fue la sorpresa del cinco inicial de Ivanovic, cuya continuidad en Vitoria sigue pendiendo de un hilo y al que el equipo se le ha ido definitivamente de las manos. El ex del Obradoiro, único visitante que dio señales de vida, se zambulló en un vibrante pulso anotador con Mirotic, uno de los muchos martillos culés junto al certero Laprovittola. El montenegrino firmó un pleno desde el 6,75; el argentino evidenció que se le caen los puntos de los bolsillos actuando como dos pero en esta ocasión ejecutó suspensiones más propias de patio de colegio por la falta de oposición.

El dominio blaugrana fue apabullante desde el salto inicial con un Baskonia que revivió viejos fantasmas en el Palau. El rendimiento vitoriano ya olió a chamusquina a las primeras de cambio encajando otro aterrador parcial de 18-0 mostrando la desangelada imagen de casi toda la temporada. Fue un déjà vu de las humillaciones padecidas en Kazán o San Petersburgo con un grupo melancólico, huérfano de ideas e incapaz de poner atrás un listón mínimo de dureza.

El Barcelona disparó sus dígitos ofensivos ante la desesperante pasividad alavesa. Las vías de agua fueron incontables ante las caras largas de Salazar y Félix Fernández. Davies se paseó ante los apocados pívots visitantes, el balance a la hora de correr hacia atrás constituyó una rémora insoportable y la defensa de cambios automáticos volvió a allanar el camino para las cómodas canastas culés.

8

Derrota del Baskonia en el Palau frente al Barcelona

La sangría en el marcador fue más dolorosa a medida que avanzaban los minutos sin que emergiera algún ramalazo de orgullo para capear el temporal. Tan fácil lo vio Saras que se permitió el lujo de conceder la alternativa antes de tiempo a sus jugadores más secundarios como Oriola o Caicedo.

Debutó por fin Lamar Peters, pero el flamante refuerzo para el timón dejó sensaciones tan tétricas como el resto de compañeros. Salvo Enoch, nadie vio el aro local. Especialmente frustrante fue la manifiesta incapacidad acreditada por Baldwin, Giedraitis o Fontecchio. Por no haber, ni siquiera existió actitud en uno de los partidos más duros de presenciar de la historia del Baskonia en la Euroliga.