- Los voluntarios de las vacunas contra el covid-19 son los otros héroes y heroínas de esta pandemia aunque no siempre hayan sido suficientemente reconocidos. Porque ellos representan la pieza clave de la ciencia para poder vacunar a más gente y vencer al bicho. Nerea Sagredo, Sheila Márquez o Ernesto Herrera, prestan su cuerpo de forma altruista a la investigación para probar la seguridad y la eficacia de nuevos tratamientos. Las dos primeras participan en el ensayo que Curevac llevado a cabo en BioCruces, mientras que Ernesto Herrera colabora en la vacuna de Janssen (grupo Johnson & Johnson), que Europa podría aprobar a mediados de marzo.

Porque nunca antes se había requerido vacunar a toda la población mundial. Y se necesita una fabricación rápida y masiva que precisa de personas como ellos que den un paso al frente. El proceso de vacunación en Europa se acel erará gracias a la mayor capacidad de las actuales farmaceúticas -Pfizer, Moderna y AstraZeneca -pero también debido a la inminente llegada de nuevas alternativas, especialmente la de Janssen, a punto de vez la luz, o la incorporación de nuevas opciones como el antídoto de fabricación alemana, CureVac.

Esta firma ha depositado su confianza en dos centros vascos BioCruces y BioDonostia para para poder realizar la investigación "con todas las garantías de calidad y rigor científico". Según Eunate Arana, coordinadora científica del proyecto, "ser referente en un ensayo clínico de una vacuna para la prevención del covid con un promotor alemán, sabiendo que solo hay tres centros nacionales y tres países en Europa que participan, sin ninguna duda es un hito".

La inyección de CureVac replica la técnica de ARN mensajero, que estimula el sistema inmunitario, la misma que Pfizer y Moderna. Sin embargo, sigue un proceso que no necesita congelación, por lo que su distribución resulta relativamente sencilla.

Con una duración aproximada de 13 meses, los investigadores realizarán un seguimiento de los voluntarios durante un año para evaluar la seguridad a largo plazo. En este ensayo participan vascos mayores de 18 años, personas que no han pasado el coronavirus. Tampoco mujeres embarazadas ni quienes tengan grandes alergias o enfermedades crónicas de importancia. A los seleccionados les puede "tocar placebo o la vacuna". En el caso de que a alguno de los participantes le llamasen de Osakidetza para vacunarse "podrán saber qué les ha tocado y en función de eso tomar una decisión".

La próxima vacuna que se espera que llegue será la de Janssen, que acaba de recibir el aval de la Agencia del Medicamento estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) y que Europa piensa aprobar el próximo 11 de marzo.

Por eso, la incorporación de esta fórmula podría suponer el arreón definitivo a la inmunización ya que los especialistas están estudiando la posibilidad de que sea necesaria la inoculación de una sola dosis. Sin embargo, en los ensayos clínicos se han inoculado dos dosis.

Para el ensayo de esta vacuna se ha reclutado hasta 30.000 voluntarios de 9 países (entre ellos España donde se ha llevado a cabo de ocho hospitales).

Ernesto Herrera, mexicano de origen pero residente en Las Rozas (Madrid) lo tuvo claro desde el primer momento. Se inscribió en el hospital La Princesa para participar y ha recibido ya dos dosis. "Mi principal motivicación es la de ayudar a los demás", cuenta Herrera, bajo control médico. Porque todos ellos insisten en la necesidad de seguir investigando para contar con más opciones de antídotos y poder poner inyectables a mayor velocidad y no, a cuentagotas.