- El equipo de trabajo de la residencia San Francisco Javier en el pequeño concejo de Arroiabe, en el término municipal de Arratzua Ubarrundia, ha demostrado por activa y por pasiva que quiere mantener, ante todo, al "bicho a raya". En abril, tomó la decisión de confinarse con las personas usuarias del centro para protegerlas y proteger también a sus propias familias ante la actual crisis que se vive a nivel mundial a causa de la covid-19 y permanecieron así durante varias semanas. Ahora, encara este nuevo repunte de casos con incertidumbre.

En este centro no han registrado ni un solo positivo y la encargada, Ana Belén Pérez, asegura que es la mejor de las noticias, la de ser conscientes de que las medidas de protección que han tomado durante todo este tiempo y siguen tomando aún hoy están sirviendo para mantener a salvo a trabajadores y usuarios, que "las cosas se están haciendo bien", apunta.

Por el momento, recuerda que no han pensado tomar ninguna decisión más allá de las que vaya dictando el departamento de Salud del Gobierno Vasco, de quien reciben las directrices sobre cómo actuar y que va actualizando esa normativa para adecuarse a la situación que se vive en cada momento de este camino que ya llevan casi medio año andando. "Si nos hicieran un confinamiento serio, sí que tendríamos que ver qué hacer, pero las medidas de momento no son muy estrictas", recuerda. La última vez, en el momento en el que pronunciaron la palabra confinamiento, decidieron hacerlo ellas también.

Lo que tiene claro es que no va a prohibir la entrada a los familiares. La última vez optaron por hacer videollamadas con los usuarios para mantener ese contacto, también durante el periodo de confinamiento, pero reconoce que no es lo mismo. "Aunque no se puedan tocar, estar sentados a una mesa, uno frente al otro, es muy diferente que a través de una pantalla".

En ese sentido, asegura que no tiene sentido que ella decida cerrar la residencia "a cal y canto" cuando el Gobierno Vasco está recomendando que, si se sale con cuidado, las familias vienen una hora máximo, etc. no hay problema. A no ser, obviamente, que "tengas positivo, cosa que nosotras no hemos tenido".

En el caso de que tuvieran un positivo actuarían siguiendo el protocolo de emergencias, "aunque esperemos que no tenga que darse el caso, por supuesto". Los posibles casos estarían en un lado, los casos confirmados en aislamiento, y el resto, en otro lugar. "Es como hacer divisiones", explica. Además, y como son solo dos trabajadores en cada turno, harían que una de las trabajadoras se ocupe de unos usuarios y el otro de otros usuarios; es decir, se dividirán los residentes.

El futuro, lo que ocurrirá en las próximas semanas y meses, produce incertidumbre a las personas que trabajan en esta residencia, al igual que al resto de ciudadanos. Su expectativa es que, "si esto sigue así, no digo que llegue a un cierre de las residencias o a un confinamiento como el anterior, pero cada vez las medidas van a ser más restrictivas". Por eso, pide a todo el mundo que respete la normativa con el fin de evitar que eso llegue a ocurrir. A pesar de todo, Ana Belén asegura que va a seguir haciendo lo que ha hecho hasta ahora. "Los Bomberos se hicieron un pequeño lío y, al final, nunca vinieron a desinfectar, pero yo no he dejado de hacerlo igualmente", adelanta. Por eso, cada domingo sigue desinfectando la residencia, por si acaso, para prevenir y evitar de esta forma también riesgos para todo el mundo. Algo que Ana Belén tiene claro es que va a hacer todo lo posible por que el bicho no entre en San Francisco Javier. Ha colocado incluso carteles en la puerta de la residencia prohibiéndole el paso a la covid-19 y, aunque la última tormenta ha destruido sus mensajes, espera que igualmente sirvan de freno al coronavirus. "Esperamos que todo esto se solucione pronto", concluye.

"Estar sentados a una mesa, uno frente a otro, es muy diferente que a través de una pantalla"

"Si nos hicieran un confinamiento serio, sí que tendríamos que ver qué hacer"

Encargada de la residencia