o fue una decisión sencilla, pero las circunstancias han mandado y la comisión de txosnas ha puesto también en pausa este 2020 un espacio sin el que La Blanca no se entendería. La zona universitaria, hogar del txosnagune, presenta estos días un aspecto triste, sin el trajín de personas que año tras año no faltan a su cita con la música, con las casetas, con las carpas... Con la cultura, la reivindicación y la fiesta alternativa. Con un recinto que ha completado ya 40 años de camino no siempre de rosas. En su lugar, vehículos aparcados y un tranvía que en esta frustrada edición de La Blanca habría llegado por primera vez hasta las txosnas recuerdan que, aunque sin fiestas, la vida sigue su curso en Gasteiz. Todo quedará por un año en el recuerdo colectivo. Pero también en la calle, como reza el simbólico lema elegido por la comisión para estas jornadas tan atípicas: Kalea gara, kalean gara!

"Ver esto así nos impresiona. Se hace extraño. A mí no me parece que sea agosto, desde luego", reconoce Amaiur Arbe, integrante de la comisión, a escasos metros del campus de la UPV/EHU. La acompaña en su encuentro con este periódico Jon Ander Elosegi, también miembro de la comisión, quien asume que suspender todas las actividades programadas para el ciclo festivo fue "difícil" pero, en definitiva, "la decisión correcta". Un acto también cargado de simbolismo en el que fue uno de los escenarios primigenios del txosnagune, el parque de La Florida, sirvió para hacerla pública el pasado 24 de julio, a escasas horas del aperitivo festivo que acostumbra a ser Santiago. "Pena" también compartida por ser el verano en el que las txosnas de Gasteiz, cuyo programa musical lógicamente ya cerrado para este año se trasladará prácticamente íntegro hasta el próximo 2021, iban a cumplir esas cuatro décadas redondas. El resto de actos planificados a lo largo de este año tendrán que buscar también otras "fechas alternativas", según avanza Elosegi, aunque algunos como la final del concurso de bandas sí han podido celebrarse ya, concretamente este pasado lunes 3 en la sala Jimmy Jazz.

La situación sanitaria ha pesado por encima de todo, pero Arbe y Elosegi han echado en falta una mínima complicidad por parte de las instituciones locales para haber tenido "unas pautas a seguir" de cara a estas fechas. "Estuvimos dos meses detrás del Ayuntamiento, queríamos dialogar, pero al no recibir ninguna respuesta tuvimos que decidir por nuestra cuenta que no haríamos nada", apunta Elosegi. "Tenemos voz y peso y esperábamos que la decisión de suspender las fiestas fuera colectiva", añade su compañera. Antes de La Blanca, aunque "con mucho sudor", barrios como Txagorritxu, Judimendi, el Casco Viejo o Adurza sí han podido celebrar sus fiestas en formatos muy reducidos, "pequeñas cosas que dan vida" a las calles y las plazas según Arbe y ejemplos de que las cosas se pueden hacer también de otra manera.

La comisión tampoco ha querido pasar por alto este año la crítica situación por la que atraviesa la cultura local como consecuencia de la pandemia, como agente relevante que las txosnas también son dentro este sector. "El abandono institucional, que siempre está ahí, se ha acentuado más ahora", apunta de nuevo Arbe. La comisión dio también voz y espacio en el acto celebrado en La Florida al colectivo de apoyo a la cultura Arteak Ireki antes de avanzar que, a pesar de este obligado impasse,va a seguir "llenando las calles" de la ciudad, como siempre y durante tantos años ha hecho.

Quedan ya lejos unos primeros pasos de las txosnas marcados por la falta de permisos, el acoso institucional y la criminalización, prácticamente de clandestinidad, pero que contrastaron con un arrope incondicional por parte de los vecinos de Gasteiz que con el tiempo permitió al espacio crecer y consolidarse. Los primeros recintos de txosnas comenzaron a instalarse en otras localidades de Euskal Herria a finales de los 70 del pasado siglo, años de ebullición política y de reivindicación obrera y popular a los que Gasteiz por supuesto no fue ajena. El txosnagune de la capital alavesa tuvo su particular bautismo al inicio de la década siguiente, primero en la plaza del Machete y después en La Florida. Apenas cuatro casetas conformaron este primer recinto, que únicamente contaba con un austero equipo de música para ambientar la fiesta a pesar de los constantes cortes de luz.

Tras unos primeros años de intensa vigilancia policial, donde incluso se produjo alguna orden de cierre desde el Ayuntamiento, el recinto comenzó poco a poco a hacerse grande y ya en 1984 eran doce las casetas instaladas en el céntrico parque, a donde las cuadrillas de blusas y neskas se acercaban de forma habitual con sus bombos y la gente comenzaba también a extender su poteo. Después de mantener varios encuentros y polémicas con el Consistorio, dirigido por aquel entonces por José Ángel Cuerda, finalmente se llegó a una necesaria paz que permitió a las txosnas trabajar con otra tranquilidad, con el aval institucional, a cambio, entre otras cosas, de hacerse cargo de los servicios de agua y alumbrado.

Con los años, la oferta festiva fue a más con la incorporación a los programas de bandas musicales de fuera de Gasteiz y la instalación de cada vez más casetas. En 1996 llegó el siguiente traslado del txosnagune a la cercana calle Luis Heintz, frente al colegio Marianistas, que se convirtió en uno de los puntos más álgidos de La Blanca durante unos cuantos años más. Hasta 19 casetas llegaron a instalarse aquel año, que llegaron a ser 22 allá por 2002, cuando el Consistorio entonces en manos del popular Alfonso Alonso forzó a la comisión a llevar a cabo una nueva mudanza para construir el parking de Luis Heintz. Un traslado disfrazado de temporal que alejó a las txosnas hasta su hábitat actual, el campus universitario, que pese al bajón de geste sufrido en los primeros años ha logrado también consolidarse con el paso del tiempo.

Este año no habrá fiestas y para Elosegi serán días "muy raros", empezando por esas jornadas previas de nervios y preparativos, pasando por la siempre ajetreada jornada de apertura que este año iba a tener lugar este pasado martes 4 y terminando por esa "coletilla" final que supone el desmontaje, que acostumbra a extenderse hasta el 11 de agosto. Una sensación compartida por Arbe, que representa a la gazte karpa, y que no ocultaba su "incertidumbre" sobre lo que depararían estos días antes del inicio de las no fiestas. "Vamos a intentar aprovechar estos días y disfrutar de alguna manera. Es un poco ver venir", reconocía.

Con el permiso de la pandemia, las txosnas se reencontrarán con Gasteiz dentro de un año, pero a buen seguro antes de ello la ciudad disfrutará con varias píldoras aplazadas debido a la actual crisis sanitaria y que en muchos casos se trasladarán ya a 2021. "Este año no vamos a poder estar aquí, pero el que viene lo cogeremos con más ganas. Siendo el aniversario habrá sorpresas y cosas nuevas. Va a haber cambios. Incluso habrá gente que venga en tranvía", bromea Elosegi. Habrá que aguantar todavía un poco, pero como sucede con todos los actos y espacios de La Blanca que este año sólo permanecen en los buenos recuerdos de los gasteiztarras, la espera seguro que merecerá la pena.

"Ver esto así nos impresiona. Se hace extraño. A mí no me parece que sea agosto, desde luego"

Comisión de txosnas