Todos los clubes de fútbol tienden a presumir de algo que les caracteriza por ser los mejores en esa faceta, pero como bien expresa la frase, "dime de que presumes y te diré de que careces", la vida pone a cada uno en su lugar. Y el Deportivo Alavés sin presumir ni autoelogiarse se ha ido dando a conocer e instaurando en la élite, gracias a su afición. Un público que deja boquiabierto a cualquiera que vive Mendizorroza en sus propias carnes. No existe ningún secreto al respecto, pero si un análisis, como bien hace Alfredo, "es una afición que mezcla costumbres de diferentes culturas, con un campo que tiene una fisonomía inglesa aún con columnas y con un ambiente muy argentino, pero con la inspiración de canciones de "Arabako Garrasia" y con un rollo muy nuestro de aquí, al estilo blusa. En definitiva, un crisol de culturas y costumbres que todo aquel que no lo conoce y lo pisa por primera vez, le llama la atención". A estas alturas, sin duda alguna, ya se puede decir que es un campo envidiable y conocido a nivel internacional. Una fama que empezó a fraguarse hace mucho y que dio su gran salto en aquella temporada que se alcanzó la Final de la UEFA, donde para llegar hasta allí hubo grandes hazañas como "ser el primer equipo español que ganaba en San Siro", afirma con una sonrisa Esther.

Los 100 años de historia son difíciles de resumir, pero todos tienen sus momentos favoritos que jamás olvidarán pase lo que pase, como Leire, quien a la hora de elegir entre las dos finales se queda con la más reciente, "aún me acuerdo del gol de Edgar ante el Celta y como vibró Mendizorroza". Para Salán, la temporada en la que se llega a la final europea, fue el año "que supuso el cambio de estar sobre el césped arbitrando a estar en la grada y a partir de ese año comencé a viajar con el equipo". Un viaje de 20 años y el cual solo ha detenido la pandemia y de donde se pueden extraer multitud de anécdotas, como "que me presentaran a Remacha o Salamanca, a quien visité en su propia casa en Granada, y donde pude ver la gran calidad humana que tenía", afirma el ex árbitro.

Unas experiencias que tienen sus orígenes en dos grandes artífices, Asun Gorospe y "La Paca", quienes para Salán siempre serán sus madres del fútbol, "Asun, quien empezó a viajar en los años 50, era mi madre del fútbol y nos cuidaba como tal, nos traía los pintxos y pastelitos para los viajes en sus tappers". Unos viajes que también sirven para aprender, ya que "viajando conoces detalles, como el entender por qué el estadio Los Pajaritos se llama así", afirma Esther, quien también reconoce "que conoces a gente y haces amigos para siempre, como un chico de Lleida que se sabía hasta las canciones del Alavés mejor que nosotras".

Lógicamente, ese estilo de vida tiene un coste económico que el propio Salán explica al detalle, "el Alavés es mi hobby, igual que otros tienen los suyos, y a la hora de gastar dinero, no es lo mismo seguir al equipo en Primera, que en Segunda B, pero, sin duda, la categoría de plata es la más costosa, porque los desplazamientos tienden a ser más largos".

Sin embargo, también ha habido momentos más débiles en los que el club ha estado cerca de la desaparición hasta en cinco ocasiones, pero siempre ha resurgido. Para Alfredo, hay dos momentos claves en lo que al club y afición se refiere. En primer lugar, "el partido que se juega el 1 mayo en 1990 en Elgoibar y el cual nos da el ascenso a la Segunda B. Un ascenso que llega después de la caída a la Tercera División por impagos. Y por otro lado, el punto de inflexión social que sucede en 1995 -después de 5 play offs disputados- con el ascenso a Segunda, donde se pasa de una masa social de 3.000 personas a 8.500. Una cifra que luego se ha mantenido hasta la fecha".

El sentimiento albiazul cada día es más grande e incluso alguno de los presentes, como Leire, tiene su sangre azul con "un tatuaje al lado del corazón, porque el Alavés es un sentimiento", declara la aficionada. Al mismo tiempo que admite entre risas que de pequeña su corazón también pertenecía a Astudillo, "a quien le escribí una carta de amor cuando era pequeña y además siempre le esperaba después de los partidos. Lógicamente, no fui correspondida". Donde la afición sí que ha sido correspondida ha sido con los goles que han pasado a la galería albiazul. Alfredo se queda con "el tanto de Guzmán Casaseca que nos salvó del descenso", mientras que Leire no se puede quitar de su mente "el gol de Manu García en el minuto 95 ante el Real Madrid en Mendizorroza". Por su parte, los aficionados, Esther y Salán, eligen los goles de "Manu García en el Calderón" y "el gol de Txosa en Lerún en Tercera División", respectivamente. Una época en la que el propio ex árbitro recuerda con una sonrisa, ya que eran tiempos donde "sí que se viajaba con la bota de vino y el bocadillo y cuando se jugaba en campos de barro". Desde entonces, los aficionados del Alavés han tenido la suerte de vivir grandes goles que nos han llevado a celebrar el centenario en Primera División y a buen seguro que aún quedan muchos más por celebrar.

"Le escribí una carta de amor a Astudillo cuando era pequeña y además siempre le esperaba después de los partidos. Lógicamente, no fui correspondida"

"Al viajar con el equipo descubres historias y detalles de otros lugares y también conoces a gente que luego se convierten en tus amigos, como un chico de Lleida que se sabía hasta las canciones del Alavés mejor que nosotras"

"El Alavés tiene una afición que mezcla costumbres de diferentes culturas, con un campo que tiene una fisonomía inglesa, aún con columnas, y con ambiente muy argentino, pero con la inspiración de canciones de 'Arabako Garrasia' con un rollo muy nuestro, al estilo blusa"

"Llevo viajando 20 años con el equipo y me han llegado a presentar a Remacha o Salamanca, a quien visité en su propia casa en Granada, y donde pude ver la gran calidad humana que tiene"