Vitoria. El Deportivo Alavés vive una catarsis institucional y deportiva. La transición estructural que experimenta el club arroja la continuidad -al menos teórica, puesto que cuentan con contrato en vigor- de sólo nueve jugadores del equipo que cayó ante el Lugo: Dituro, Iván Malón, Mesquita, Jon Moya, Indiano, Salcedo, Javi Casares, Geni y Jito. De éstos, podría salir alguno puesto que hay clubes interesados en hacerse con sus servicios. De igual manera, el Alavés presentará ofertas de renovación a Alaña y Morcillo. El hecho presenta un evidente paralelismo con la situación que vivió el club albiazul tras la temporada 1996-97.

La entrada de la nueva directiva y la garantía de la continuidad vital de la institución, dan paso a la planificación deportiva y a la construcción de una plantilla casi nueva. El primer movimiento fue anunciar la salida de Miguel Ángel Álvarez Tomé, una decisión comprensible. Los nuevos gestores del club quieren un proyecto propio. Hacer su apuesta. Elegir a su entrenador y director deportivo. Vínculos con el pasado cercano, los estrictamente necesarios.

Igual que en 1997. Después de una decepcionante campaña en Segunda A que terminó sin pena ni gloria, con el equipo luchando con más apuros que desahogos para conservar la categoría, se acometió una reconstrucción completa. Tirar la casa. Mantener sólo la fachada. Ladrillo deportivo. Apostar por un arquitecto e iniciar un proyecto serio con unas bases sólidas.

El cerebro fue José Manuel Esnal, Mané. Con datos en la mano, el mejor entrenador de la historia del Deportivo Alavés. El técnico de Balmaseda fue la apuesta de Gonzalo Antón para el banquillo del club de Mendizorroza. Recomendado por Mané, también llegó al Alavés como secretario técnico Juan Carlos Rodríguez, el hombre que en sus seis años en el club sería artífice de los fichajes de jugadores como Javi Moreno, Cosmin Contra o Iván Alonso.

La hoja de ruta marcada por el presidente y el técnico fue clara a la hora de afrontar la temporada 97-98: romper con la tendencia anterior, regenerar un equipo que estaba muerto y empezar casi de cero. La misma consigna con la que se presentó Avelino Fernández de Quincoces y las razones con las que justificó la salida de Álvarez Tomé. "Prescindir de Tomé no fue una decisión fácil. Valoramos positivamente el trabajo realizado por el técnico en una situación tan compleja. No obstante, necesitábamos cambiar el organigrama deportivo y dar un volantazo a la dinámica del club", declaró recientemente el presidente albiazul.

De la plantilla de la temporada 1996-97 sólo se mantuvieron diez futbolistas, varios de ellos porque no se les encontró salida. Otros permanecerían varias temporadas, siendo parte importante de los años más brillantes del club. Entre los jugadores que tuvieron continuidad en Vitoria estuvieron Antonio Karmona, Manolo Serrano, Jorge Azkoitia e Iñaki Berruet.

Hambre de gloria Con esa columna vertebral se comenzó a dotar al equipo de una estructura competitiva. Se buscó un perfil claro de jugador: futbolistas procedentes en su mayoría de la Segunda División B, accesibles económicamente, con hambre en el fútbol y con capacidad para aportar a un equipo que buscaba el ascenso 42 años después. Bajo estos parámetros de búsqueda llegaron jugadores como Óscar Téllez o Ibon Begoña. Las excepciones a esta política de fichajes fueron Pablo Gómez, Hermes Desio y Paco Leal, tres jugadores con experiencia en Primera que aportaban el toque cualitativo de las contrataciones del Deportivo Alavés.

Aquel proyecto de la directiva de Gonzalo Antón consiguió lo que anhelan y predican los nuevos mandatarios del club del Paseo de Cervantes: estabilidad, planificación a medio y largo plazo, y cordura. Fernández de Quincoces no se obsesiona por el ascenso. Es para lo que se prepara pero, en este caso, el medio es casi tan importante como el fin. El camino recorrido es tan prioritario como la llegada. Sin atajos. "En el fútbol no podemos predecir dónde vamos a estar en cinco años. Lo que sí está en nuestra mano es que, estemos donde estemos, se establezcan las estructuras necesarias para tener una estabilidad que evite que se reproduzcan situaciones como las que se han vivido en los últimos años", explicó Fernández de Quincoces.

Los pilares fundamentales sobre los que edificar estas estructuras son dos: la gestión económica del club y el desarrollo cuidado de unas categorías inferiores que se conviertan a medio plazo en el surtidor de la primera plantilla. Dos empresas que el Deportivo Alavés también puede encontrar en el espejo del barco capitaneado por Antón. Hace menos de diez años, el Alavés era un modelo de dirección deportiva eficiente. El club recibió el galardón a la mejor gestión del fútbol español dos años consecutivos. Los jugadores y trabajadores cobraban al día, y en la sala de máquinas del sistema del mercado, traspasos, agentes e intermediarios, la seriedad como institución del Alavés era un aval que facilitaba las contrataciones. La cantera, por su parte, era una de las más dotadas del fútbol nacional, con unas instalaciones envidiables. Como ejemplo, el filial, un equipo puntero en la Segunda B que a punto estuvo de ascender a la categoría de plata. Se buscaba la vanguardia en todos los campos de acción. Los servicios médicos aplicaron técnicas de tratamientos pioneras y el equipo fue de los primeros de España en lucir publicidad en la parte de atrás del pantalón.

El trabajo que comenzó en Segunda A, con un equipo desmantelado por derribo, dio sus frutos en los primeros años del nuevo milenio, la época dorada. La final de Dortmund y los años en Primera División sólo fueron la punta del iceberg. El resultado del cuidado por el detalle y la recompensa a un proyecto cocinado a fuego lento.

Avelino Fernández de Quincoces solicita paciencia. Estabilidad. Una palabra convertida en dogma por el máximo mandatario albiazul. "Hay que conseguir la estabilidad a nivel económico, institucional y social. Normalizar las relaciones con todos los entes públicos. Conseguir esto nos permitirá obtener una estabilidad deportiva que nos permita devolver al Deportivo Alavés a donde le corresponde", manifestó.

En el fútbol, cuando las cosas se hacen bien, los resultados deportivos pueden llegar (o no). Cuando se hacen mal es imposible. El ejemplo del proyecto comenzado en 1997 debe abrir la esperanza. Es un ejemplo cercano. La demostración de que hace no tanto, con parecida masa social, con un estadio que creció a la par que el equipo y saliendo prácticamente de la nada, el Deportivo Alavés escribió las páginas más brillantes de su historia.