Los aficionados del Mirandés llevan 19 años sin hacer una visita a Mendizorroza en partido oficial. Un tiempo más que suficiente para que la rivalidad con el Alavés -si es que alguna vez la hubo- se haya diluido como un azucarillo en una taza de café. Sin roce no hay cariño, pero tampoco odio, como bien apuntan desde la localidad burgalesa cuando se les cuestiona sobre el partido del próximo domingo. El choque con el Alavés reunirá de nuevo sobre el terreno de juego a dos equipos cuyas trayectorias se habían mantenido hasta hace poco en extremos contrapuestos. Pero la temporada pasada el club grande empequeñeció un poco con su retorno a la Segunda B, mientras el humilde engrandeció su figura con el ascenso logrado en verano. El choque que tendrá lugar en el estadio del Paseo de Cervantes, impensable hace unos años, es sin lugar a dudas uno de los puntos álgidos de la campaña para ambas aficiones. Un partido que la hinchada de Anduva prepara estos días con la ilusión de enfrentarse al gallo de la categoría, pero sin el ansia ni la rivalidad que muchos podrían esperar de un enfrentamiento entre Vitoria y Miranda, separadas por 35 kilómetros sobre el mapa pero unidas históricamente por la enorme relación personal, laboral o incluso familiar entre sus habitantes.
Por eso, la marea rojilla, que en Mendizorroza estará representada por cerca de un millar de aficionados, asegura que pisará la capital alavesa dispuesta a vivir una fiesta del fútbol y recuperar viejos lazos de hermanamiento. Pero la polémica surgida esta semana, cuando el Alavés les anunció que el protocolo de seguridad les obligaba a colocarse únicamente en una grada específica del campo, les ha hecho enarbolar sus ánimos y criticar con dureza una decisión con la que, según ellos, se les prejuzga como un tipo de afición que realmente no son.
"La han cagado con esa idea de colocarnos en una jaula como si fuéramos ultras. En Miranda hay aficionados al fútbol, no hay ultras. Que pregunten en Eibar, Sestao o Barakaldo. ¿Por qué quieren tratarnos como si fuéramos animales?", lamenta Alfonso Martín, socio del conjunto rojillo. Aunque desde la entidad vitoriana aseguran que sólo se limitan a cumplir las directrices establecidas por el Gobierno Vasco, lo cierto es que los problemas con el precio de las entradas y su ubicación han provocado que muchos seguidores del Mirandés aseguren que el domingo se quedarán en casa.
Un día de fiesta
"En mi casa somos cinco socios y siempre que podemos viajamos con el equipo, pero hemos decidido no ir a Vitoria. El Alavés, como equipo grande, se ha portado fatal. Nosotros somos una afición muy pacífica. Igual un poco bulliciosos, pero para nada polémicos. Siempre hay alguno que va al fútbol a quitarse el estrés, pero de esos hay en todos los lados", explica Martín Soler, socio veterano, mientras juega una partida de mus con otros tres abonados de Anduva.
"El 90% de la gente que ves aquí es socia del club", espeta orgulloso Roberto Maldonado, gerente del Bar Ecus y antiguo candidato a la presidencia de la escuadra castellano-leonesa. Su negocio ejerce de centro neurálgico de una afición formada por 3.500 socios, en esta localidad de 40.000 habitantes. "Creo que después de tanto tiempo ya no puede hablarse de rivalidad, aunque es verdad que aquí ha sentado muy mal lo que ha pasado con las entradas", subraya Roberto antes de incidir a su interlocutor que, en su visita a Eibar, "todo el mundo nos felicitó por nuestro comportamiento".
Por su parte, César Maldonado coincide con su hermano en lo que respecta al duelo del domingo, pues no espera que se produzca ni un solo incidente entre ambas aficiones. "Iremos de fiesta, de guasa y de cachondeo. Sin ningún pique ni problema. Vamos a animar, a hacer amigos y a dejarnos mucho dinero por Vitoria", adelanta entre risas mientras atiende a los clientes de su establecimiento.
los lazos que les unen En Miranda de Ebro sienten una pasión especial por su equipo, y para muchos el fútbol representa el centro neurálgico de la diversión durante el fin de semana. Quizá por eso su hinchada siempre se ha caracterizado por un apoyo incondicional durante los noventa minutos.
"En todos los campos a los que vamos acabamos hermanados con el rival. A Vitoria iremos de fiesta, a alegrar el campo y a ganar si se puede, por supuesto. Yo todavía estoy esperando a que nos recriminen nuestra actitud en algún estadio. Por eso, aquí la gente esperaba que el Alavés nos diera facilidades en lugar de poner tantas trabas", critica otro socio, José Ramón Guinea, en los mismos términos en los que se expresa José Luis Sidranes, presidente de la peña Huracán Rojillo. "Vamos a ir gente de todo tipo: niños, familias... Los habitantes de Miranda y Vitoria siempre hemos compartido muchas cosas, desde el trabajo hasta la vivienda o los amigos, así que de haber rivalidad, es una rivalidad sana. No habrá problemas", reflexiona. En realidad, a día de hoy, y a pesar de los problemas surgidos durante esta semana entre ambas entidades, los lazos que les unen son mucho más robustos que los que les separan. Entre otras cosas, Alavés y Mirandés comparten nada menos que 45 jugadores en común a lo largo de su historia.
Un trasvase recíproco por carretera que continúa hoy en día con jugadores como Rubén Royo o Sergio Gámiz, además del propio entrenador del conjunto burgalés, Julio Bañuelos, o el otrora mítico delantero albiazul Carlos Lasheras. "Yo llevo 20 años trabajando en Vitoria y soy amigo de muchísimos socios del Alavés. Y como yo hay muchas personas, ¿Cómo vamos a ir a causar problemas a gente a la que conocemos porque son amigos, compañeros de trabajo o familiares?", reflexiona Roberto Mardones, máximo responsable de la peña Komando Kemando.
Un tanto enfadados por la actitud de la directiva albiazul -casi en la misma medida en la que ansían que se acerque la hora del partido- la invasión rojilla se acerca de nuevo a Vitoria 19 años después.