Cuando el vitoriano José Luis Tudanca, de 71 años, se apuntó hace ocho años al centro cívico Iparrralde a hacer natación por su cuenta se sorprendió al percatarse de que, al igual que él, todos los días, a las ocho de la mañana, iban unas mujeres de Zaramaga, de entre 69 y 91 años y medio: Carmen Salamanca Olmos (85 años), su hermana Hortensia (82), María Serrano (78), Tina Pérez Pedrón (69) y Esther Lozano (91 años y medio).

Son un ejemplo de todas esas sirenas que van allí desde que se inauguró la piscina en 1989, es decir, desde hace 33 años. "Y ésta última es la que menos protesta, porque cuando subimos a la piscina, a estas edades lo normal es quejarse de que el agua está fría, pero ella no dice nada. Se tira de cabeza, sin probar el agua, y empieza a nadar a su aire y está media hora sin parar. Pese a su edad, todas se mueven como pez en el agua. Se manejan muy bien", declara este hombre que, en su caso, empezó a ir allí en cuanto se jubiló.

"Haces ejercicio y encima natación, que es uno de los deportes más beneficios para la salud, el cuerpo se resiente menos bajo el agua y encima te evitas caídas a esta edad. Voy a las 8.00 horas porque comienzas el día mucho más relajado, incluso cuando vuelves a casa, la comida te sienta mucho mejor. Es una especie de droga porque si algún día no puedes ir por lo que sea, parece que te falta algo. Viene muy bien. Al cabo del año multiplico los metros que hago de distancia cada día, y me salen como un viaje desde Vitoria hasta Madrid: 260 kilómetros. Y por las tardes voy a pintar a la Escuela de Artes, de 17.00 a 19.00 horas", explica Tudanca.

Un ejemplo a seguir

En el caso de la veterana del grupo, Esther Lozano (91 años), vive sola, pero eso no le quita para que tenga una vida social de lo más activa. Va todos los días a nadar y luego a andar. "Es de las que no se mete con nadie y si tiene que ir a alguna excursión, es de las que se apunta la primera. Tiene una actitud muy positiva. Estamos encantados de seguir su ejemplo y siempre pensamos que ojalá que lleguemos a su edad en ese estado de forma". Así la describe Tina Pérez Pedrón (69), una zamorana asentada en la capital alavesa desde 1969. "Yo voy desde que abrieron la piscina porque me gusta. En cuanto me enteré de que la inauguraban fui a aprender a nadar a Mendizorroza", recuerda esta mujer que gracias a todos esos años de práctica ha mejorado sus estilos de braza y croll.

Carmen Salamanca Olmos, nacida en un pueblo de Segovia hace 85 años, pero afincada en Vitoria desde hace más de 60, también es de las que no falla a su cita con Iparralde. "De 30 o 31 días que tiene el mes, voy todos", detalla. Empezó a hacerlo por recomendación médica, "porque debido a mis problemas en la columna, el doctor me dijo que tenía que hacer natación y rehabilitación ya que de lo contrario, podía quedarme en silla de ruedas", detalla.

Así que después de 33 años nadando no cabe duda que ha encontrado los beneficios de haber practicado este deporte: "De haber podido estar en una silla de ruedas, he pasado a nadar y a andar todos los días. A mí la natación me ha dado vida", destaca esta mujer, que ahora, debido a una tendinitis, nada unos tres cuartos de hora".

Su hermana, Hortensia, de 82 años, también lleva nadando desde que Iparralde abrió sus puertas. "Cuando trabajaba, iba cuando podía, pero ahora, voy todos los días y también me doy el paseo luego y hago yoga", precisa. Solo falla por vacaciones. "En septiembre me dio una especie de derrame cerebral cuando estaba en el pueblo, pero me he recuperado bastante bien, no me han quedado secuelas. Los médicos me dijeron que había sido tan fácil mi recuperación porque hacía deporte", cuenta con orgullo esta mujer que hasta volver a estar en plena forma, prefiere nadar en la piscina pequeña.

La última de estas sirenas es María Serrano (78 años), que lleva otros 33 años nadando en Iparralde a diario, desde que abrió. "En cuanto me enteré, me apunté a Mendizorroza a aprender a nadar. Antes me dolía mucho la espalda y la rodilla derecha y desde que empecé, menos. Lo he notado muchísimo. Lo recomiendo a todo el mundo. Ya somos casi como una familia", señala.

De hecho, pasan lista entre ellos. "Como ya tenemos cierta amistad, preguntamos: 'Oye, ¿por qué no viniste ayer? ¿Qué te pasó?' Es el mejor servicio que nos ha puesto el Ayuntamiento de Vitoria. La piscina está muy bien y estamos muy bien atendidos por el personal de esta instalación", agradecen.