Vitoria - Dicen que quien ama su trabajo no tendrá que volver a trabajar nunca. El equipo y familia de Il Circo Italiano, situado en Mendizabala hasta el próximo sábado, lo sabe de primera mano y por eso, pese a las horas diarias que tienen de jornada laboral, a ellos no les pesa ese esfuerzo. DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA se cuela en uno de los ensayos y actuaciones del circo para conocer la historia de la familia Rossi y el duro trabajo que hay detrás de cada espectáculo, que cuenta con un equipo de alrededor de 80 personas.
Son la ocho menos diez de la tarde y el circo está apunto de abrir sus puertas para un público entusiasta. Se abre el telón, apenas hay luz. Los focos alumbran a una niña de unos diez años que es iluminada por un ángel y se le otorga el poder de convertirla en artista. De repente, y junto a ella, más de treinta artistas, familiares entre ellos, dan la bienvenida al ritmo de la música y comienza el espectáculo: triple salto mortal, equilibrios imposibles con la espada... Por cómo lo hacen parece fácil, pero hay mucho trabajo detrás.
PERSEVERANCIA “Nuestro día a día está orientado hacia nuestro trabajo, si no estamos haciendo el show estamos ensayando o preparando nuevos números”, comenta a este diario Úrsula Naike. Desde que se levantan hasta que se acuestan se dedican al circo, pero no lo hacen por obligación sino “porque es lo que más nos gusta”. En el caso de Úrsula desde que se pone en marcha entrena para calentar el cuerpo y perfecciona su número. “Después comemos y limpiamos el circo, nos gusta que esté todo muy limpio”. Y al acabar de arreglarlo para el público, poco más, porque es hora de prepararse para iniciar el show.
El día a día de Úrsula se repite en el de los otros miembros del equipo. Claudio tiene 16 años pero por sus perfectas acrobacias en la pista parece que lleva muchos más de los que tiene trabajando. “No es magia, es perseverancia”, dice orgulloso. Entrena cerca de tres y cuatro horas al día para vencer al miedo. “Cuanto más ensayo más seguro estoy y no tengo miedo, lo único que no controlo son los factores externos...”.
Michelle opina lo mismo. Tan solo tiene once años, pero ya lleva dos temporadas con su traje de luces color azul. “Es muy tímida con la prensa pero en la pista se transforma, le encanta lo que hace”, sonríe y explica su prima Úrsula. “Yo también empecé a salir a la pista muy temprano, a los tres añitos, para hacer feliz a mi abuelo. Pero a trabajar empecé con la edad de Michelle, normalmente es a los diez años cuando nos morimos de ganas de ponernos nuestro traje y salir corriendo al show”, recuerda.
Por este motivo, desde temprana edad los más pequeños aprenden a preparar su cuerpo con actividades básicas para poder hacer acrobacias como el resto de familiares. Su afición, no obstante, la compaginan con los estudios. “Viajamos con el colegio del circo porque cambiamos mucho de ciudades pero así los niños pueden estudiar igualmente”, explica Úrsula.
LA HISTORIA La historia de este circo está llena de emociones y de magia. Il Circo Italiano nació hace cerca de 60 años de la mano del abuelo Rossi y su mujer. Juntos tuvieron once hijos. Y todos ellos se convirtieron también en artistas. Ahora, el circo está dirigido por la sexta generación de la familia Rossi, un gran equipo lleno de primos, tíos, y nuevos miembros que se esfuerzan diariamente por innovar y aprender acrobacias nuevas y diferentes. “Lo bonito del circo es que escénicamente puedes ver de todo. Veo la harina y pienso en incluirla, ¿un baile turco? Lo incluyo...”, dice Sonia Miranda, la directora artística de Il Circo Italiano. Y añade: “El circo tiene unas puertas tan amplias, que artísticamente hablando, puedes meter todo lo que quieras, a mi esto me vuelve loca, me fascina”.
Sonia Miranda, como directora artística y esposa del director, también tiene una historia llena de magia a sus espaldas. Lleva 24 años dedicada a este oficio, y sin ser hija de familiares acróbatas, aprendió por amor. “Era estudiante de filología francesa cuando un día, estudiando en la carpa de Ansio, se me acercó un chico -el director del circo- y me dijo rubia, rubia, ¿quieres venirte al circo?”, recuerda emocionada. Al principio, Sonia rechazó la invitación pero, con los días y las entradas en la mano, se animó a entrar. “Él se acordó de mí, y casi que nos hizo el espectáculo para mi amiga y para mí. Al acabar se oyó por el micrófono un aplauso a la rubia que se va a casar con el director del circo y todos se pusieron a aplaudir y todos los focos me alumbraban... A partir de ahí, empecé a sentir la magia del circo”.
Poco después Sonia viajó a Francia para continuar sus estudios, pero su pretendiente la visitó y, finalmente, se casaron convirtiéndose ella en una acróbata profesional y en la directora artística que cada día lucha y trabaja con esfuerzo para que Il Circo Italiano no sea cualquier circo, “porque ni todas las películas son iguales, ni todos los circos tampoco”.