vitoria - En la parada de taxis de la Catedral Nueva, una hilera de vehículos rota con fluidez. Unos llegan y otros se van a realizar servicios. Silvio asegura no estar muy al tanto de las noticias que se mueven en torno al sector. Las mismas que informan de que la mesa del taxi, a la que se sientan el Gobierno Vasco, los representantes de la federación vasca del taxi y los representantes de los VTC, ha llegado a un acuerdo que fija las reglas de la convivencia del sector en Euskadi. “He desconectado de los telediarios desde hace algún tiempo, prefiero no saber nada porque la situación me aflige mucho”, explica. Lleva 4 años al volante de su taxi, recorriendo la ciudad, y relata que se decidió a pagar una licencia “para buscar una salida laboral”. Le costó 200.000 euros y es consciente de que le quedan muchos kilómetros por recorrer antes de amortizar la inversión. Ve con buenos ojos el acuerdo alcanzado, una regulación que establece una precontratación con una hora mínima de antelación y que, además de establecer la paz, blinda el futuro ante la posibilidad de que alguna empresa sustentada sobre una app desembarque en Vitoria. Pese a estas aparentes buenas noticias, reconoce que seguirá distanciado de una actualidad “que duele”. “Ojalá se arreglen entre los gremios”, desea con la mente puesta en el conflicto aún vivo allende la CAPV.

Ixai, por su parte, subraya que “en Vitoria no tenemos ningún problema con las VTC”. La ausencia de Uber y Cabify contribuye al entendimiento. “El problema llega cuando las VTC hacen de taxis, algo que aquí no ocurre. Las VTC llevan toda la vida realizando su trabajo en Álava, sin afectar al nuestro, y por eso no cabe el conflicto”. Aplaude el acuerdo avalado por Lakua porque considera fundamental “diferenciar los servicios”. “Las VTC suelen trabajar sobre todo con empresas, emplean coches negros, más exclusivos, y realizan un tipo de trayecto que se puede precontratar perfectamente con una hora de antelación. Nada que ver con un taxi, que cumple un servicio público”, apunta. Se puso a los mandos del suyo hace ya 11 años, aprovechando la última remesa de licencias ofertadas por el Ayuntamiento. Permisos que salieron por 150.000 euros y que, en teoría, no se pueden traspasar por encima del precio de compra y sin la supervisión del propio Consistorio. En la práctica, cuando se plantea una transmisión, el gobierno local prefiere no inmiscuirse e insta a los participantes en la transacción a arreglarse por su cuenta.

medida pionera Javier, que lleva 8 años ejerciendo como taxista, destaca igualmente la “normalidad” que impera en el sector dentro de la capital alavesa. “Las VTC van a lo suyo, y como no tenemos ni Uber ni Cabify no hay problema”. Al igual que sus compañeros, puntualiza que los vehículos de transporte con conductor se centran en los servicios a empresas, viajes programados o despedidas de soltero, con lo cual no representan una competencia real. La llegada de la normativa anunciada por el Gobierno Vasco le parece “muy bien”, e incluso aplaude el hecho de que “somos pioneros en este campo”. Apunta, no sin un cierto gesto de tristeza, que las protestas celebradas en Madrid “han salido mal” y lamenta que allí “todo se está complicando”. Se habla de que incluso se han pedido créditos durante la huelga”, y en este sentido aclara que, a diferencia de la realidad gasteiztarra, muchos de los taxistas que trabajan allí son empleados. Puntualiza que las licencias no se pueden traspasar hasta que no se han trabajado un mínimo de 10 años y que la irrupción de las VTC ha ralentizado su demanda.

Después de un lustro conduciendo su taxi, Borja es igualmente partidario de que la normativa delimite claramente las competencias de cada uno de los servicios para evitar confrontaciones. Considera que el problema se originó en el momento en el que el Gobierno central se desentendió de la regulación y delegó la cuestión en instancias inferiores. En lo tocante a la fluctuación en el precio de las licencias calcula que desde que él la adquirió hasta ahora habrá caído unos 50.000 euros, y agrega que los traspasos se han visto afectados por la actual atmósfera de incertidumbre que empapa el sector. “En cualquier caso yo la quiero para trabajar, no para especular”, subraya.

Jesús Ángel, profesional del taxi desde hace 15 años, está absolutamente de acuerdo con la competencia de igual a igual entre taxis y VTC, “siempre y cuando todos tengamos las mismas condiciones”. Para ello, propone que el Ayuntamiento retorne los ingresos facturados por las licencias y que se les permita liberalizar los precios. Recuerda que mientras un taxista abona unos 150.000 euros por su permiso para trabajar, a un vehículo VTC le basta con pagar una tarjeta de transporte de la Diputación que cuesta 36 euros. Añade que mientras los taxis se hallan bajo la supervisión municipal, foral y del Gobierno Vasco, a las VTC sólo las controla la Diputación. Y concluye aportando otro dato para muchos desconocido. El taxi debe abonar un seguro especial anual de 3.000 euros, pero los VTC pagan uno estándar. “Únicamente pido igualdad de condiciones”, zanja.