vitoria - La cifra de los sin techo se ha duplicado, al pasar de 26 personas en 2014 a 67 en 2016, según los datos recogidos por el servicio municipal de intervención socioeducativa (Hurbil), y, sin embargo, sigue siendo una realidad invisible en la ciudad. Y eso que el objetivo del Ayuntamiento de Vitoria es que las personas que piden limosna abandonen esta práctica con el fin de “echarles una mano para acercarles a los servicios sociales”. Para ello, era necesario tener una fotografía exacta tanto de sus perfiles como de las motivaciones que les llevan a pedir dinero y que hasta ahora se desconocían. Por esta razón, el departamento municipal de Políticas Sociales, no cree que se deba prohibir o sancionar la mendicidad. Aunque hay ciudades que tienen alguna normativa, “no podemos culpabilizar a las personas que piden”. Desde diciembre se viene realizando un estudio, llamado Gasteizko ES-KALE-an, Mirar a los ojos de las personas que nos miran, cuyos resultados hechos públicos ayer, permiten hacer un primer esbozo de su situación, tras haber contactado con 45 hombres y ocho mujeres, de un número importante de nacionalidades extranjeras, con una edad media, de los 46 a los 64 años, en doce zonas diferentes de la capital alavesa. Y, la primera conclusión, es que no se puede hacer un único diagnóstico de la mendicidad, sino hasta cuatro diferentes. “Hemos encontrado cuatro perfiles. Por un lado, los que piden en la calle, que son más sumisos; los que están en los centros comerciales y se ofrecen a llevar el carro de la compra, con una actitud más de servicio; también están los que buscan en los contenedores, que son los más reticentes a contestar, y los que hacen algo, como limpiar los parabrisas o hacer malabares en los semáforos para conseguir dinero”, detalló ayer el edil de Políticas Sociales, Peio López de Munain.

Para la realización de este trabajo se ha contado con la colaboración de las educadoras de calle (Hurbil), además de la ayuda de diferentes agentes sociales conocedores de esta realidad. Y de las entrevistas se han extraído una serie de conclusiones generales: “La necesidad de pedir está relacionada con la falta de ingresos económicos, ligada ésta a la falta de empleo. Las personas que piden tratan esta actividad como si fuera un trabajo y para estas personas, pedir limosna es una práctica poco agradable, por la falta de empoderamiento y por las condiciones en las que la realizan, como el mal tiempo”, agregó López de Munain.

A su juicio, “no podemos culpabilizar a la ciudadanía que se solidariza y da limosna a las personas de la calle”. Pero, como destacó, “el Ayuntamiento tiene recursos sociales suficientes para atender a estar personas, y esto es lo mejor que pueda pasar si queremos dignificarlas, empoderarlas y reforzar su autonomía personal, haciendo un acompañamiento e itinerario de inserción. Lo primero es que tengan dónde comer y dormir”, insistió el concejal López de Munain.

Acciones inmediatas Para lograrlo, el Departamento de Políticas Sociales se plantea ahondar más en su situación, con otro tipo de acciones con el objetivo de “dignificar y dar visibilidad a esta actividad para que conozcan qué servicios sociales ofrece el Consistorio y puedan abandonar esta vida”. Entre ellas, la de establecer contacto “con las autoridades de Miranda de Ebro”, debido a las personas que piden desde hace años en Vitoria sin estar empadronadas en la ciudad para saber si ahí lo están y reciben ayudas. Otras iniciativas serán la organización de grupos de diálogos -world café- donde participen, tanto las propias personas que piden en la calle como ciudadanía y profesionales de los servicios sociales, así como la puesta en marcha de la campaña de concienciación e información La otra cara de la moneda.

Sin mafias Un tercio de las personas que pide limosna en la calle lleva más de tres años en esta situación, tal y como destacan las 15 entrevistas realizadas en este tipo de perfil. El 80% son hombres, con una edad media de 45-64 años (40%) y extranjeros (53,3%), siendo un 75% de origen rumano. Casi la mayoría de ellos (40%) pide a diario y el 26% ingresa más de 600 euros al mes. El informe subraya de este perfil: “la pertenencia al mismo país de origen, la residencia en el mismo municipio (Miranda de Ebro), que ninguna de las personas estaba en contacto con los servicios sociales de Vitoria, a los que no quisieron acceder alegando que no tenían padrón en esta ciudad”, descubre el análisis.

Sin embargo, López de Munain descarta de haya una organización negativa detrás, como mafias que se encarguen de coordinar a las personas que intentan recaudar. “Sólo un 5% de los encuestados dijo que estaba organizado de alguna manera. Lo habitual es que sea entre colegas para echarse una mano o salir en su defensa en caso de peligro, pero no en plan negativo, como mafias”, remarcó el concejal.

Donde el Ayuntamiento ha tenido más dificultades para contactar ha sido con las personas que buscan en los contenedores, a pesar de ser “uno de los perfiles que más está creciendo y que a la vez es uno de los más inaccesibles”, como demuestran las únicas cinco encuestas que ha podido realizar. “Se trata de un grupo más reticente a contestar. Ninguno, en concreto, ha querido responder el cuestionario. El 60% son hombres, con una edad media de entre 35 años y 65 años y hay de todo, desde autóctonos a extranjeros”, precisó Peio López de Munain.

La dificultad, en el caso de las personas que realizan venta itinerante, como vendedores de pañuelos o malabaristas, reside, precisamente, en los problemas para dar con su zona de actuación. “El 100% son hombres, de 23 y 30 años, la mayoría (66,6%) extranjeros y ninguna persona confirma estar empadronada en Vitoria. El 66% hacen la actividad semanalmente”, detalla.

“La procedencia y la situación irregular” sobresale en los que piden en centros comerciales. “El 100% proviene del extranjero y son nigerianos (86,6%) y un 90% no tiene permiso de residencia”, revela.

Personas que viven en la calle. El estudio ES-KALE-an, del Ayuntamiento de Vitoria, destaca que a este perfil corresponden hombres (80%), con una edad media de 45-64 años (40%) y extranjeros (53,3%), siendo un 75% de origen rumano. Casi la mayoría de ellos (40%) pide a diario y el 26% ingresa más de 600 euros al mes. El informe subraya de este perfil: la pertenencia al mismo país de origen, la residencia en el mismo municipio (Miranda de Ebro), y que ninguna de las personas estaba en contacto con los servicios sociales de Vitoria a los que no quisieron acceder alegando que no tenían padrón en esta ciudad.

Personas que buscan en contenedores. El informe del Consistorio de Vitoria destaca que es uno de los perfiles que más está creciendo y que, a la vez, es uno de los más inaccesibles. El 60% es hombre, con una edad media de entre 35 y 65 años “y hay de todo, desde autóctonos a extranjeros, precisó López de Munain.

Personas que piden en centros comerciales. La procedencia y la situación irregular sobresale en las personas que piden en centros comerciales. “El 100% proviene del extranjero y es nigeriano (86,6%) y un 90% no tiene permiso de residencia.

Personas que hacen venta itinerante por las calles y locales. El 100% es hombre, de 23 a 30 años, la mayoría (66,6%) son extranjeros y ninguna persona confirma estar empadronada en Vitoria. El 66% hace la actividad semanalmente.

Iniciativas: Para “dignificar y dar visibilidad a esta actividad”, el Ayuntamiento va a establecer contacto con Miranda de Ebro para descubrir si las personas que llevan años pidiendo en la calle de Vitoria reciben en la localidad burgalesa ayudas. Además, va a haber campañas de concienciación y grupos de diálogo.

Para el edil de Políticas Sociales, lo primero es que tengan un lugar para comer y dormir.

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Son las personas que piden limosna en Vitoria con las que ha podido contactar el Ayuntamiento de Vitoria para realizar el estudio ES-KALE-an.