París - El Gobierno de Macron está empezando a habituarse a las turbulencias. El presidente de la república francesa se preparaba para un año en el que trataba de impulsar nuevas reformas, alguna de ellas en la búsqueda de un electorado socialdemócrata al que había dejado apartado con recortes. Ahora, la efectividad del programa de gobierno se pone en duda tras la dimisión de uno de sus ministros más populares, el de Transición Ecológica. Nicolas Hulot no solo se marcha, sino que las razones y las maneras de abandonar su cartera hacen que esta dimisión no sea otra cualquiera.
El exministro estalló en una entrevista en el programa matinal más escuchado de Francia, en la emisora pública France Inter. Uno de los responsables de la cadena contó que ni siquiera el propio Hulot estaba seguro al entrar a la entrevista de anunciarlo. Pero al final lo hizo.
“Hulot puede estar orgulloso de su balance” como ministro, afirmó el Elíseo. Édouard Phillipe, primer ministro del país, también le agradeció sus servicios en estos 16 meses de gobierno. Aunque si precisamente abandona su puesto es por sentirse de todo menos orgulloso de lo obtenido hasta ahora. Para él ha sido demasiado poco: se sentía aislado en el Consejo de Ministros y veía que otras problemáticas pasaban por encima de las ecológicas y del medioambiente. Que el Make our planet great again que le lanzó Macron a Donald Trump tras abandonar este el Acuerdo de París era más un eslogan que una prioridad.
Hulot veía que el pronuclearismo de Macron le dejaba prácticamente solo en el plan de abandonar este tipo de energía, muy extendida en Francia. Tampoco le agradaban sus luchas con el ministro de Agricultura: no consiguió crear una ley alimentaria más sana, o apartar de la comida el glifosato, un pesticida en permanente investigación por los posibles efectos adversos a la salud. Lo que sí consiguió fue frenar la construcción de un aeropuerto cerca de Nantes, en la Bretaña francesa, pero no era suficiente. La dimisión rondaba por su cabeza desde hacía tiempo, pero la reunión de este lunes en la que el presidente decidió rebajar las tasas para las licencias de caza precipitó la decisión.
Su fama (venía de la sociedad civil y también era conocido por su presencia en televisión como presentador) y una dimisión sorpresiva en un programa que reúne a casi cuatro millones de oyentes han alterado por completo la vida política en Francia. El propio Macron, de visita en Copenhague (Dinamarca), no sabía nada de las intenciones del ministro. Tampoco Édouard Phillipe, primer ministro del país. Por no saberlo ni siquiera tenía la información el asistente que le acompañaba en los estudios de radio o su propia esposa.
La visión que se hace de esta renuncia sobrepasa los límites de la propia ecología, para volver a poner en foco la efectividad del programa de reformas hecho hasta ahora por la Administración Macron. El líder galo se ha visto envuelto en huelgas de trabajadores, como la de los del servicio público ferroviario SNCF, a los que les ha retirado buena parte de sus privilegios, y que paralizaron Francia con sus intensas huelgas antes de las vacaciones veraniegas.
Investigaciones judiciales Pero a Macron no solo le han minado las polémicas por sus decisiones, sino también otros escándalos relacionados con investigaciones judiciales. Cuatro ministros fueron apartados pocos meses después de iniciar su mandato por estar siendo investigados. El último gran problema que afrontó Macron antes de las vacaciones fue el caso Benalla: en esta ocasión, el guardaespaldas de confianza de Macron fue sorprendido en un vídeo golpeando a manifestantes junto a la policía en las concentraciones por el 1 de mayo.
Tampoco le ha venido bien a la imagen del presidente la reprimenda a un joven que se atrevió a llamarle Manu en un acto. “A mí me llamas señor presidente de la República”, le contestó. La imagen de cercanía al pueblo quedó dinamitada, a pesar de intentar jugar a posteriori la carta de la formalidad, el respeto y el trabajo duro para salvar la situación.
La victoria de la selección en el mundial consiguió aflojar la tensión alrededor del presidente, pero el fútbol no fue el bote salvavidas que probablemente se esperaba desde el Elíseo.Y si ahora intentaba ganarse de nuevo la popularidad del pueblo, perdida tras el estado de gracia de los primeros meses de mandato, el ya exministro Hulot ha sacado de nuevo a colación los argumentos de un presidente alejado del pueblo y de la agenda que defendió en campaña.