Roma - El antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la ultraderechista Liga, que gobiernan Italia en coalición desde hace tres meses, ya muestran públicamente las primeras divisiones internas en asuntos como inmigración, infraestructuras o sanidad, aunque insisten en su unidad. Los 138 inmigrantes, en su mayoría eritreos, que quedaban a bordo del barco militar italiano obtuvieron permiso para desembarcar en la madrugada de ayer, y una vez en tierra fueron identificados por la policía local. Se ponía así fin a cinco días de bloqueo en el puerto de Catania, donde llegaron la noche del 20 de agosto. El ministro del Interior italiano, Mateo Salvini impedía el desembarco de los 177 pasajeros, pero, ante las presiones y las críticas, fue autorizando desembarcar a los menores, y ayer por la tarde a otra docena de migrantes. En total, desde su rescate, han pasado diez días a bordo sin saber ni entender por qué se les impedía bajar.

“En estos días no ha faltado unidad en el Gobierno (...). Hemos estado unidos en la línea a mantener, también porque era necesario negociar con otros países”, defendió ayer el líder del M5S, Luigi Di Maio, en un vídeo en las redes sociales. Sin embargo, uno de los asuntos que más discrepancias ha generado entre los dos socios de gobierno ha sido la gestión del Diciotti .

La intención, dijo, era presionar a los países europeos para que acordaran su reubicación, pero su actuación no ha gustado a todos, como al presidente de la Cámara de los Diputados, Roberto Fico (M5S), que advirtió de que las negociaciones políticas podrían desarrollarse después de que estas personas desembarcaran en Italia. Unas afirmaciones a las que Salvini no dudó en contestar con un escueto: “Tú haz la labor de presidente de la Cámara y yo me encargo de ser ministro”.

Pero la autorización de un puerto y el desembarco de personas en el país compete también al Ministerio del Interior y Salvini respondió de inmediato -cuando se autorizó al barco a atracar en el puerto de Catania (Sicilia sur)-, asegurando que del barco no bajaba “nadie” hasta tener una respuesta de la Unión Europea (UE). Este pulso que ha mantenido Salvini durante cinco días le ha valido que la Fiscalía de Agrigento (Sicilia, sur) le investigue ahora por los delitos de secuestro, arresto ilegal y abuso de poder.

Los dos socios que componen el actual Gobierno populista italiano concurrieron por separado a las elecciones generales de marzo pasado, pero comparten muchos puntos de vista que les facilitaron negociar en pocas semanas un programa político para su Ejecutivo.

Comparten su visión en la necesidad de frenar la inmigración ilegal hacia las costas de Italia, reformar el sistema de pensiones o aliviar la presión fiscal, pero disienten en el desarrollo de grandes proyectos de infraestructuras o la obligatoriedad de las vacunas en los menores, entre otras cuestiones. Además del caso de estos inmigrantes, ambos partidos están divididos sobre el futuro de la gestión de las carreteras y autopistas italianas.

Infraestructuras El derrumbe el 14 de agosto de un tramo de un puente en Génova, que gestionaba la concesionaria Autostrade per l’Italia, filial de Atlantia, ha provocado una reacción dura por parte del Gobierno, que acusa a la firma de no haber realizado los controles de manutención necesarios, a pesar de que aún hay en curso dos investigaciones para esclarecer las causas. En este contexto, el ministro de Infraestructuras italiano, Danilo Toninelli, ha lanzado la hipótesis de que el Gobierno recupere la gestión de las carreteras, por ejemplo con el cese de todas las concesiones privadas, una idea que no convence a los miembros de la Liga. Por su parte, el vicesecretario del Gobierno, Giancarlo Giorgetti, ha dicho no estar “muy convencido de que la gestión del estado sea más eficiente” que la privada.

Las diferencias también alcanzan a las grandes obras en curso, como el tren de alta velocidad (TAV) que unirá la ciudad italiana de Turín y la francesa Lyon, y el desarrollo del tramo en Italia del gasoducto Transadriático (TAP), que transportará gas natural del Mar Caspio a Europa occidental. El M5S quiere revisar ambas obras para valorar la relación costes-beneficios, mientras que Salvini cree necesario “ir hacia adelante”.

En cuanto a sanidad, el asunto que les enfrenta es si debe ser obligatorio por ley que los padres vacunen a sus hijos contra enfermedades como la polio, el tétanos o la difteria.