Londres - El Papa Francisco dijo durante su visita oficial de dos días a Dublín que está avergonzado por el fracaso de la Iglesia católica a la hora de abordar adecuadamente los “crímenes repelentes” de abuso sexual por parte del clero en Irlanda.

“No puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por el abuso de los jóvenes por miembros de la Iglesia a los que se les había dado la responsabilidad de su protección y educación”, dijo el pontífice dirigiéndose a los líderes políticos y dignatarios irlandeses.

El pontífice reconoció que el “fracaso de las autoridades eclesiásticas” para abordarlos adecuadamente ha causado “indignación” y puntualizó que sigue siendo “una fuente de dolor y vergüenza para la comunidad católica”. El argentino mostró desde el Castillo de Dublín, su compromiso para que se tomen todas las medidas necesarias para que no vuelvan a repetirse.

La visita papal, la segunda a Irlanda, tras la primera de Juan Pablo II hace 39 años, coincide con el Encuentro Mundial de las Familias. En estas cuatro décadas Irlanda ha sufrido profundos cambios sociales, por ejemplo con la aprobación del matrimonio homosexual en el referéndum de 2015 y votando a favor de la reforma de la ley del aborto el año pasado.

En el caso del primer ministro irlandés, Leo Varadkar, abiertamente gay, le pidió al Papa que use su “influencia” y su “posición de mando” para que la Iglesia colabore en el esclarecimiento de todos los casos pendientes y futuros.

En esa línea, Varadkar pidió al pontífice que intervenga para “cerrar las heridas que aún están abiertas” y lograr que tanto las víctimas como los supervivientes reciban justicia y conozcan de una vez por todas la verdad sobre lo ocurrido.

Varadkar destacó la contribución positiva de la Iglesia católica en el desarrollo de Irlanda, pero también puntualizó cómo su lado “oscuro” dio pie al abuso de menores y mujeres por parte de algunos de sus miembros. El primer ministro irlandés añadió a este respecto cómo ese pasado ha escrito una “historia de dolor y vergüenza”, en la que la caridad, la compasión y el perdón cristiano han sido sustituidos por la “severidad y crueldad”.

Para el líder democristiano, no solo la Iglesia fracasó, sino que el Estado y la sociedad tampoco estuvieron a la altura a la hora de acabar con el sistema de abusos sistemático, ya que durante años se protegió a los responsables y se ocultaron las denuncias.

El Taoiseach (primer ministro) cree que ha llegado el momento de construir una nueva relación entre Iglesia y Estado en Irlanda, en el que la religión “tendrá todavía un papel importante”, pero ya no será en el centro de la sociedad. Así, le agradeció su visita y le pidió “que rece para que iniciemos este viaje juntos”.

Los que no se mostraron contentos con el mensaje dado por el Papa fueron las víctimas de los abusos en Irlanda, como es el caso del activista irlandés y director de Amnistía Internacional, Colm O’Gorman, para quien las palabras del papa Francisco en Dublín es un “vergonzoso intento” de evitar asumir su responsabilidad. O’Gorman cree que el Papa tenía la oportunidad “para hablar claro, para decir la verdad a la gente de Irlanda”, pero en su opinión la desaprovechó, ya que no sólo se ha negado a hacerlo, sino que además “desvió la atención extraordinariamente”.

La irlandesa Margaret McGuckin, superviviente de los abusos cometidos por religiosas en el internado Casa de Nazaret e impulsora de uno de los órganos estatales de investigación de casos históricos de abusos, afirmó que “el papa tiene ahora que dar la cara y hacer algo por las víctimas. Necesitamos que se concedan compensaciones, necesitamos que la Iglesia se responsabilice”.

Ese proceso debe contemplar también acciones para “llevar ante los tribunales” a los “obispos, sacerdotes, monjas y cualquier otra persona” implicada en “el abuso de menores o en el ocultamiento de los abusos”, subrayó la activista. En su opinión, las autoridades deben actuar con “tolerancia cero” e impedir que la Iglesia “se investigue a sí misma”.