Bruselas - Nada será igual en Grecia. Durante los últimos ocho años Atenas ha sido el epicentro de un terremoto económico y político que casi quiebra la Eurozona por la mitad.
En esa ciudad se produjeron las protestas más multitudinarias durante la crisis económica, celebraron su victoria el partido Syriza ante el miedo de los acreedores y poco a poco se ha ido resignando a una nueva normalidad: la de un país que ha perdido el 25% de su Producto Interior Bruto (PIB) y que hoy cierra el capítulo de los rescates financieros, aunque todavía no pasará la página de las heridas que la crisis deja abiertas en la sociedad y economía helenas.
Desde ayer, Atenas deberá mantenerse en pie sola, sin la ayuda de los acreedores que durante los últimos ocho años han desembolsado 289.000 millones de euros bajo un férreo programa de reformas estructurales. Eso no significa que el Gobierno griego no tenga compromisos: tiene una larga lista de deberes que tiene que seguir cumpliendo y seguirá bajo el escrutinio de las instituciones durante los próximos 20 años.
Algunas de las medidas siguen siendo extremadamente complicadas de cumplir, como es que Grecia acumule un superávit primario del 2% hasta el año 2060 y deberá rendir cuentas sobre su situación financiera de forma mensual. Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) piden “previsiones realistas para los objetivos del superávit primario” porque ven irreales las exigencias de la UE.
Además, Atenas cuenta con un colchón de unos 24.000 millones de euros como fondo de emergencia en caso de necesidades puntuales. Y la idea del Gobierno heleno es salir cuanto antes a los mercados con bonos a diez años para empezar a financiarse ella misma, pero todavía no existe demasiada confianza en los inversores y el bono sigue por encima del 4%, por lo que al Ejecutivo griego el tocará esperar hasta que las aguas se calmen y aumente la confianza en el rendimiento de su economía.
En la madrugada del 21 de julio el Eurogrupo -la reunión de ministros de Finanzas en la que en otro tiempo se puso contra las cuerdas a uno de los personajes de la crisis, Yanis Varoufakis, el que fuera ministro heleno del ramo- acordó medidas de alivio de deuda y dar carpetazo a uno de los mayores dolores de cabeza para Bruselas.
En el camino, los ingresos de los hogares helenos cayeron un 40%, el país vivió un corralito y Atenas estuvo varias veces en con un borde colgando del precipicio de la salida de la Eurozona. Los momentos de mayor tensión se vivieron durante los poco más de 100 días de permanencia de Varoufakis al mando del Ministerio de Finanzas heleno. Entonces Syriza estaba recién llegado al poder y el resto de líderes miraban a Alexis Tsipras, primer ministro griego, como un desequilibrio para Europa. Hoy, Tsipras está perfectamente integrado en el establishment europeo, e incluso acude a las cumbres socialdemócratas previas a los Consejos Europeos.
Vuelta a la normalidad El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, ha celebrado la “vuelta a la normalidad” de Grecia, que, asegura, “ha retomado el control por el que ha luchado, y con el control llega la responsabilidad (...) Los griegos pagaron caro las malas políticas del pasado”, asegura el presidente del Eurogrupo. El portugués también ha señalado que hoy en día la economía helena se ha modernizado, se crean empleos y cuenta con un superávit comercial, aunque, admite, sabe que estos beneficios todavía no se notan en toda la sociedad.
Final de los tres programas. La Comisión Europea (CE) celebró ayer la conclusión del último programa de asistencia financiera a Grecia, que ha permitido el desembolso de 61.900 millones de euros a Atenas en tres años, aunque incidió en que el país debe continuar las reformas necesarias para continuar la senda de la recuperación. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, calificó de “histórico” el punto y final oficial de tres programas consecutivos de asistencia a lo largo de ocho años “dolorosos”, indicó en conferencia de prensa. Consideró también que esto prueba “los esfuerzos del pueblo griego, el compromiso del país con las reformas y la solidaridad de sus socios europeos”. Al mismo tiempo, la Comisión Europea advirtió a Atenas de que deberá seguir centrándose en abordar las “consecuencias sociales y económicas que son legado de los años de crisis”, por lo que considera crucial mantener las reformas necesarias.