Lo dejé por escrito y de palabra ayer: las buenas formas y la normalidad institucional presidieron la sesión constitutiva de la decimotercera legislatura en el Parlamento Vasco. Para quien, como servidor, tiene memoria de broncas de pantalón largo –algunas, rozando la violencia– en la Cámara de Gasteiz, ese fluir de los acontecimientos sin desmadrar el diapasón me parece un buen síntoma. Ojalá sea el menú degustación de lo que nos aguarda en los próximos cuatro años: defensa legítima de las posiciones ideológicas propias con contundencia pero sin derroches innecesarios de bilis. Y ya, si nos obsequian con un buen ramillete de acuerdos transversales de esos en los que se quedan unos mechones de pelo en la gatera, será como para que la ciudadanía vasca haga la ola a sus representantes.
Pero como lo cortés no quita lo atrevido, debo apuntar y apunto el lunar no menor que se evidenció en la jornada de lanzamiento de la legislatura. Me refiero a la propagación de un bulo, patraña o fake news, según la denominación que prefieran. La autoría corresponde, curiosa o no tan curiosamente, a EH Bildu, la formación que siempre está a la cabeza de la denuncia de la difusión de trolas interesadas. Fue su portavoz, Nerea Kortajarena, que no el confinado en una urna de cristal Pello Otxandiano, quien arremetió contra PNV y PSE por haberse repartido los puestos de la Mesa de la Cámara en “negociaciones ocultas” sin contar con nadie más. Lo tuvo a huevo el joven y sobradísimamente preparado portavoz jeltzale, Joseba Díez Antxustegi, para desvelar que su partido había tenido al corriente a los soberanistas sobre el minuto de juego y resultado de sus conversaciones con el PSE. Por no querer hacer más sangre, supongo, el sucesor de Joseba Egibar no remató con lo obvio: PNV y socialistas son dueños de sus negociaciones y no tienen obligación de dar razón de ellas a nadie hasta que se hayan consumado.