¿Se imaginan que de pronto apareciera una nueva y desconocida obra pintada por un grande como Velázquez? Esa es la premisa con la que parte Carlos del Amor (periodista, premio Ondas Nacional de Televisión al mejor presentador, siempre ligado a RTVE) en Una dama desconocida, su último trabajo literario.
Ya son varias las novelas que escribe alrededor de la cultura, un elemento muy presente en su día a día. ¿Recuerda cuál fue el primer cuadro o escultura que lo dejó embelesado?
Sí recuerdo una vez de pequeño que, en una de esas visitas a Madrid -porque yo soy de Murcia- entré a ver el Museo del Prado y como a todo el mundo puede ser que me causara mucho respeto. Probablemente sería alguna de esas obras, y no descarto que Las Meninas fueran una de esas obras con las que sientes una epifanía. He estado tiempo sobrecogido delante del Guernica, la gran obra del siglo XX pintada por el artista más importante del siglo XX. Esas podrían ser las obras sobre las que ha pivotado a lo mejor el primer encuentro.
Algunas pinceladas sobre el origen de esta pasión nos las ofrece en su nueva novela al hablarnos de una profesora que inculcó en usted ese amor por el arte.
Sí, al final puedes encontrarte con gente que te puede provocar un rechazo que te haga odiar el arte, y es una pena porque no sabes lo que te estás perdiendo, o puede ser al revés. Te pueden atrapar, y en mi caso es verdad que sin ser yo entendido del arte, cuando te cuentan las cosas con pasión despiertan tu interés. Cuando son capaces de hacerte ver una obra desde otra perspectiva es todo como muy atrayente, y eso es lo que hay que hacer: intentar despertar una curiosidad en el niño para que sea un futuro consumidor de arte, un futuro visitante de museos. Lo malo es cuando se intenta explicar de una forma tan académica y sesuda, que lo que se consigue es todo lo contrario, escupir a los que se intentan acercar fuera del circuito.
En esta historia nos presenta además un relato casi autobiográfico. ¿Cómo se ha sentido siendo narrador y protagonista?
Más cómodo, porque al final somos periodistas y vamos a los sitios a contar historias. Yo lo que he hecho aquí ha sido contar una historia detectivesca casi de misterio, y me resultaba más cómodo ser yo el detective privado que intenta arrojar luz sobre un cuadro, una mirada, un artista, un coleccionista..., y es una trama a caballo entre histórica, detectivesca y de thriller. Es como si hubiera habido un asesinato y tienes que descubrir al asesino. Aquí hay un cuadro y tienes que descubrir al autor, o al menos encontrar pistas que nos orienten hacia quién puede ser.
¿Siente que el de detective habría sido un buen oficio de no haberse dedicado al Periodismo?
No lo sé. No sé si hubiera valido.
El periodista tiene algo de detective.
Sí, tiene algo de detectivesco, pero no sé si hubiera sido un detective muy aplicado o habría sido más patoso. Es difícil, pero me gusta mucho seguir los rastros de miguitas que nos va dejando la historia y poder reconstruirlo. Es la esencia del libro, intentar reconstruir el momento en el que alguien pintó algo.
No solo ha seguido esas miguitas, sino que además ha recuperado el poso que nos dejaron Retratarte y Emocionarte. Aquí, además, recuperando la memoria del gran Velázquez. ¿Se lo imagina tal y como lo ha retratado?
Sí, tuvo que ser muy parecido a como lo describo. Es un tipo gris, frío. Un tipo muy burocrático, muy funcionarial. Él tenía un trabajo que era pintar. No quería que se supiera nada de su vida, y no llega nada de su vida hasta nuestros días. Lo que pasa es que pintaba muy bien y tuvo la gran virtud de pintar a todo el mundo por igual, que es algo que me gusta mucho, esa dignidad que otorga a todos sus personajes. Pero yo creo que fue así. Lo que pasa es que hubo muchos misterios y hay que arrojar luz sobre muchas cosas de su vida que permanecen en penumbra.
Si hubiera vivido usted en este siglo de Oro, ¿cómo imagina su vida?
No lo sé, sería economista, tal vez.
¿Amigo de Velázquez habría sido?
No lo creo, no debía de tener muchos amigos. No tiene pinta de que Velázquez fuera un tipo entretenido para ser su amigo. A lo mejor del Velázquez que viaja a Italia sí. Yo creo que es en Italia donde Velázquez siente que hay otras vidas posibles.
Con estas obras nos contagia su pasión por el arte, nos mantiene en el circuito cultural, como también lo hace en televisión. ¿Siente que arte, cultura y televisión deben ir de la mano?
Deberían ir de la mano, y más en una televisión pública. Nuestra obligación es contar cosas que no cuentan otros, y creo que lo hacemos, y hay una apuesta decidida de RTVE por la cultura. Incluso ahora van a poner en marcha un canal cultural. Creo que nosotros debemos arrojar luz donde otros no la encienden, y además creo que la cultura es muy televisiva. No hay nada más televisivo que un buen cuadro. Entonces, yo creo que es deber de la televisión pública apostar por esos contenidos culturales.
¿Qué hay del arte y del cambio climático? En su novela tenemos una referencia tan actual como el vandalismo a obras de arte en pos del medioambiente.
Es una pena, porque es una reivindicación totalmente lícita que equivoca el mecanismo. ¿Qué culpa tiene un cuadro de Velázquez o de quien sea del cambio climático? Creo que hay que intentar llamar la atención de otra forma para que el argumento no se vuelva en tu contra.