Farlopa, marcianada, turismofobia y milenial son algunas de las nuevas palabras que la Real Academia Española (RAE) recogerá a partir de su próxima edición en el Diccionario de la Lengua Española (DLE). Un total de 330 incorporaciones y revisiones que confirman una tendencia ya consolidada: el diccionario se alimenta cada vez más del uso real, de la conversación diaria, de internet y de fenómenos sociales contemporáneos.
Aunque se trata de una actualización "con menos pretensiones que otros años", según ha reconocido este lunes el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, el listado de nuevas voces ofrece una fotografía precisa del momento actual. "Es solo una muestra del trabajo mucho más amplio que verá la luz en la próxima edición", ha subrayado durante la presentación, acompañado por la responsable del Instituto de Lexicografía, Elena Zamora.
Palabras que llegan desde Internet
El peso del entorno digital es una de las señas de identidad de esta actualización. Verbos y sustantivos que hasta hace poco pertenecían al ámbito técnico o informal ya cuentan con respaldo académico.
Es el caso de ‘loguearse’, definido como acceder a una web o sistema mediante identificación y contraseña, o ‘login’, su forma nominal. Junto a ellos aparecen términos ya plenamente asentados en la comunicación digital como ‘gif’, ‘hashtag’, ‘mailing’ o ‘streaming’, incorporados como extranjerismos crudos, que según la norma deben escribirse en cursiva.
Muñoz Machado ha recordado que los préstamos lingüísticos "han acompañado al español desde su origen" y ha relativizado los recelos hacia el inglés, aludiendo a intentos fallidos de adaptación como el de güisqui, que nunca llegó a imponerse.
De la calle al diccionario
El habla coloquial, tradicionalmente una de las fuentes más vivas del idioma, vuelve a ganar terreno en el DLE. Palabras muy presentes en conversaciones informales o en los medios encuentran ahora su definición normativa.
Entre ellas destaca ‘farlopa’, recogida como sinónimo coloquial de cocaína, o ‘marcianada’, para referirse a un dicho o hecho extravagante o disparatado. También se suman expresiones como ‘hacer un simpa’, así como su versión argentina, 'pagadiós', ambas relacionadas con irse de un bar o restaurante sin pagar.
Otras incorporaciones reflejan cambios semánticos consolidados por el uso, como una nueva acepción de ‘brutal’ con el significado de magnífico o maravilloso, o ‘chapar’, entendido como cerrar un establecimiento.
Generaciones, cultura y conflictos urbanos
El diccionario incorpora además palabras que ayudan a nombrar realidades sociales contemporáneas. ‘Milenial’ (con una única 'l') se suma para referirse a quienes nacieron aproximadamente en las dos últimas décadas del siglo XX, mientras que ‘turismofobia’ define el rechazo al turismo masificado por su impacto negativo en la vida cotidiana de las ciudades y en el medio ambiente.
En el ámbito cultural, se incorpora ‘microteatro’, un formato escénico de obras breves representadas en espacios pequeños, y se añade una nueva acepción de ‘biblia’ para aludir, en el lenguaje televisivo, al documento que recoge la línea argumental y los personajes de una serie.
Ciencia, salud y tecnología
Como en actualizaciones anteriores, la ciencia y la tecnología aportan un número significativo de términos. El DLE incorpora voces como ‘gravitón’ (física), ‘termoquímica’, ‘exoesqueleto’ en su acepción tecnológica y médica, o ‘autoconsumo’, especialmente vinculado a la producción de energía renovable para uso propio.
En el ámbito sanitario se suman términos como ‘cuperosis’, ‘narcoléptico’ u ‘ovulatorio’, reflejo de una mayor precisión terminológica en textos divulgativos y especializados.
Un proceso lento y no caprichoso
Desde la Academia insisten en que ninguna palabra entra en el diccionario por moda o presión social. "El procedimiento es lento y exhaustivo, no es capricho de los académicos", ha recalcado Muñoz Machado. Cada término se somete a estudios de uso real y a la evaluación conjunta de las academias de la lengua en España y América.