EUSLE, el plan ‘estrella’ de Educación para integrar al alumnado recién llegado
Este curso 1.200 escolares migrantes de 89 centros educativos avanzan en su adaptación escolar y social gracias a aulas de inmersión en euskera donde además se les ofrece apoyo emocional
Karen, Jamil, Mohammed… Miles de estudiantes se incorporan a las aulas vascas con el curso ya empezado (8.000 este año). No saben euskera y muchos tampoco castellano. También manifiestan inseguridades derivadas del desarraigo o de la vulnerabilidad social que conlleva su traslado a Euskadi detrás de una vida mejor. A veces llegan acompañados de su familia; a veces, de la mano de uno solo de sus progenitores; y otras muchas veces, lo hacen solos en los bajos de un camión o a bordo de una patera. Gestionar estas mochilas personales pone a prueba las costuras de cualquier sistema educativo. El alumnado recién llegado, además, ha tenido un contacto limitado con una educación de calidad y su escolarización se ha podido ver interrumpida. Estos condicionantes personales dan como resultado un campo abonado al fracaso y el abandono escolar.
El Departamento de Educación parece haber dado con la tecla para lograr una integración educativa más amable de estos niños y niñas inspirado en experiencias desarrolladas en Canadá y Catalunya. Se trata de EUSLE, un programa de inmersión lingüística mediante el trabajo intensivo en euskera, basado en el uso. Nació con el objetivo de ofrecer a este colectivo tan particular la competencia comunicativa inicial necesaria, en euskera, para relacionarse en el ámbito escolar y, posteriormente, las habilidades comunicativas propias de las diversas áreas de conocimiento. Por otro lado, EUSLE presta especial atención al bienestar emocional de estos chavales.
89 centros en Euskadi
El curso 2019-2020, Educación pilotó este programa en 4 centros educativos públicos y 60 estudiantes. Este curso, 89 centros con el apoyo de 8 profesionales de los berritzegunes están dando su primera acogida escolar a 1.200 estudiantes extranjeros de 4º, 5º y 6º de Educación Primaria y 1º y 2º de Educación Secundaria Obligatoria. Por primera vez, un medio de comunicación ha tenido la oportunidad de traspasar las puertas de una de estas aulas tan especiales. Ubicado casi en el monte, Zazpilanda Eskola refleja la multiculturalidad del barrio obrero de Zorrotza (Bilbao). “Menos del 3% de nuestro alumnado habla euskera en casa. Entonces la cosa está un poco complicada. La gran mayoría de los críos habla castellano en casa y además tenemos a gente del colectivo árabe y gente que habla más en latino”, afirma la directora del centro, Uxue Maruri.
La directora señala que en los últimos años “ha venido muchísima gente, supongo que por la situación que están viviendo en sus países. Gestionar toda esta diversidad no es sencillo”. Según explica, la prioridad de la comunidad escolar de Zazpilanda es “pensar en el bienestar emocional del crío, luego ya entramos en el tema curricular y el idioma. Pero lo primero miramos a quién ha venido, por qué ha venido, en qué condiciones viene y en qué condiciones está aquí. Porque no todos vienen con un billete de avión y un piso con tres habitaciones. Las realidades que tenemos son familias enteras viviendo en una habitación. Aquí lo que intentamos es arroparles, sobre todo, y ayudarles”.
Uxue cree que resulta muy positivo contar con un espacio como EUSLE porque permite ofrecer una atención personalizada ya que los grupos son muy reducidos, de hasta 12 menores. “Está muy bien que estén con el resto de críos en clase, pero les ayuda mucho a sentir que están protegidos, que se hace una especie de tela de araña que les va a arropar, que les va a ayudar a no caer, que se les sostiene”. Además, añade, “ encima se encuentran con críos que han venido en la misma situación que ellos y están en el mismo punto”.
Un grupo EUSLE cuenta con su aula de referencia con el alumnado de su mismo nivel y edad. Simultáneamente, durante dos horas al día acuden al aula de inmersión a realizar un trabajo específico “basado en la oralidad a través de las rutinas”, explica la profesora Ana Varela. En este sentido aclara que el aula es un espacio abierto, de funcionamiento flexible, que fomenta el aprendizaje del euskera con dinámicas sencillas “a través de las que buscamos que piensen, que expliquen su día a día y cosas así, cada uno en función de su nivel”.
De EUSLE al aula de referencia
El programa de acogida dura dos años pero Ana considera que lo ideal sería alargarlo hasta los tres años y pudiese llegar a muchos otros estudiantes extranjeros que, hoy por hoy, no tienen acceso a este recurso. EUSLE propone que el alumno comience a participar progresivamente en las actividades de su aula de referencia, siempre que haya adquirido las habilidades comunicativas básicas. Estos niños y niñas parten desde cero con el euskera hasta que adquieren el nivel inicial (A1) y, tras examinarse, pueden acceder al nivel A2.
Es el caso de Djahina Doubali que mira a cámara nivel ‘influencer’ en la era del Tik Tok tocada por un hiyab. Djahina tiene 12 años, estudia sexto de Primaria y es natural de Orán (Argelia). “Viví allí toda mi infancia y luego mis padres decidieron venir a España hace dos años por trabajo”. La primera opción migratoria de su familia fue viajar hasta Canadá donde la madre, Moktaria Lakhdari, podía ejercer como enfermera. Pero ahora Moktaria debe armarse de paciencia para homologar aquí su título argelino. Además, dice, “soy consciente de que tendré que estudiar euskera para poder trabajar. Por ahora, lo aprendo escuchando a mis hijos y viendo la tele. Es bonito, suena bien”.
Su hija habla tamazight, francés, inglés, euskera, castellano y un poco de árabe. Impactan la fluidez y aplomo de su discurso. Confiesa que cuando llegó a Euskadi no sabía ni castellano, ni euskera. “Recuerdo fatal el primer día que vine al colegio porque no entendía ni una palabra y no sabía si eran insultos o palabras bonitas. La primera palabra que aprendí fue kaixo”, comenta. Estuvo medio aislada en el colegio en cuarto curso porque “no hablaba con nadie, estaba solita en EUSLE”.
Pero el primer día de quinto, dice, “me di cuenta de que tenía que dar un paso y relacionarme más con mis compañeros. Lo hice gracias a que sabía más euskera y me empecé a sentir súper feliz. Me sentí igual de bien que en mi país porque podía jugar en el patio con los demás, tener amigas fuera del cole, ir a pintura con mi profesora Arantxa y tres amigas más”. Djahina quiere estudiar Filología Inglesa de mayor pero por ahora dice estar “muy contenta en esta eskola”.
Experiencias de superación
A sus 11 años, Dominick Márquez acumula miles de kilómetros en su pequeña mochila. Ni más ni menos que la distancia que separa Lima (Peru) de Torino (Italia), Belorado (Burgos) y Euskadi. Esta es la ruta que durante un año recurrieron Dominick y su madre en busca del pan. En enero de 2023 ambos se mudaron a Bilbao dejando atrás al padre en Italia. “Cuando llegué aquí no sabía que existía el euskera”, confiesa este admirador de Lamine Yamal, el jugador estrella del Barça de madre guineana y padre marroquí. “Yo llegué a mitad de curso, más o menos en abril, y después me metieron a EUSLE. Esta clase, básicamente, es un lugar donde la gente aprende euskera”. A diferencia de Djahina ,comenta, “no he sentido tanto aislamiento porque sé español y me puedo comunicar perfectamente. El euskera me parece difícil, pero poco a poco me voy acostumbrando. A ver si saco el A2, estamos haciendo muchas buruketas”.
Ana, su profesora, asegura que el camino de la acogida escolar no está exento de dificultades. “La mayoría de estos niños, el primer día, tiene otras preocupaciones. Vienen muertitos de miedo, hablan muy bajito, no se expresan, dicen lo mínimo, les cuesta muchísimo abrirse. Pero según van estando en clase, ven cómo hablan los compañeros que han estado ya el año pasado, les anima muchísimo”. Luego, “le van cogiendo cariño al euskera porque les aporta, además de integración, seguridad dentro de clase, relaciones con sus compañeros más seguras, ser igual que tú, porque yo también sé. Y muchos quieren luego estudiar algo, quieren ser profesores, quieren ser médicos, quieren ser muchas cosas porque las expectativas que traen son muy altas”.
En general, la experiencia ha superado todas las expectativas iniciales sobre EUSLE. En este sentido, Uxue asegura que “lo que se ha demostrado es que con dos horas diarias adquieren el nivel de euskera mayor y de mejor calidad que los críos que tenemos en el sistema educativo ordinario”. Como centro esta realidad les ha hecho reflexionar sobre la dirección que quieren tomar a partir de ahora.
Así, la directora de Zazpilanda revela que han creado y quieren llevar a otros once colegios públicos Tantai, un proyecto que pretende extender a todos los estudiantes de un centro –autóctonos y migrantes – la idea base de EUSLE, centrarse en la oralidad que es, en opinión de esta profesional, “el último pilar que se adquiere cuando aprendes un idioma”. “Sinceramente –dice– creo que EUSLE ha dado en el clavo sobre el aprendizaje del euskera. Tú si no hablas, si no practicas, si no repites, no adquieres. Tú puedes leer, pues hacer mil fichas de gramática pero si tú no sabes aplicar lo que estás aprendiendo, no vas a ser jamás capaz de tener una conversación con nadie. Y en EUSLE lo primero que hacen es hablar. Y cuando hables, escribirás. Y cuando sepas, desarrollarás”.
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