Dos supuestas víctimas del conocido "influencer" Andrew Tate han denunciado ser objeto de acoso físico y virtual por parte de seguidores del exboxeador británico-estadounidense, acusado en Rumanía de violación y tráfico de personas.

Así lo afirmaron este jueves los representantes legales de las presuntas víctimas -tres mujeres británicas y dos estadounidenses-, en una rueda de prensa en Bucarest.

Aseguraron que sus clientas recibieron amenazas y acoso físico y online por parte de los Tate, de sus seguidores y de su abogado.

A la espera del juicio

Andrew y su hermano Tristan Tate están en libertad bajo control judicial, a la espera de la apertura de su juicio y sin autorización para salir del territorio rumano.

"Los Tate demandaron a nuestras clientas y contaron al Tribunal americano que nunca han sido denunciados por tráfico de personas. Hoy supe que los acusados contaron al Tribunal rumano que no demandaron a las víctimas ante el tribunal americano. Esto son mentiras fácilmente demostrables", apuntó el abogado Dani Pinter.

El jurista se refería a la demanda interpuesta por los Tate en EEUU contra Jane D y Mary D (pseudónimos de las víctimas estadounidenses, testigos claves en la causa judicial contra ellos) por supuesta difamación y pidieron una indemnización de 5 millones de dólares.

"Violador en serie"

La abogada Jill Roth aseguró que la fiscalía rumana había hecho su trabajo y que su intención "no es interferir con la prosecución legal rumana, sino garantizar que todos tenemos la misma información".

Sus clientas "están aterrorizadas", pues han sido acosadas en sus lugares de trabajo, en sus casas y en internet, denunció.

Por su parte, Matthew Jury, opinó que "la evidencia demuestra que Andrew Tate es un violador en serie".

Durante la conferencia de prensa intervino el abogado rumano de los hermanos Tate, y un seguidor repartía folletos favorables a la inocencia de los acusados, que fueron arrestados por las autoridades rumanas el 29 de diciembre de 2022.

La policía rumana afirmó que los Tate y sus socios rumanos coaccionaban a sus víctimas para crear contenido pornográfico.