Cuando parecía que las mascarillas en entornos sanitarios habían llegado para quedarse, epidemiólogos y expertos en enfermedades infecciosas de ocho instituciones creen que ha llegado el momento de poner fin a las políticas que obligan a llevar mascarilla en los centros sanitarios, residencias o farmacias, según han publicado en la revista Annals of Internal Medicine.

La Comunidad de Madrid ya ha abierto la veda de la insumisión y ha trasladado al Ministerio de Sanidad que se trate a nivel técnico en la Comisión de Salud Pública su eliminación.

Hay que recordar que hace poco más de dos meses, el pasado 8 de febrero, se retiraron los cubrebocas en el transporte público, adelantando así la fecha inicial que habían recomendado los expertos de la ponencia de alertas, órgano técnico –aunque no vinculante– que asesora al Ministerio y a las comunidades, que en octubre abogaron por mantenerla hasta marzo, coincidiendo con el fin de la temporada de las infecciones respiratorias.

El debate se suscita en pleno repunte de casos tras las vacaciones de Semana Santa

También se cumple poco más de un año –fue el 18 de abril de 2022– desde que el BOE dejara sin efecto la obligatoriedad en interiores. Sin embargo, entonces se apostó por mantenerlas siempre en sitios cerrados, mal ventilados y con mucha gente “porque sigue suponiendo un cierto riesgo”, por lo que se recomendó su permanencia en el transporte público o centros sanitarios.

Ahora, un nuevo panel de expertos, coordinado por Erica S. Shenoy, de la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachussets, pide que se reconsidere el fin de la mascarilla obligatoria para profesionales de salud, pacientes y visitantes, y en su lugar se retomen los protocolos ya establecidos de control de la transmisión de patógenos conocidos, como ya es el covid.

Países como Portugal ya han comenzado la marcha atrás, y han retirado su obligatoriedad el pasado día 18 en centros de salud, incluidos hospitales, y residencias de mayores. Sin embargo, los estados de la UE todavía están divididos al respecto.

El debate se suscita en pleno repunte de casos tras las vacaciones de Semana Santa

CRONOLOGÍA DEL SÍMBOLO DE LA PANDEMIA

  • 4 de mayo de 2020. La polémica con las mascarillas lleva instalada desde el principio, cuando la escasez mundial obligó a Sanidad a recomendarlas tan solo a personas enfermas, con síntomas o sospechosas de estar contagiadas. Hasta el 4 de mayo de 2020, cuando por primera vez pasaron a ser obligatorias una vez se pudo bajar su altísimo precio gracias a los topes fijados.
  • Verano de 2020. Del transporte saltó en días a “la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o abierto al público, siempre que no fuera posible mantener una “distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros”. Así fue como los ciudadanos tuvieron que llevarse la mascarilla a la playa en el verano de 2020.

UN LARGO PERIPLO

  • Marzo 2021: obligatoria en todos los exteriores
  • El periplo del cubrebocas cubrió una nueva etapa en marzo de 2021, cuando pasó a ser obligatoria en exteriores incluso cuando se pudiera respetar la distancia interpersonal debido a que en el trámite de la ley de nueva normalidad, se introdujo una enmienda que fijaba esta imposición.
  • 24 de junio 2021: se levanta la prohibición
  • Hubo que esperar tres meses, hasta el 24 de junio, a que el Consejo de Ministros extraordinario levantara esta obligación si había distancia.
  • Navidades 2021: se volvió a recuperar ‘in extremis’
  • A las puertas de Navidad, la Conferencia de Presidentes consideró que la mejor forma de parar a ómicron era volviendo a imponer las mascarillas en los exteriores contra el criterio de numerosos científicos.
  • 18 abril 2022: adiós al cubrebocas en interior
  • El 18 de abril, los ciudadanos se pudieron desprender de la mascarilla en interiores –donde no había dejado de ser obligatoria– a menos que estuvieran en centros sanitarios o en residencias.
  • Último paso en el 2023: 8-F
  • Diez meses después, se dio el ¿último paso? El 7 de febrero, el Consejo de Ministros autorizó su eliminación en el transporte público, y un día después, tras publicarse en el BOE, la norma entró en vigor.


Un patógeno como otro

Los que ahora reclaman su retirada argumentan que, a lo largo de la pandemia, el uso generalizado de los protectores faciales en los centros sanitarios estuvo justificado para reducir el riesgo de transmisión y para preservar el personal sanitario.

La mascarilla fue un elemento de un conjunto más amplio de estrategias para limitar la transmisión en una época en la que se sabía poco sobre el patógeno y aún no se habían identificado intervenciones eficaces.

Desde entonces, la carga del Sars-CoV-2 se ha mitigado. Esto significa que “ha llegado el momento de gestionar el covid como otros virus respiratorios endémicos mediante la aplicación correcta y coherente de las precauciones estándar”, según señalan.

Estas incluyen el uso de mascarillas y protección ocular por parte del personal sanitario cuando realice actividades que generen salpicaduras o aerosoles en la cara, independientemente de los síntomas del paciente, y colocar protectores a los enfermos cuando presenten síntomas, entre otras precauciones.

Además de poner fin al uso universalizado de las mascarillas, los expertos sugieren que, en la era endémica, se reconsideren otras estrategias de la época pandémica, como las pruebas asintomáticas y el rastreo de contactos.

Las opiniones no son, ni mucho menos, unánimes. Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández, opina que es prematura su retirada. “Tenemos muchas incertidumbres desde el punto de vista científico porque aventurar cuáles pueden ser los impactos de retirarlas o dejarlas es difícil”, destaca.

El debate se suscita en pleno repunte de casos tras las vacaciones de Semana Santa

Una nueva variante, llamada ‘Arcturus’ ha puesto en alerta a India y ha recuperado las mascarillas en lugares públicos

Este debate sobre la eliminación de las “últimas mascarillas” se suscita justo cuando se disparan los contagios tras la Semana Santa. Los casos han aumentado de 800, registro de Navidades, a 2.000 por 100.000 habitantes en quince días, y los expertos no tienen claro si es por las vacaciones, o por una nueva variante.

Los expertos dicen que puede estar perfectamente relacionado con las vacaciones de Pascua. Sin embargo aun admitiendo el aumento de incidencia, e incluso de hospitalizaciones, se afirma que para “hablar de pico hay que analizar su evolución en dos semanas”.

De hecho, consideran que es demasiado pronto para que esta sea la causa, “pues este tipo de variaciones suelen tardar más en manifestarse”. En el peor escenario, podría deberse a la aparición de una nueva variante como ya ha sucedido en el origen de otras olas.

Y apuestan por estar vigilantes ante una nueva cepa de ómicron, denominada Arcturus que ha disparado los casos en India y ha vuelto a introducir las mascarillas en lugares públicos. – C. L.