"Esta crisis ha acelerado las desigualdades estructurales que ya teníamos. Se oye decir a muchas personas, de forma muy voluntariosa, su deseo de volver a la normalidad de antes; yo suelo decir ¡por favor, no!", puntualiza, Begoña Murgialday, psicóloga y activista social. ¿Por qué? "Porque antes de la pandemia, en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no estábamos nada bien. Por eso, cualquier envite que nos venga, como esta pandemia, si el punto de partida de los hombres y mujeres era desigual, el impacto será desigual".
La evidencia no deja lugar a dudas, las mujeres estamos y hemos estado en los trabajos esenciales de la vida, que tienen que ver con los cuidados, el aprovisionamiento y la salud. "Cuando analizamos cómo están valorados estos trabajos vemos que son los más empobrecidos, con peores condiciones. Por eso en esta crisis, las mujeres estamos peor que los hombres", señala.
Piensa que esta ocasión quizá sea una oportunidad al ponerse de relieve realmente esta desigualdad estructura del mercado, "una división sexual del mercado laboral, donde todavía hay trabajos para hombres y otros para mujeres, que no están igualmente reconocidos, ni valorados ni disponen de unas condiciones laborales igualitarias y dignas", alerta.
De todos es sabido que la crisis está destruyendo gran número de empleos, pero se ceba especialmente en las mujeres. "Habría que preguntarse si las ayudas irán a salvaguardar estos empleos para ellas o reconducirlos de alguna manera", indica, la fundadora de Murgibe.
Se siente afortunada por su trabajo en la consultoría, pero reconoce que muchas mujeres han trabajando al principio de la pandemia "en unas condiciones infrahumanas, con un nivel de implicación personal y laboral muy fuerte que les dejará secuelas de salud".
Ese eslogan de quédate en casa, en el caso de muchas mujeres les ha afectado muchísimo. "Sobre todo cuando sus casas son pequeñas cárceles, porque malviven en muchos casos con colegas que son víctimas de violencia, con mujeres que se tienen que quedar en casa sin condiciones de habitabilidad".
Deja patente que no es una medida de conciliación, sino trabajar el doble en casa. Y ahí muchas mujeres han tenido que reinventarse y estresarse y quitar horas de sueño. "Dependiendo de los recursos que tengamos, el impacto ha sido diferente. La pobreza tiene rostro de mujer y son ellas las que lo están pasando peor".
Esta feminista desgrana algunas de las propuestas que cree necesarias para "ir saliendo bien de esta situación que atravesamos".
Indica que la sociedad tiene que insistir para que nuestros gobiernos no privaticen los servicios públicos básicos. "Esto es un trabajo que están haciendo como las hormiguitas. Nos están arrebatando muchos servicios públicos, principalmente en el ámbito sanitario. Esto impacta en todo el mundo, pero, sobre todo, en las personas con menos recursos: en las mujeres".
También aboga por universalizar el derecho a la atención de las personas dependientes. "Esto debiera de estar reflejado en las políticas públicas", apostilla.
Para Murgialday, el Gobierno, o a quien le corresponda, tendría que poner el foco en distribuir mejor la riqueza que hay. "Queda mucho recorrido frente al fraude fiscal, la evasión de impuestos; en hacer tributar a todas esas riquezas exentas de impuestos que luego los pagamos la gente de a pie. Hay dinero muy interesante que se tendría que distribuir entre la sociedad".
Por otro lado, cree básico invertir en la igualdad de género, en la nueva construcción social de la sociedad y la economía. "Con esto ganamos las mujeres, pero también la sociedad en su conjunto. Además, en este momento de pandemia vendría bien repensar nuestro ritmo de vida, nuestros tiempos. Estaría bien saber qué necesidades tenemos las personas y después pensar qué empleo o trabajo queremos para vivir".
"El teletrabajo está impactando negativamente en las mujeres; no es una medida de conciliación, sino de trabajar el doble en los hogares"