“Si ahora ya lo tenemos difícil para encontrar empleo o conservarlo manteniendo nuestra identidad, con la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) esa dificultad se refuerza más”. Hajar Samadi, portavoz de la Asociación de Mujeres Musulmanas de Euskadi Bidaya, no solo rechaza que las empresas puedan prohibir a sus trabajadoras llevar el velo islámico, ya que esa prenda “no condiciona la profesionalidad de las mujeres”, sino que lo considera “un paso atrás en las libertades y derechos fundamentales” y contradice la versión “oficial” de que en Euskadi no ha habido problemas por el uso del hiyab en puestos de trabajo.
Samadi critica que al dictaminar sobre el uso de una prenda que muchas mujeres musulmanas “eligen libremente” no se haya tenido en cuenta su opinión y “se den por sentadas muchas cosas”. “En nombre de la libertad y de la igualdad se creen que nos hacen un favor cuando nos quitan ropa, pero en ningún momento nadie de los que gobiernan, de los que hablan en nombre de la sociedad, nos ha preguntado a las mujeres musulmanas. Se da por hecho que a nosotras nos obligan a llevar el hiyab y, por tanto, nos hacen un favor al prohibirlo”, asegura Hajar, una mujer joven que se esfuerza por hacer oír la voz de las musulmanas que viven y trabajan en Euskadi.
Para los representantes de buena parte de la población musulmana que reside en el País Vasco, la sentencia europea “discrimina” y obligará a muchas mujeres a tener que elegir entre trabajar o mantener su identidad. “Esta no es únicamente una lucha de las mujeres musulmanas -opina Hajar-, creo que abarca a todas las mujeres porque al final es una imposición de cómo ir vestidas, una decisión que no se diferencia de esos hechos que denunciamos cuando algún país árabe aplica el fundamentalismo”. Hajar Samadi, que se confiesa indignada y preocupada por la sentencia sobre el velo, coincide con Aziz Messaoudi, presidente de la Federación Islámica del País Vasco, en que esta decisión del TJUE va a relegar a la mujer musulmana al hogar y a la sumisión económica respecto al marido o padre.
“Relegadas al hogar” Además del rechazo contundente de lo que implica la sentencia y de una reivindicación para que los criterios de los musulmanes sean tenidos en cuenta, Samadi y Messaoudi comparten una visión de la situación laboral de las mujeres de su comunidad menos idílica que la que ofrecen patronal y sindicatos cuando niegan la existencia de conflictos o casos en los que el uso del hiyab ha acarreado despidos u otras sanciones. Así, Hajar Samadi asegura que conoce a muchas musulmanas que han tenido que renunciar a llevar velo para poder trabajar. “Muchas están trabajando y no tienen otra opción que no llevar pañuelo en la cabeza, higienistas bucodentales, reponedoras en Eroski, muchas que están haciendo el módulo de Integración Social... A una compañera nuestra, que iba a hacer ese curso en Andoain, en septiembre de hace dos años le hicieron abandonar las instalaciones del centro y eso que estamos hablando de una formación de integración social, es superfuerte. Ese rechazo al hiyab no solamente te limita en la sociedad o a la hora de trabajar, sino que también te limita para terminar tus estudios y para hacer prácticas”, relata la portavoz de Bidaya.
Por su parte, Aziz Messaoudi también recuerda casos de musulmanas que no han podido acceder a un empleo por su forma de vestir y de “algunas jóvenes de Gipuzkoa” que tuvieron problemas en la realización de prácticas laborales. El presidente de la Federación Islámica del País Vasco asegura que “hoy en día no hay ningún puesto de trabajo en España que permita a las mujeres con velo trabajar en atención al público”. “Esto -señala Messaoudi en referencia a la sentencia del TJUE- lo único que consigue es que las mujeres se queden aisladas, las lleva a que sean mantenidas por sus maridos porque la mayoría no se van a quitar el velo por un trabajo, sobre todo si no es una necesidad. Si el marido está trabajando o el padre está manteniendo a la hija preferirán no quitarse el pañuelo, con lo que todavía habrá mucho más patriarcado. Lo que van a conseguir es que la mujer musulmana se quede con su velo en la casa y la mantenga el marido”.
Frente a los testimonios de los representantes de las organizaciones musulmanas, tanto desde la patronal vasca como desde los sindicatos aseguran que sus servicios jurídicos no han tenido conocimiento de ningún conflicto laboral por uso del hiyab.
el alcance de la sentencia Según la sentencia del TJUE, las empresas privadas pueden prohibir a sus empleadas lucir velo islámico en el lugar de trabajo, siempre que la normas internas de indumentaria afecten a cualquier símbolo religioso, filosófico o político y no solo a las personas de una confesión en particular. Para Aziz Messaoudi, este criterio ha dado al traste con “la esperanza que tenían los musulmanes de Europa de que el Tribunal les iba a dar la razón y reconocer que la vestimenta forma parte de los derechos de las personas, que nadie tiene derecho a obligarnos a vestir de una determinada manera en la calle o en el trabajo. Pero la justicia ha fallado otra vez contra los musulmanes”.
Sobre el alcance de la sentencia Hajar Samadi señala que “esta vez no se trata de prohibirte la entrada a una playa francesa, se trata de nuevo de otro paso atrás en nuestras libertades y derechos más fundamentales, relegando, de nuevo, a la mujer y dejándola indefensa frente a abusos de poder”. Añade que “niega a las mujeres musulmanas integrarse en el mundo laboral con naturalidad y normalidad, favoreciendo la precariedad laboral, la exclusión, la estigmatización y la pobreza. Da pie a las empresas a discriminar más al colectivo de mujeres musulmanas que usan hiyab en su vida diaria, ya que hoy en día se producen despidos a mujeres sólo por el hecho de llevar hiyab. Y niega el derecho a la propia imagen y a la identidad individual y el derecho a la intimidad”. “En la Europa de las libertades -añade- se nos niega un derecho básico”.
La portavoz de las mujeres musulmanas de Euskadi reclama que para regular la vestimenta o el uso de símbolos religiosos en el ámbito laboral se establezca “una norma clara para todos”. “Pero una norma igualitaria, basada en la justicia y en un consenso, en un diálogo y no en un monólogo -reivindica Samadi-, porque ¿quién pregunta a las mujeres musulmanas?”