acudir a una feria alimentaria, volver al colegio, ir en busca de oportunidades laborales... La mayoría de los 51 españoles que perdieron la vida en el accidente de los Alpes cogieron el vuelo por obligación, otros por placer y algunos, simplemente, fueron víctimas de una casualidad funesta.

Marina Bandrés López-Belío, de Jaca (Huesca) y sobrina de un matrimonio afincado en Pamplona, residía en la ciudad inglesa de Manchester y tuvo que viajar a España para asistir al funeral de un tío suyo en una población cercana a Zaragoza. Para regresar no pudo encontrar plaza para Manchester y optó por comprar billetes para ella y su bebé de 7 meses en el vuelo de Barcelona a Düsseldorf, desde donde cogería otro que la llevaría de vuelta a casa. El otro bebé que falleció en el accidente viajaba con su madre, la contralto Maria Radner, que acababa de representar en el Liceu Siegfried, de Wagner, junto a otra víctima, el barítono Oleg Bryjak, miembro de la Deutsche Oper am Rhein de la ciudad alemana.

A Alemania emigró en busca “de una oportunidad de trabajo” María de Pablo Nuño, de 38 años, natural de San Esteban de Gormaz (Soria). Empleada desde hacía cinco años de una escuela internacional de secundaria en Düsseldorf, esta “políglota y viajera empedernida” se había casado hacía un año con un ciudadano alemán y había decidido aprovechar unas vacaciones escolares para visitar a su hermana, que vivía en Barcelona.

Los hermanos turolenses Vicente y Eusebio Segundo Martín habían decidido ir a Alemania a comprar la maquinaria que precisaban para su empresa, un negocio familiar de afilados, utillajes y complementos para la industria maderera.

La valenciana Estela Miguel, de 40 años, era residente en Basilea, donde trabajaba para una multinacional farmacéutica, y había estado unos días visitando a su madre y hermanos en Torrent (Valencia). También de Valencia era la exdirectora de un colegio de Primaria de Bonrepós i Mirambell, el Mare de Déu del Pilar, donde había trabajado 24 años, hasta 2012, cuando pidió el traslado a Barcelona, desde donde viajaba a Düsseldorf para visitar a uno de sus hijos, estudiante en ese país.

La lista de fallecidos españoles la nutren, básicamente, empresarios, ejecutivos y trabajadores, como es el caso del navarro Rogelio Oficialdegui, de 62 años y jefe de Recursos Humanos de Delphi, que viajaba a Alemania con un miembro del comité de empresa europeo para cerrar el convenio colectivo y con la vista puesta en la jubilación. Otros muchos, como Víctor Pascual, director del sector alimentario BTA de Fira de Barcelona, y Anna Cantos, también de esa empresa, viajaban a Alemania para participar en la feria de la industria alimentaria Anuga FoodTec 2015 que abrió el martes sus puertas.

Diez de los fallecidos, cinco mujeres y cinco hombres, eran empresarios y responsables de negocios de alimentación de la provincia de Girona.

Josep Sabaté Casellas, exempleado de Inditex y trabajador de la firma Esprit, vivía en A Coruña pero su mujer, embarazada de su cuarto hijo, estaba viviendo las últimas semanas con su familia en Barcelona. Ella no subió al avión en el que perdió la vida su marido debido, precisamente, a su avanzado estado de gestación.

Una abuela, su hija y su nieta, alumna de sexto de primaria de la escuela Santa Isabel de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), habían decidido viajar a Düsseldorf para ver al otro nieto, hijo y hermano, respectivamente.

Las 14 chicas y 2 chicos del instituto Joseph König de la localidad de Haltern am See que fallecieron junto a su profesora Sonja Cercek, habían sido seleccionados por sorteo para viajar a Barcelona y participar en el intercambio con el centro de secundaria de Llinars del Vallès (Barcelona) porque eran muchos más, 40, los peticionarios que las plazas.

Otros, como la familia kazaja formada por el empresario Yerbol Imankulov, de 50 años, su esposa y también empresaria, Aizhan Issengalieva, de 49 años, y su hijo Adil Imankulov, de 26, habían viajado a Barcelona para asistir al partido de fútbol entre el Real Madrid y el FC Barcelona y desde allí volaban a Düsseldorf por negocios. La chilena Patricia Alegría, una abogada de 44 años que residía en Venezuela, había viajado por trabajo desde Venezuela a Suiza hace unos veinte días y, una vez allí, decidió ir a Barcelona para ver en directo ese partido de fútbol, desde donde regresaría a Suiza con escala en Düsseldorf.

perfiles genéticos Los familiares de las víctimas de estas y el resto de víctimas aguardaban ayer en hoteles de Barcelona su traslado al lugar del siniestro, una vez completada la recogida de muestras de ADN que ha permitido elaborar 48 perfiles genéticos de parientes directos para facilitar la identificación de cadáveres a partir de una base de 119 muestras de ADN, como cabellos y saliva. Además, se han elaborado también fichas ante-mortem de las víctimas, a partir de datos facilitados por sus familiares, para conocer detalles que puedan ayudar a identificar los restos mortales, como por ejemplo si llevaban prótesis, tatuajes o piercings.

Los familiares podían optar para viajar al lugar del accidente en autocar, cuya salida estaba prevista para ayer a las ocho de la tarde, o desplazarse hoy en avión hasta Marsella. Un total de 48 familiares optaron por el autacar dispuesto por Lufthansa y el que iban a estar acompañados por un grupo de psicólogos. - DNA

316.882 euros. La indemnización inicial por cada víctima del accidente de Germanwings será de 316.882 euros, según un reglamento del Consejo y del Parlamento Europeo de 2004. Esta indemnización es compatible con los seguros de vida personales de cada víctima. .

Tuits ofensivos. Los Mossos d’Esquadra investigan 17 perfiles de Twitter que supuestamente han publicado un total de 24 mensajes ofensivos sobre las víctimas del accidente al considerar que podrían ser constitutivos de un delito de odio y discriminación. Paralelamente, la plataforma Drets informó de que más de un millar de personas les han hecho llegar tuits ofensivos por lo que pedirán a la Fiscalía que ordene a las fuerza de seguridad que descubran su identidad.