vitoria. Ya en el siglo pasado se hablaba en la capital alavesa del soterramiento del tren a su paso por el núcleo urbano, y se hizo durante muchos años, pero ahora el tema está definitivamente enterrado. Gastar 511 millones de euros en una obra que no es necesaria, dado que el tráfico ferroviario en la ciudad es escaso y el TAV no corre prisa, porque no tiene ni va a tener a medio plazo ninguna vía con la que enlazar, se antoja imposible hoy día. El Ministerio de Fomento bastante tiene con tratar de rentabilizar las líneas de AVE ya construidas tirando los precios de los billetes, como para financiar una obra que ni siquiera es ya atractiva para un alcalde.

En todo caso, no hace tanto tiempo que el soterramiento aún centraba los discursos de los sucesivos mandatarios vitorianos, incluido Javier Maroto. Sin embargo, con el actual primer edil, que llegó cuando nadie negaba ya la existencia de la crisis, la euforia ha sido menor que cuando el valor de un alcalde se medía por su capacidad para dejar huellas visibles en la ciudad, más que por garantizar el bienestar de los ciudadanos.

El principio del fin del soterramiento llegó precisamente cuando todo parecía más atado que nunca. El 16 de diciembre de 2010, el Ministerio de Fomento del socialista José Blanco, el Gobierno Vasco, el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación alavesa constituyeron oficialmente Alta Velocidad Vitoria-Gasteizko Abiadura Handia, la sociedad privada llamada a gestionar las obras del soterramiento del tren en la ciudad.

Es difícil saber cuántos de los presentes en aquella firma sabían que el acto era un brindis al sol, pero lo cierto es que esa sociedad ha permanecido paralizada durante casi tres años. En este tiempo, Europa ha frenado su fiebre por la alta velocidad, miles de kilómetros de vía se desgastan al sol en el Estado y en Vitoria el tren sigue llegando a nivel y hasta la calle Dato, como ocurre desde hace siglo y medio.